28/2/13

Fue la decisión de Ratzinger, de destapar la iniquidad de la pedofilia, y la de sustraer el IOR al circuito de la "finanza canalla" lo que desencadenó monstruosas resistencias

"Queda por lo tanto una sola "incapacidad" por la que Benedicto XVI puede haber recitado el "mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa": la administración de la Iglesia en el sentido más estrictamente curial del término.

 Las reyertas entre cardenales que han trasformado las galerías del Vaticano en un nido de víboras, la guerra entre facciones que, entre los frescos de Miguel Ángel y de Rafael, hace que reluzcan los puñales y actúen los venenos, bajo la forma letal de los dosieres y de eminentísimas maquinarias de enfangar.

Dos son, sobre todo, las “suciedades” de la Iglesia (por usar el término de Ratzinger en el vía crucis de 2005) que alimentan las pugnas entre los birretes rojos: el escándalo de los curas pedófilos y el de la banca vaticana (IOR). 

Sexo y dinero, "auri sacra fames" y "hominum divomque voluptas", las sempiternas seducciones de Mammón, ante las que la púrpura, símbolo de disponibilidad al martirio, debería suponer una perfecta inmunización.

Y fue precisamente la decisión de Ratzinger, por mucho que se planteara de forma circunspecta y gradual, de destapar el bote de iniquidad de la pedofilia, y la más cauta incluso y apenas esbozada de sustraer el IOR al circuito de la "finanza canalla" (la coraza de corrupción y reciclaje mafioso) lo que desencadenó monstruosas resistencias que dieron vía libre al molinete de las maquinaciones.

 Por lo demás, el único motivo de desacuerdo que Ratzinger tuvo con Wojtyla se refería precisamente a la pedofilia (y al caso, no idéntico aunque estrechamente relacionado, de los potentísimos Legionarios de Cristo y de su jefe, el tristemente famoso Marcial Maciel Degollado, a quien no por casualidad "fulminó" Ratzinger nada más subir al solio pontificio), asunto sobre el que el cardenal del ex Santo Oficio insistió al papa polaco para llevar a cabo un radical giro copernicano en aras de la severidad y la transparencia.

 Sin éxito, derrotado por una curia que, a esas alturas, tenía a su merced a un papa en sus últimos años, incapaz de gobernar debido al agravamiento de su enfermedad. Espectro que sin duda ha jugado a favor de la decisión actual de Benedicto XVI.

Vatileaks, el escándalo de filtraciones de documentos reservados, no es más la punta del iceberg, lo que hemos podido llegar a conocer nosotros, los comunes mortales, pero Benedicto XVI ha podido abrazar el iceberg por entero, en su devastadora amplitud, y el informe de los cardenales Herranz, Tomko y De Giorgi debe haberle dejado literalmente desolado.

 Sobre todo porque en todas las nauseabundas intrigas que "desfiguran el rostro de la Iglesia" está siempre metido hasta el cuello su más estrecho colaborador desde los tiempos de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Tarcisio Bertone, potentísimo secretario de Estado, que en cuanto a "individualismos y rivalidades" y vano orgullo de quienes "buscan el aplauso y la aprobación", otras "suciedades" estigmatizadas por Benedicto XVI durante su reciente homilía del Miércoles de Ceniza, no conoce rival en los palacios apostólicos.

 Hasta tal punto de que ha asumido el pleno dominio de las finanzas vaticanas, desbancando de la comisión que lo controla al cardenal Attelio Nicora, el hombre de la apertura (por tímida que fuera) hacia la transparencia, colocando así con inaudita arrogancia al próximo papa frente al hecho consumado.

En el destructivo enfrentamiento en curso entre facciones prelaticias Benedicto XVI no se ha sentido capaz de escoger. Entre otras cosas, porque no es que las “consorcios” rivales de Bertone brillen por su santidad (su predecesor y archienemigo, el cardenal Sodano, ha sido uno de los protectores históricos de Maciel, por ejemplo).

 Benedicto XVI, frente a tal desbordamiento subterráneo de la “suciedad” de la Iglesia se ha rendido, confesando su propia incapacidad, escogiendo la única vía que sigue pareciéndole eficaz, la oración."            ( , El País,  24 FEB 2013,  Traducción de Carlos Gumpert)

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