"(...) Tal como indicó el Presidente Nixon, “el
mayor peligro que tenemos es que el gobierno de Allende pueda
consolidarse y sea exitoso. Tenemos que evitar por todos los medios que
otros países de América Latina se sientan atraídos por la experiencia
del gobierno de Allende”.
El establishment económico y financiero
estadounidense se alió con el establishment chileno (en una alianza de
clases a nivel internacional) en ayuda de sus intereses de clase en
contra de los intereses de las clases populares de ambos países, y muy
en particular en aquel momento, en contra de las clases populares
chilenas. (Ver Navarro, V., “Chile through the mirror of events in the
health sector”, Social Praxis, 2T 1-2 pp 25-66, 1974).
Es importante subrayar que no fue EEUU
el que impuso Pinochet a Chile, como constantemente se indica. Yo pude
ver con mis propios ojos que los que llevaron a cabo el golpe militar
fueron la burguesía chilena, la oligarquía chilena, las clases medias de
renta alta chilenas, la Iglesia chilena, la banca chilena, y la mayoría
de las fuerzas armadas chilenas, apoyadas, no por EEUU (EEUU no era
entonces ni es ahora un país de 300 millones de imperialistas), sino por
el gobierno federal presidido por el republicano del Presidente Nixon
(que no podía ir a barrios obreros en EEUU por su enorme impopularidad,
consecuencia de la enorme represión del gobierno federal en contra de
los mineros en la cuenca minera de los Apalaches -la Asturias de EEUU-,
que habían amenazado con paralizar el este de EEUU mediante una huelga
general en los sectores energéticos basados en el carbón).
Donde las reformas fueron más acentuadas
fue en las áreas sociales, y muy en particular en el área sanitaria. Yo
estaba de Profesor Visitante en la Escuela de Salud Pública de Chile,
junto con mi amigo Hugo Behm, decano de dicha Escuela, y nuestro común
amigo Gustavo Molina, muy próximo al Presidente Allende.
Lo que intentó
el gobierno UP fue potenciar el sector público, tal como el Servicio
Nacional de Salud, a costa del sector privado, al cual se le permitió su
existencia (continuando atendiendo a las clases más pudientes), pero
sin permitirle (como todavía ocurre en España) que parasitara al sector
público (utilizando el sector público sin retribución de los costes de
dicha utilización) e incentivando la dedicación a pleno empleo de los
profesionales sanitarios en el sector público (lo cual creó una enorme
resistencia de los Colegios de Médicos, controlados por la medicina
privada).
En farmacia, el gobierno prohibió que se distribuyeran en las
farmacias chilenas productos que no hubieran sido autorizados por las
agencias de control de calidad (de fármacos) existentes en Chile y en
otros países (incluido en EEUU). El “dumping farmacológico” (venta de
productos, desechados en los países ricos, a países en vías de
desarrollo) es un fenómeno generalizado todavía hoy. Tales medidas
originaron una enorme resistencia de la industria farmacéutica (que,
según documentó el Congreso de EEUU, fue la que financió el golpe
militar).
Como en España, el golpe militar era la
respuesta defensiva de las clases pudientes frente a las demandas de las
clases populares. (...)
Cuando el golpe militar tuvo lugar, se
produjo una enorme represión. Mi amigo Hugo Behm estuvo detenido en un
campo de concentración. Estando en este campo, y a propuesta mía, la
Asociación Norteamericana de Salud Pública, The American Public Health
Association, que reunía a 100.000 profesionales salubristas (expertos en
políticas públicas encaminadas a mejorar el bienestar y calidad de vida
de los ciudadanos) de Norteamérica, le nombró Presidente Honorario de
su Asociación.
Este espléndido caso de solidaridad fue fruto de una
alianza internacional de los que luchaban por conseguir una mejor salud y
bienestar social para sus pueblos. En realidad, la dictadura fue
particularmente represiva entre los grupos profesionales, contra estos
salubristas que, en su gran mayoría, habían apoyado las reformas
sanitarias del Presidente Allende y su gobierno.
En España, por cierto,
la represión del golpe militar fue, entre los profesionales, contra los
maestros (como mis padres) que habían apoyado y llevado a cabo las
reformas educativas de la República española.
Durante la dictadura chilena la sanidad y
la educación públicas fueron privatizadas, habiéndose deteriorado de
una manera muy marcada la calidad de ambas. (...)
Durante muchos años, el modelo chileno
neoliberal generado por la Escuela de Economía de la Universidad de
Chicago, que asesoró a la dictadura chilena, se ha presentado como un
gran éxito. El portavoz más ultraderechista del capital financiero
estadounidense (el Wall Street Journal) ha sido uno de sus máximos
promotores, habiendo indicado últimamente en un editorial que lo que
necesita Egipto es una dictadura como la del General Pinochet.
Los datos
que constantemente se utilizan a favor de este supuesto éxito del
modelo Chicago son: un crecimiento elevado de su PIB (un 6% por año), un
bajo desempleo (un 7%), y un elevado grado de inversión, tanto
extranjera como doméstica. En reconocimiento de tal “éxito”, Chile fue
el primer país de Latinoamérica aceptado en la OCDE (el club de los
países más ricos del mundo).
Lo que no se dice en esta
promoción del modelo chileno es que los salarios están entre los más
bajos (en relación a su PIB per cápita) de la OCDE, habiendo sido ello
causa (como en España) de un enorme crecimiento del endeudamiento de las
familias. En 2012, la tasa de endeudamiento de las familias era de un
59% de toda la renta recibida, con unos de los intereses más elevados en
el dinero recibido prestado.
Según una encuesta realizada en 2012 por
el Market Rescue Institute de la Universidad Católica de Chile, solo un
36% de chilenos creía que podrían comprarse una casa, debido a la
dificultad de conseguir crédito a un interés razonable y que pudieran
pagarlo (citado en el artículo de Benedikter y Siepmann).
Este enorme endeudamiento
explica (como también lo explica en España) el enorme crecimiento del
sector financiero en Chile. Dicho crecimiento ha sido nada menos que
cincuenta veces superior al crecimiento de la economía real (la economía
que produce bienes y servicios).
Hoy el centro de poder (lo mismo que
en España) es el capital financiero, que también controla la
financiación y gestión del limitado Estado del Bienestar chileno (que
incluye desde las pensiones a los servicios sanitarios y educativos,
todos ellos privatizados).
La privatización masiva de la gran
mayoría de actividades económicas y sociales (punto central en el modelo
chileno neoliberal) que se hizo, en teoría, para ofrecer mayor elección
de bienes y servicios a los ciudadanos, ha facilitado previsiblemente
la creación de monopolios que han encarecido el precio de muchos de los
bienes y servicios proveídos por el sector privado. Y ello tanto en el
sector privado como en el público.
Así, una de las industrias más
importantes de Chile es la de producción de papel, resultado de la gran
extensión de bosques existentes en el país. Pues bien, a pesar de la
gran abundancia de la materia prima –madera-, el coste del papel en
Chile es mayor que en otros países de América Latina que no tienen la
riqueza de este recurso. Y ello es resultado del gran monopolio que
existe en dicha actividad económica.
Resultado de este enorme crecimiento del
capital financiero y de la monopolización del capital productivo, hemos
visto un enorme crecimiento de las rentas superiores procedentes del
capital, a costa de un enorme descenso de las rentas del trabajo (tal
como ha ocurrido también en España), siendo Chile (como España) uno de
los países con mayores desigualdades de renta de la OCDE. (...)" (Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 19 de septiembre de 2013, en www.vnavarro.org, 19/09/2013)
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