"Hay en el mundo más de 1.600 millones de mujeres rurales, la mayoría
agricultoras. Según la FAO, organismo de las Naciones Unidas para la
agricultura y la alimentación, las mujeres producen entre el 60 y el 80%
de los alimentos en los países del sur, y la mitad de todo el mundo,
pero no poseen siquiera el 2% de la tierra.
Trabajan en el campo,
producen los alimentos y los distribuyen, muchas veces sin remuneración,
lo que se añade a las tareas domésticas de las que también se ocupan. (...)
Las mujeres agricultoras gestionan huertos familiares que muchas veces
garantizan la supervivencia de la economía doméstica. Esta labor, a
menudo invisibilizada, implica otras tareas no menos decisivas, por
ejemplo, la selección de semillas según los gustos y tradiciones de la
comunidad.
O el intercambio de éstas con los vecinos, con lo que se
contribuye a preservar la biodiversidad. Estas prácticas se oponen
radicalmente a las de la agroindustria, que, bajo la coartada de una
sedicente modernidad, comercializa plaguicidas y semillas transgénicas.
Pero la reivindicación del aporte de la mujer rural no se para en la producción. En la defensa de la soberanía alimentaria la Marcha Mundial de las Mujeres va un punto más allá. “Han de tener acceso a recursos y dinero; poder invertir en la producción y diversificarla”, explica Nobre.
Pero la reivindicación del aporte de la mujer rural no se para en la producción. En la defensa de la soberanía alimentaria la Marcha Mundial de las Mujeres va un punto más allá. “Han de tener acceso a recursos y dinero; poder invertir en la producción y diversificarla”, explica Nobre.
Sin embargo, todavía hay que sortear grandes dificultades. De
entrada, el acceso al crédito de las mujeres, a escala global, es
mínimo. Además, “a veces se presentan como intereses familiares en la
unidad de producción agrícola los del esposo, aunque la mujer manifieste
otros diferentes”.
En el trabajo rural de la población femenina existe mucho saber acumulado. Y muy poco reconocido. La activista brasileña recuerda el caso de una ONG que impartía cursos para mejorar la producción de café, pero sin resultados. El caso es que los talleres se impartían a hombres, cuando eran las mujeres de la comunidad quienes se dedicaban al secado y elaboración de este producto.
En el trabajo rural de la población femenina existe mucho saber acumulado. Y muy poco reconocido. La activista brasileña recuerda el caso de una ONG que impartía cursos para mejorar la producción de café, pero sin resultados. El caso es que los talleres se impartían a hombres, cuando eran las mujeres de la comunidad quienes se dedicaban al secado y elaboración de este producto.
Además, la
agroecología plantea (en oposición al agronegocio) una producción de
alimentos armónica con el medio natural. Pero esta obtención de
alimentos respetuosa, explica Míriam Nobre, “no debería darse por un
incremento en el tiempo de trabajo de las mujeres”. Éste es otro de los
retos a los que se enfrenta la soberanía alimentaria. (...)
“El cuidado y la reproducción son esenciales para la humanidad y los
llevan a cabo las mujeres; hace falta un reconocimiento expreso; ahora
bien, queremos compartir con los hombres estas tareas, que, además, no
pueden constituir nuestra primera identidad.
Entre otras razones, porque
esto les viene muy bien a los estados (como ocurre con el voluntariado)
para ahorrarse inversiones necesarias”, explica la coordinadora de la
Marcha.
El principio de soberanía alimentaria pretende superar estas dicotomías. Entre otras. En Europa se entiende como parte del pasado el confinamiento de la mujer a los roles de madre y ama de casa. Pero las mujeres de América Latina han otorgado a estas funciones, a veces, un sentido político.
El principio de soberanía alimentaria pretende superar estas dicotomías. Entre otras. En Europa se entiende como parte del pasado el confinamiento de la mujer a los roles de madre y ama de casa. Pero las mujeres de América Latina han otorgado a estas funciones, a veces, un sentido político.
Recuerda la coordinadora del Secretariado
Internacional de la Marcha Mundial de Mujeres “la lucha de las
compañeras peruanas, cuando no podían comprar la leche al vecino porque
se importaba de Europa la leche en polvo”. En Argentina, durante los
cortes de ruta, las mujeres se encargaban de la preparación de la comida
y a este menester le concedían relevancia política.
Realizaban un
trabajo esencial en las protestas. “No queremos desempeñar los roles de
siempre, la casa y la cocina; pero también hemos de luchar por su
reconocimiento y, más aún, cuando las mujeres los introducen en la
batalla política”, resume Nobre. “Son muchas contradicciones que
deberemos resolver en la práctica”, concluye la activista." (Enric Llopis, Rebelión, 01/05/2013)
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