"Unos
33 mil ricos –0.1 de la población– compraron las elecciones nacionales
de Estados Unidos el año pasado, mientras los ingresos de los ejecutivos
empresariales se incrementaron aún más en 2012; un banco trasnacional
que lavó fondos en este país para narcotraficantes y mafiosos fue, en
esencia, perdonado a cambio de un poco de lana; todo esto mientras un
sector secreto del gobierno espió, sin permiso de nadie, a la mayoría de
ésta y otras poblaciones.
Para colmo, a la vez que se ofrecen discursos
en el extranjero sobre el apego al derecho internacional, la defensa de
los derechos humanos y la democracia, en los hechos hay demasiadas
contradicciones como para que las palabras tan elocuentes tengan
credibilidad.
Todo esto tendría que estar en cualquier lista de síntomas para
diagnosticar si una democracia se encuentra en estado crítico.
Según
la Fundación Sunlight, 31 mil 385 personas –una décima parte del uno
por ciento de la población de Estados Unidos– aportaron casi 30 por
ciento de los 6 mil millones de dólares en contribuciones a las
elecciones federales en 2012 (presidenciales y legislativas). O sea,
este grupo, muy exclusivo, que ni siquiera llenaría un estadio de futbol (...)
Mientras
tanto, el gigantesco banco trasnacional HSBC logró resolver su problema
legal pagando 1.92 mil millones de dólares a las autoridades, sin tener
que enfrentar cargos criminales por haber lavado miles de millones en
fondos provenientes del narcotráfico en México y Colombia, y negocios de
país bajo sanciones económicas por posibles actividades terroristas. Si
uno es integrante del uno por ciento, la justicia no es igual para
todos.
En el ámbito internacional, Washington continúa amenazando a países
latinoamericanos para que no permitan el tránsito o sean destino del
fugitivo Edward Snowden, acusado de ser espía por haber revelado
secretos de que Estados Unidos podría estar violando los derechos de
millones de ciudadanos y espiando poblaciones de cualquier otro país, al
parecer, que se le antoje.
Mientras Washington intenta enfocar la
atención sobre Snowden, el asunto más grave es lo que el fugitivo
reveló: un aparato masivo de vigilancia y espionaje a ciudadanos aquí y
todas partes del mundo, y con ello engaños y falsedades por los más
altos funcionarios ante representantes del pueblo sobre todo esto.
Lo
que vemos aquí, una vez más, es una corriente autoritaria en la vida
política estadunidense, en la cual los oficiales políticos más poderosos
no pueden cometer delitos y hacer maldades. (...)
A
la vez, con la gran preocupación por la democracia en el mundo, el Wall
Street Journal, en su editorial sobre la crisis política en Egipto,
concluyó que los egipcios tendrían suerte si sus nuevos generales
gobernantes resultaran estar en el molde de Augusto Pinochet, de Chile,
quien tomó el poder entre el caos, pero contrató a reformistas de
mercado libre y asistió el parto de una transición a la democracia.
O
sea, ¿la recomendación de uno de los medios nacionales más importantes
en este país democrático son 17 años de dictadura, junto con tortura,
desapariciones y asesinatos de miles?
Éstos son sólo algunos de los más recientes indicadores de la condición
democrática de Estados Unidos" (David Brooks, La Jornada, Jaque al neoliberalismo, 09/07/2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario