"En la literatura científica y en los estudios de campo sobre la
relación entre la competencia lingüística de los alumnos en la lengua
vehicular de la enseñanza-aprendizaje y el fracaso o éxito escolar, se
utilizan siempre, a veces implícitamente, los resultados de las
investigaciones de Bernstein.
Las traigo a colación, porque nos van a
permitir descubrir y comprender lo que ha pasado y está pasando en el sistema educativo catalán, sin necesidad de recurrir a los informes precitados ut supra.
Sin entrar en los detalles de sus investigaciones y en los
debates que provocaron, diremos que Bernstein, a partir de su
experiencia profesional como profesor, establece una relación muy
estrecha entre clases sociales, lenguaje y éxito o fracaso escolar. Esto
le lleva a formular la teoría de los dos códigos, que él pone en
relación con dos clases sociales diferentes y con los resultados
escolares.
Por un lado, está el código elaborado, que
es la lengua utilizada por las clases medias -favorecidas desde el punto
de vista económico, social y cultural- y que conduce normalmente o más
frecuentemente hacia el éxito escolar.
Por el otro, está el código restringido,
que es la lengua de las clases trabajadoras -desfavorecidas económica,
social y culturalmente- y que, más frecuentemente, lleva al fracaso
escolar.
Estos resultados escolares diferentes se deben, según Bernstein, al
hecho de que los hijos de las clases medias cuando llegan a la escuela
se encuentran con una lengua vehicular de enseñanza-aprendizaje que
coincide con el código elaborado, adquirido en el privilegiado contexto
familiar y social en el que han crecido; por eso, al llegar al centro
escolar, se encuentran como pez en el agua y el éxito académico es,
entre ellos, más común que el fracaso.
Sin embargo, los hijos de las
clases trabajadoras entran en contacto, cuando llegan a la escuela, con
una lengua vehicular (código elaborado), que es muy diferente de la que
utilizan en el desfavorecido ambiente familiar y social (código
restringido); de ahí que el fracaso escolar sea más frecuente entre ellos.
Si lo que expone Bernstein sucede cuando los hijos
de la clase media y de la trabajadora utilizan como lengua vehicular una
lengua que coincide con la lengua materna de los alumnos, ¿qué puede
ocurrir cuando la lengua vehicular de la escuela (por ejemplo, el
catalán) es una lengua distinta de la materna o propia (por ejemplo, el
español), como sucede en la mayor parte de los casos del alumnado de
Cataluña?
Lo lógico será que el número de fracasos escolares aumente
sustancialmente entre los alumnos que son hijos de las clases
trabajadoras y/o tienen -como lengua materna, habitual y propia- una
lengua diferente de la utilizada -como lengua vehicular en la escuela-
por el profesor o en los libros de texto o material escolar.
Esta deducción lógica
es corroborada por los informes PISA y por los informes evaluativos de
la Generalidad o del Ministerio. En efecto, en todos ellos, se cita y se
utiliza el nivel económico, social y cultural de la familia y del
contexto familiar, entre otros factores, para motivar y justificar los
resultados insatisfactorios de los alumnos catalanes evaluados.
Ante estas aportaciones de la sociolingüística, que desmontan las afirmaciones gratuitas o memeces de la casta política catalana y de ciertos pedagogos
cuando hablan de los resultados de la enseñanza en Cataluña, sobra
cualquier tipo de comentario. Ahora bien, quiero terminar esta
cogitación citando la conclusión de un informe de la Fundación Jaume
Bofill, que no es sospechosa de ser anticatalanista:
en Cataluña, ‘el
dret a una educació de qualitat per tothom és encara un objectiu
pendent d’aconseguir. Excel·lència i equitat continuen sent dos reptes
pendents en el nostre sistema educatiu. Catalunya té un dels nivells
d’abandonament escolar prematur més elevat de la Unió Europea, i un dels
nivells de formació de la població jove més baix’ (Informe-Anuari: L’estat de l’educació a Catalunya 2006-2007, p. 16-17).
Coda: “Je ne demande pas à être approuvé, mais à être examiné et, si l’on me condamne, qu’on m’éclaire”, (Charles Nodier)." (Manuel I. Cabezas González, lavozdebarcelona.com, 31/05/2013)
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