« (...) En el año 2005, unos investigadores de Princeton recogieron
fotografías en blanco y negro de todos los ganadores y perdedores de
noventa y cinco elecciones al Senado de Estados Unidos y seiscientas
elecciones a la Cámara de Representantes de este país de los años 2000,
2002 y 2004.
Entonces reunieron a un grupo de voluntarios para evaluar
la competencia de los voluntarios únicamente a partir del vistazo a las
fotografías, descartando los datos sobre cualquiera de las caras que
reconociera un voluntario. Los resultados fueron sorprendentes: el
candidato que los voluntarios percibieron como más competente había
ganado en el 72 por ciento de las elecciones al senado y el 67 por
ciento de las elecciones a la Cámara, una tasa de éxito mayor aún que en
el experimento del laboratorio de California.
Entonces, en 2006, los
científicos realizaron un experimento con resultados todavía más
increíbles y, bien pensado, más deprimentes. Realizaron una evaluación
de los rostros antes de las elecciones en cuestión y predijeron los
ganadores únicamente en función de la apariencia de los candidatos.
Las
predicciones fueron sorprendentemente precisas: el candidato que había
sido votado como el de apariencia más competente ganó en un 69 por
ciento de las elecciones a gobernador y en un 72 por ciento de las
elecciones al Senado.
Si he entrado tan al detalle de estos estudios políticos no es solo
porque sean importantes por sí mismos sino porque, como ya he señalado,
arrojan luz sobre nuestras interacciones sociales en todos los ámbitos.
Es más que posible que en el instituto, nuestro voto para presidente de
la clase se basase en la apariencia. Nos gustaría creer que hemos
superado esas formas primitivas, pero no es fácil graduarse con nuestras
influencias inconscientes.» (Arcadi Espada, 04/05/2013)
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