"-Guatemala está marcada por la presencia que parece irreversible
de violencia, ¿se puede relacionar esto con el conflicto armado?
-La
violencia que vivimos hoy en Guatemala hunde sus raíces en la violencia
de aquellos días y en la impunidad sobre esta violencia, porque se
lanzó el mensaje de que todo el mundo podía hacer lo que quisiera, ya
que nadie iba a rendir cuentas. Hoy es un país que sin estar en
situación de guerra tiene más asesintatos que en Afganistán, con más de
80 personas asesinadas por cada 100 mil habitantes.
Se asesina un
promedio de 16 personas cada día. La violencia sigue siendo una forma de
supervivencia y resolución de cualquier conflicto. Y el femincidio
tiene uno de sus puntos más álgidos durante el conflicto armado, cuando
en el año 1982 los homicidios de hombres descienden frente al ascenso
del de las mujeres.
Esto confirma la idea de que el genocidio para
consolidarse atraviesa los cuerpos de las mujeres porque impide la
capacidad reproductiva del grupo.
-El feminicidio se define
básicamente como el asesinato de mujeres por el hecho de ser mujeres,
¿por qué es tan importante diferenciarlo de otro tipo de homicidios?
-La
realidad requiere de un tratamiento diferenciado y una terminología
propia para los asesinatos de mujeres. No se puede seguir llamando
simplemente homicida a un hombre que asesina a mujeres. Los homicidas de
mujeres tienen que recibir simplemente un nombre, son femicidas.
Nombrar el asesinato de mujeres como feminicidio también nos permite
ubicar (simbólica y mentalmente) a los perpetradores. Respecto a la
clasificación de los feminicidios: hay un determinado tipo de delitos
que, clasificados adecuadamente, podrían considerarse crímenes de
derecho internacional.
Si esa tipología de violencia feminicida fuese
equiparable, por ejemplo, a los crímenes de lesa humanidad -o mejor aún,
si conseguimos que el feminicidio sea un tipo penal autónomo como el
aparthaid- se podría aplicar el principio de jurisdicción universal que
haría que los crímenes fueran perseguibles en cualquier lugar del mundo,
sin importar la nacionalidad de la víctima o la del perpetrador o donde
fuereon cometidos delitos. También, serían crímenes inamnistiables,
inindultables e imprescriptibles.
-¿De dónde procede el término y por qué sólo se utiliza en América Latina?
-El
término feminicidio es una aportación que el feminismo latinoamericano
ha dotado de contenido, aunque su origen está en la voz inglesa femicide.
Se asentó en los países lationamericanos desde hace algo más de una
década como una categoría de análisis. Como delito se comienza a
tipificar e incluir en las legislaciones desde hace más de 5 años.
Aunque es Latinoamérica la que dota de contenido el feminicidio, no
significa que sea una realidad única de América Latina. Por ejemplo, en
España hay feminicidio en la actualidad, generalmente, en el ámbito de
la pareja. Sin embargo, suele haber grandes resistencias a usar términos
que han nacido en el seno de estratos sociales que se consideran
inferiores.
Algo que tiene mucho que ver con el eurocentrismo. La
declaración de Viena de 2012, del Consejo Académico de Naciones Unidas,
habla del feminicidio como una crisis global.
-Una parte importante del trabajo que lleva a cabo la Asociación de Mujeres de Guatemela se relaciona con el feminicidio.
-Sí,
nuestro objetivo es incidir y sensibilizar sobre la violencia
feminicida, especialmente en determinadas manifestaciones, como la
trata. Por ejemplo, en los casos de las mujeres que son convertidas en
mercancía en el corredor de narcotráfico.
Nuestra labor principal es
conventirnos en un altavoz de la realidad guatemalteca y
centroamericana, trasladando información a los distintos agentes de
organizaciones de cooperación de España y de Europa para que mantengan
el vínculo con Guatemala (boletines informativos, mesas redondas,
seminarios...). También trabajamos con las mujeres que llegaron como
inmigrantes a España." ( Entrevista a Mercedes Hernández, Natalia Ramos, Rebelión, 10/05/2013)
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