"Cameron sostiene que no quiere que Reino Unido abandone la UE. Pero
su estrategia —una “renegociación” de su condición de miembro de la UE,
seguida de un referendo británico sobre el nuevo acuerdo— es el producto
de dos ilusiones: primero, que puede asegurar un resultado positivo, y
segundo, que la UE puede y quiere aceptar las concesiones que él busca.
De hecho, existe una buena razón para creer que un proceso de estas
características cobraría una dinámica propia, que podría derivar en una
salida británica no intencionada de la UE. (...)
Si bien Gran Bretaña seguramente sobreviviría fuera de la Unión Europea,
la calidad de su existencia es otra cuestión. Al abandonar la UE, Reino
Unido perjudicaría seriamente sus intereses económicos, y perdería
tanto el mercado único como el papel de Londres como centro financiero.
Una salida también afectaría los intereses geopolíticos de Gran Bretaña,
tanto en Europa (donde, irónicamente, favorece una ampliación de la UE)
como, a nivel mundial, en su posicionamiento global y su relación
especial con Estados Unidos (que ha dejado bien claras sus preferencias
por un Reino Unido europeo). (...)
De hecho, la idea de que la UE renegociaría los términos de la
pertenencia como miembro de Gran Bretaña —suponiendo, además, que
Alemania no pondría objeciones— raya el pensamiento mágico. Este tipo de
precedente sería aplicable al resto de los Estados miembros, lo que
implicaría el fin mismo de la UE.
Con todo el debido respeto por Reino
Unido, desmantelar la UE como precio a pagar por seguir siendo miembro
es una idea absurda. Cameron debería reconocer que su estrategia es
imposible de aceptar (incluso si teme que unas pocas correcciones
cosméticas al Tratado no le ayudarán en su país). (...)
Gran Bretaña sabe que la supervivencia del euro requiere una integración
política mucho más estrecha, y también que el papel de Londres como
centro financiero —tan importante para Reino Unido como la industria
nuclear lo es para Francia y la industria automotriz para Alemania— se
vería afectado si el euro fracasara.
Si bien nadie debería esperar que
los británicos se sumen al euro en el corto plazo, el liderazgo político
dentro de la UE requiere perspicacia para tener en cuenta los intereses
centrales del propio país y los del resto de los Estados miembros sin
enredarse en amenazas." (
Joschka Fischer , El País, 31 ,ENE 2013)
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