24/10/18

Es el momento en que la ira de las masas sometidas a décadas de carnicería social encuentra nuevos canales políticos para expresarse. De ahí las continuas revueltas electorales que hemos presenciado en los últimos años... y el surgimiento de nuevas fuerzas unidas por la petición de un retorno de la soberanía popular y un estado nación llamado a proteger los estratos sociales que han pagado el precio de la crisis...

"(...) Después del largo período de guerras y totalitarismo en la primera mitad del siglo XX, el impulso por una mayor ampliación del principio democrático, que ya no quiere limitarse a la igualdad formal de los ciudadanos, comienza en respuesta a los efectos devastadores de la cancelación de la democracia. (una cabeza un voto) pero se extendió progresivamente (ver la Constitución italiana de 1948) para garantizar, al menos básicamente, una igualdad sustancial, eliminando los obstáculos sociales y económicos que se interponen entre ellos.Es el momento del compromiso keynesiano entre capital y trabajo, que ve la progresiva igualación entre los derechos civiles y los derechos sociales a través de la extensión del bienestar, es el momento en el que, entre finales de los años sesenta y principios de los años setenta, de nuevo se debe lograr un reconocimiento más radical e igual a través de nuevas formas democráticas que van más allá de la democracia representativa.  

Así vuelve el temor de las clases dominantes que, como a principios del siglo XX, vuelven a hablar de un "exceso de democracia" que podría generar una "dictadura de mayorías".Es curioso que estas alarmas vuelvan a resonar hoy, después de cuarenta años de contrarrevolución liberal que han destruido las ideas y prácticas, así como las fuerzas políticas que las apoyaron (incluso si éstas, más que aniquiladas, fueron domesticadas) asociadas al sueño de ampliación de la democracia.  

Después del divorcio entre el principio liberal y el principio democrático (ver Colin Crouch), entre la democracia y el mercado, que se ha celebrado durante algún tiempo, generando instituciones y regímenes liberales pero no democráticos, como la Unión Europea que encarna el sueño reaccionario de Ludwig von Hayek.  

Es decir, la reducción de la democracia a un caparazón vacío que solo sirve para sancionar las decisiones tomadas por la casta y los grupos de presión que manejan grandes flujos de capital, bienes y mano de obra.Curioso pero no demasiado. Después de los momentos de dominación indiscutible del capital global, es normal que lleguen los "momentos Polanyi", es decir, los momentos en que la ira de las masas sometidas a décadas de carnicería social encuentra nuevos canales políticos para expresarse, los momentos en que la política se sobreponga a la economía. 

De ahí las continuas revueltas electorales que hemos presenciado en los últimos años, el colapso de las fuerzas políticas tradicionales, cada vez más identificadas como enemigos por las clases populares, y el surgimiento de nuevas fuerzas, muy diferentes desde un punto de vista ideológico, pero unidas por la petición de un retorno de la soberanía popular y un estado nación llamado a proteger los estratos sociales que han pagado el precio de la crisis.

 Es este retorno, a menudo "bárbaro", analfabeto y desordenado, como siempre lo son los movimientos que surgen desde abajo, lo que se denomina "peligro populista" y contra el cual la santa alianza invoca los santos pactos de Macron a Tsipras.  (...)"                 (Carlo Formenti, Mivromega, blog, 15/10/18)

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