"A lo que el
análisis del capitalismo del Manifiesto indudablemente puede llevar
–especialmente cuando se adentra en el análisis de Marx sobre la concentración
económica, que apenas se insinuaba en 1848– es a una conclusión más general y
menos específica acerca de las fuerzas autodestructivas innatas en el
desarrollo capitalista. Debe alcanzar un punto –y en 2012 no solo los marxistas
están de acuerdo en esto– en que:
La sociedad
burguesa moderna con sus relaciones de producción, intercambio y propiedad, una
sociedad que ha suscitado medios de producción e intercambio tan gigantescos,
es como el aprendiz de brujo que ya no puede controlar los poderes del mundo
inferior… Las dimensiones del arco de la sociedad burguesa son demasiado
estrechas para abarcar la riqueza que ha creado.
No sería
irracional sacar la conclusión de que las “contradicciones” inherentes al
sistema de mercado, sin más nexo de unión entre los seres humanos que el
descarnado interés propio, el cruel “pago al contado”, un sistema de explotación
y de “acumulación interminable” que nunca se pueden superar; que a partir de
cierto punto, mediante una serie de transformaciones y reestructuraciones el
desarrollo de este sistema esencialmente “autodesestabilizador”, conduzca a una
situación que ya no se pueda describir como capitalismo.
O citando al propio
Marx, en que “la centralización de los medios de producción y la socialización
del trabajo lleguen al final a un punto en que se hagan incompatibles con su
integumento capitalista”, y ese “integumento reviente en pedazos” (xxvi). El
nombre por el que conozcamos la subsiguiente situación es indiferente.
Sin
embargo, como demuestran los efectos de la explosión económica del mundo en el
medio ambiente mundial, tendrá que marcar necesariamente un giro brusco que lo
aleje de la apropiación privada para pasar al control social a escala global.
Resultaría
improbable que tal “sociedad post-capitalista” se pareciera a los modelos
tradicionales del socialismo y aún menos al “socialismo real” de la era
soviética.
La forma que haya de tomar y hasta dónde encarnaría los valores
humanistas del comunismo de Marx y Engels, dependería de la acción política a
través la cual se produciría el cambio, ya que esto, como sostiene el Manifiesto,
resulta fundamental para la conformación del cambio histórico. (...)
Pero
entonces el Manifiesto -y ésta no es la menor de sus notables cualidades
- es un documento que prevé el fallo. Esperaba que el resultado del desarrollo
capitalista fuera “una reconstitución revolucionaria de la sociedad” pero, como
ya hemos comprobado, no excluía la alternativa de “la ruina común”.
Muchos años
después, otra investigación marxiana reformuló esto como la elección entre socialismo
y barbarie. Cual de ambos prevalezca es una pregunta que el siglo XXI debe
contestar." (Eric Hobsbawm, versobooks.com, Rebelión, 15/12/2012)
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