"¿Por qué no la hay en Grecia, en Portugal, en España? Vivimos un ataque
en toda regla del capital, no solamente contra los trabajadores sino
contra porciones muy importantes de las clases medias.
Pequeños
empresarios ahogados, condenados al cierre y quizá a la proletarización.
Y toca también hasta medianos empresarios. (...)
Porque si por revolución entendemos alguna o algunas de las que se
dieron en el pasado, es imposible. El Estado ha perfeccionado sus medios
de represión y hecho impensable cualquier movimiento insurreccional,
clandestino y mucho menos armado. Y sin armas no hay revoluciones,
exceptuada, se dice, la India, y olvidando que no fue una revolución
sino una liberación nacional. (...)
Y, además de la represión violenta, el Estado ha perfeccionado
igualmente su justificación ideológica. El control casi absoluto y la
manipulación de la inmensa mayoría de los medios de comunicación,
públicos y privados (pues apenas sobrevive algún bastión crítico)
garantizan la machacona repetición de la ideología oficial o pensamiento
único (Ramonet).
Los medios son literalmente aparatos de propaganda del
gobierno, especialmente los públicos. Y la censura y/o silencio de los
discrepantes, casi total.
La Iglesia es de mucha ayuda pues no solamente ha abandonado la
actitud de bronca continua frente al gobierno socialista sino que apoya
con fervor religioso de multitudes todas las medidas del actual. Es más,
las inspira. (...)
Junto a la Iglesia, cómo no, los empresarios, con una política y un discurso público que cabe calificar de terror psicológico. (...)
Para legitimarse pagan universidades, fundaciones, think tanks en los
que se justifican estas doctrinas y se elaboran otras siempre en la
misma dirección de dejar el mercado a su mal aire, en lo más parecido a
la ley de la selva y libre de esas odiosas regulaciones que no son sino
las leyes que protegen los derechos de los más débiles.
En estas condiciones, la revolución puede volver a gritar orgullosa,
como en el escrito de Rosa Luxemburgo sobre la revolución de Berlín de
1919, ¡fui, soy y seré!. Sin olvidar que se trataba de una derrota. Como
la de ahora." (Sociología Crítica, 15/01/2013)
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