"Durante décadas Cuba, la Unión Soviética y sus países satélites
aplicaron las palabras de Marina entrenando a las mentes más
privilegiadas en unas escuelas segregadas con el fin de que ocupasen los
puestos dirigentes de la política y la Administración al tiempo que a
los superdotados estadounidenses se les formaba —y se les forma— en
escuelas privadas para liderar el mundo de las finanzas.
Mientras, la
equitativa Europa, convencida de la necesidad de ofrecer una educación
igual para todos sin caer en elitismos, ha estado mirando para otro
lado. Hoy Barack Obama reclama que estas cabezas brillantes se centren
también en otros campos como la ciencia o la medicina y en el Viejo
Continente se plantean, en plena debacle económica, si se está
malgastando materia gris sin saberlo. (...)
“Siempre se había creído que los niños que poseen sobredotación no nos
necesitan, y hemos volcado toda nuestra atención en los niños
discapacitados. El pediatra, como la sociedad en general, con una
economía de servicios y nuevas tecnologías, debe ayudarles y no
malgastar todo ese potencial humano”, reclama Gabriel Galdó Muñoz,
catedrático de Pediatría Social y de la Adolescencia en la Universidad
de Granada, en su artículo Superdotados I (2007).
El Estado
también se ha preocupado por los nacidos en familias desfavorecidas,
pero no ha visto como un problema la sobredotación, y eso que entre el
30% y el 50% de esos chicos tienen un bajo rendimiento escolar.
Descubrir superdotados entre los alumnos brillantes académicamente no es
tan complicado como entre los fracasados. (...)
¿No habla la OMS de un 2,3% de la población por encima de la media
intelectual? Por tanto, un profesor que se jubila debería haber
descubierto entre 20 y 30 superdotados a lo largo de sus décadas de
docencia. Sin embargo, raro es el educador que dice haber reconocido a
más de uno.
Y En España, con 47 millones de habitantes, 1.081.000
personas tendrían altas capacidades.
Cuidado: tener una alta capacidad no significa ser un pequeño Mozart o
Stephen Hawking. Esos casos tan extraordinarios son habas contadas. Hay
diferentes grados de superdotación, muy pocos podrían protagonizar El pequeño Tate o El indomable Will Hunting.
Se distinguen por ser unos niños observadores, sensibles, críticos,
creativos, capaces de llevar varios proyectos a la vez y precoces en la
madurez intelectual (que no psicológica y afectiva) y con preocupaciones
sorprendentes para su edad. Por eso se sienten más cómodos entre
mayores. Pero, en lo negativo, son también poco capacitados físicamente y
con escasas habilidades para sociabilizar, apenas duermen y no gozan de
mucho sentido del humor.
“Son niños que mientras el resto se deja las
espinillas jugando al fútbol en el patio, se dedican a leer y solo
sintonizan con los que tienen sus mismas inquietudes”, explica el
psicólogo Ricardo Sanmartin, presidente de la Asociación Española de Niños Superdotados, con sedes en Zaragoza y Madrid. (...)
Para no ser tachados de bichos raros muchos tratan de ocultar su
superdotación. “En especial las chicas, que dan más importancia que los
hombres a la parte afectiva, social. Por eso el 80% de los superdotados
que se someten a nuestros test son chicos. Lo que no significa que ellos
sean más listos”, continúa Sanmartín. El pediatra Galdó Muñoz comparte
esta idea en su artículo:
“Las chicas son más imaginativas, intuitivas, y
conceden mucha importancia a las relaciones interpersonales. Aprecian
poco la atmósfera de competición y de individualismo. Dan prueba de un
nivel de reflexión y de curiosidad intelectual igual al de los niños y, a
pesar de ello, temen la aceleración del aprendizaje y las situaciones
de competición, prefieren las relaciones interpersonales. Se interesan
menos en su instrucción en la adolescencia, o incluso sufren regresión
intelectual en la edad adulta”.
Una “regresión intelectual” de los superdotados que muchas veces,
coinciden los expertos, pasa inadvertida para su profesorado. “Se les
confunde porque se desconocen sus ritmos de aprendizaje. Eso les provoca
frustración, falta de atención, hiperactividad, dolencias somáticas.
Así que muchas veces son tratados por los síntomas, y no por la
verdadera raíz que lo produce: su alta capacidad”, denuncia Alicia
Rodríguez, presidenta de la Asociación Española para Superdotados y con Talento. Rodríguez, madre de un superdotado, se queja de que no se valoren los diagnósticos privados, ni de la Asociación Mundial para la Salud Mental Infantil. “Es donde acudimos los padres ante los problemas que manifiestan nuestros hijos”, dice.
La incomprensión de las Administraciones provoca que los superdotados
con recursos económicos opten por estudiar en países en los que no hay
obstáculos para entrar en la universidad antes de tiempo, en especial
Estados Unidos. (...)
Parece complicado conseguir resultados positivos con estos niños que se
aburren en clase cuando el ratio de alumnos por aula sube y baja el
número de orientadores en los centros por los recortes en el sector.
“Si
entre ESO, Bachillerato y FP hay 1.000 alumnos y dos orientadores es
imposible que estos conozcan bien los casos individuales”, alerta
Regadera, que incide en la importancia de la labor de los profesores.
Para ayudarles a diagnosticar y tratar casos de superdotación él,
licenciado en Pedagogía, organizó unos cursos que en su día fueron
presenciales y hasta el año pasado se impartían online.
“Este
año no se han programado”, explica sin entrar en conjeturas. “El
problema es que los profesores se interesan en un momento determinado
para ocuparse de un niño en clase, pero cuando pasa de curso lo dejan.
Ocurre igual con los padres. Están muy motivados en las primeras etapas
educativas y luego lo abandonan”, explica el autor de La delgada línea azul de la inteligencia (Brief, 2011)." (El País, 01/01/2013)
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