30/4/12

¿Por qué la desigualdad importa?

"Hay distintos termómetros para la desigualdad. El informe de la OCDE, que recoge los datos de 2008, previos a la Gran Recesión, muestran que el 10% mejor situado gana como promedio 9,6 veces más que el peor pagado.

 En España eran casi 12 veces más (un punto más que en el informe anterior), por encima de Italia (10) aunque por debajo de los poderosos Estados Unidos (14). El índice Gini, por el que el símbolo = es igualdad absoluta y el número 1 implica que una sola persona concentra todos los recursos, lanza el mismo mensaje. (...)

La brecha interna no es una cuestión de países pobres o ricos. En la economía estadounidense el ejecutivo que solía ganar 30 veces más que su empleado ahora gana 110 veces más, se lamentaba esta semana Barack Obama, y, además, paga menos impuestos.

La oficina estadística europea, Eurostat, compara el 20% de mayores ingresos con el 20% de menores y, según los últimos datos, el año pasado la desigualdad en España alcanzó el nivel más alto desde 1995. Y en 2009, el último que permite comparar entre los países de la Europa de los Veintisiete, solo Letonia, Lituania y Rumanía superaban en brecha. (...)

¿Por qué la desigualdad importa? La pregunta se adentra en el terreno de la ética y la justicia social. Pero también hay argumentos economicistas.

El analista del Banco Mundial, Branko Milanovic, uno de los principales expertos internacionales en la materia, advierte que "el incremento de los desequilibrios en ingresos se traduce después en una brecha de educación y de salud, lo que merma el crecimiento" porque los países con menores niveles sanitarios y de formación son menos dinámicos.

El aumento de la desigualdad de ingresos, además, afecta a la vida política. "La gente más rica es capaz de controlar los procesos políticos a través de la financiación de partidos y se benefician de forma desproporcionada porque logran mejores empleos", señala.

A su juicio, la discriminación por riqueza "no es diferente de la discriminación por razones de sexo o raza: un largo segmento de la población no tiene oportunidad de utilizar sus capacidades para beneficiarse a sí mismo y a la sociedad", lo que "obviamente lleva a unos menores ingresos en general".

Desigualdad no es lo mismo que pobreza, esta última se puede reducir al tiempo que crece la brecha entre ricos y pobres. Así que hay también quienes ponen el acento en la reducción de la miseria, pero no de la diferencia entre ricos y pobres. Martin Feldstein, de la Universidad de Harvard, responde por correo electrónico que el aspecto importante de la desigualdad es la miseria y la política pública debe centrarse en reducir ese problema, "y no la desigualdad en sí misma".

 A su juicio, "el crecimiento económico puede incrementar los ingresos y el bienestar de las clases medias mucho más que la redistribución". Puede hacerlo, pero no siempre ocurre. La bonanza reciente lo muestra. (...)

Imaginen, propone Feldstein, que un pájaro mágico entrega a cada persona 1.000 dólares, ello no reduciría ninguna desigualdad, pero no deja de ser una mejora para todos que no recae a expensas de nadie.

 Feldstein habla de "igualitarismo rencoroso", el sentimiento de rechazo de aquellos que, aunque vean mejorar sus ingresos, protestan porque los ricos aún se alejan más. Y añade que esos 1.000 dólares significan más para el pobre que para el rico, con lo que su situación avanza más en términos relativos.

Pero hay otro relato para esta fenomenal crisis financiera, y en ese, la desigualdad desempeña un papel crucial como motor de deudas imposibles. Un trabajo de investigadores del Fondo Monetario Internacional (FMI), Desigualdad, endeudamiento y crisis, analizaba hace un año el caso estadounidense. (...)

Cuando Milanovic, ahora profesor invitado en la Universidad Carlos III de Madrid, comenzó a investigar la desigualdad vivía en un país comunista, la antigua Yugoslavia. A aquellos políticos, recuerda, les escocía su trabajo porque mostraba que la igualdad universal era un mito bajo el socialismo. Cuando trabajó en países capitalistas tampoco despertó pasiones.

"La desigualdad no es lo mismo que la pobreza y la brecha puede ensancharse tanto en la bonanza como en la crisis, impulsada por motivos diferentes en cada escenario", reflexiona Alfonso Novales, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid.

En la euforia, cuando todos los ingresos crecen de forma absoluta, pasa desapercibida, pero cuando estalla una Gran Recesión dispara la pobreza relativa por el latigazo del paro y la caída de los salarios.

 En España, el año pasado había un 21% de los hogares por debajo del umbral de la pobreza y los ingresos de las familias bajaron un 4,4%. Tres de cada 10 personas que el año pasado pidieron ayuda a Cáritas lo hicieron por primera vez y el peso de los inmigrantes, el colectivo más castigado por el paro y vulnerable por la falta de red social y familiar, ha bajado del 60% al 50%.

Las clases medias en España siguen teniendo coches, y televisores, y además ahora pueden viajar en aerolíneas de bajo coste (o podrán volver a hacerlo, una vez superada esta interminable crisis), pero un pequeño detalle ha cambiado en los últimos 15 años: el peso de la deuda de las familias, que equivalía al 32% del PIB en 1995, era más del doble en 2010, un 85%.
 Por hacer una comparación -odiosa-, en Alemania se mantenía estable en el 61% en el mismo periodo.
Los hogares españoles, en fin, han acogido un nuevo miembro, una fenomenal deuda."            (El País, Negocios, 11/12/2011)

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