"El antropólogo (Marc Augé) es rotundo sobre el fracaso de la utopía del XX — “la
democracia representativa y el mercado liberal no han tenido éxito”,
esgrime— y la necesidad de un cambio que no será definitivo y tendrá su
trance conflictivo: “No es una constatación pesimista, la Historia
siempre ha sido violenta”.
Y añade: “La desigualdad entre los más ricos
de los ricos y los más pobres de los pobres crece; y también crece entre
los más instruidos y los analfabetos en los países emergentes. Eso
genera violencia, pero también significa que la Historia no se acabó,
que no tenemos la última fórmula como pensaba Fukuyama”.
Y esta crisis, digan lo que digan los presidentes de Gobierno, equivale
en su opinión a la temible de los 30. Peor en duración —“Esta es a
escala planetaria y por eso requiere más tiempo”— pero no en remedios:
“Fue la guerra lo que permitió salir de la crisis de los 30, hoy día no
es posible una guerra pero hay otras formas de violencia”.
La pirámide social de quien dirigió durante una década de L’École des
hautes études en sciences sociales introduce nuevas definiciones. En el
vértice superior: una élite mundial ocupada por poderes de siempre y
nuevos poderes —las multinacionales y las figuras de éxito global en el
deporte, la cultura o cualquier otro ámbito—. A continuación, una masa
que el antropólogo identifica por su función social: consumir.
“Tenemos
el deber de consumir porque es el motor del sistema. Si no lo hacemos
bien, se desatan las crisis”, afirma. En tercer lugar: los excluidos,
sea de la riqueza, sea del conocimiento. Y ahí seguirán dado que el
sistema no tiene estímulos para incluirlos en el circuito económico y,
por tanto, arrancarlos de su periferia social.
“No es necesario crear
nuevos consumidores, solo es necesario que los que ya existen consuman
perpetuamente”. Su conclusión da para poca fiesta: “Los pobres tienen
que acostumbrarse a ser pobres a medio plazo”. (Sociología Crítica, 02/05/2013)
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