"(...) Lo cual plantea inquietantes enigmas culturales, entre los que
destaca la súbita conversión de los catalanes al nacionalismo étnico,
victimista y antiespañol. ¿Cómo es posible que el pueblo más culto,
moderno e ilustrado de la península Ibérica haya caído en semejante
regresión irracional?
Algunos podrían pensar que tal ensoñación ilusoria
solo resulta explicable por la eficaz propaganda de unas élites
políticas que explotan la credulidad del pueblo catalán para desviar la
atención de su propia ejecutoria neoliberal. Pero con esta
interpretación regresamos al punto de partida, pues sigue sin entenderse
cómo la población española más escolarizada y de mayor desarrollo
cívico haya podido caer víctima de tanta manipulación.
Y en seguida
surge como precedente lo que una historiadora catalana (Rosa Sala Rose)
llamó “el misterioso caso alemán”: ¿cómo se entiende que el pueblo más
avanzado de Europa inventase el nacionalismo völkisch? Al decir
esto, no pretendo recurrir a la llamada “banalización del nazismo”,
pues de ninguna forma cabe pensar que el catalanismo pudiera caer nunca
en la criminalidad nazi.
Pero sí deseo subrayar la flagrante
contradicción que existe entre una sociedad vanguardista que en lo
material y lo cultural siempre ha estado a la cabeza de España, como es
la catalana, y una ideología política tan regresiva e involucionista
como es el nacionalismo völkisch: un caso típico de lo que Jeffrey Herf llamó modernismo reaccionario.
Y la explicación que me parece más plausible del enigma catalán es la
misma que la del misterioso caso alemán: el factor responsable del
hecho diferencial catalán y alemán es el modelo de familia troncal
(también genuino de la comunidad foral vasconavarra), basada en la
autoridad paterna y el reparto desigual de la herencia en beneficio del
primogénito con exclusión del igualitarismo fraterno.
Pues, tal como ha
argumentado el demógrafo histórico Emmanuel Todd, este tipo de familia
da lugar a una antropología política basada en el diferencialismo
particularista y el autoritarismo jerárquico, típicos del nacionalismo völkisch.
Y esto explica tanto la insolidaridad de la Alemania de Merkel con el
resto de la Unión Europea como la negativa de los catalanes a compartir
la caja común española del igualitario café para todos.
Pues bien, esta interpretación basada en el tipo cultural de familia
troncal también permite explicar que, a la hora de plantear su demanda
de secesión, las élites catalanas la formulen como un divorcio
unilateral y contencioso, en lugar de inspirarse en el divorcio de mutuo
acuerdo.
Es lo que se ha denominado impropiamente la deslealtad
del soberanismo catalán en su propuesta de consulta secesionista, pues
en lugar de pactar la pregunta (y las reglas del referéndum) con el
Gobierno central, como se ha hecho por ejemplo en el caso escocés, se ha
preferido imponerlo unilateralmente por anticipado, sin consultarlo con
la otra parte afectada, según la fórmula anunciada el pasado 12 de
diciembre.
Esta deslealtad unilateral, que revela su contenciosa
premeditación, es la que obligó al PSC a retirarse de la consulta del
derecho a decidir. (...)" (EL PAÍS 31/12/13, ENRIQUE GIL CALVO, en Fundación para la Libertad)
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