8/10/14

Londres con 15 millones de habitantes, convierte recursos venidos de fuera, en 15 millones de toneladas de desperdicios sólidos y vierte 66 millones de toneladas de Carbono, y consume 22 millones de toneladas de petróleo cada año

"(...) Casi todas las ciudades grandes y todas las mega ciudades hoy, más que nunca antes en la historia, son ruidosas, congestionadas a pesar de que algunas tienen formidables autopistas y moderno transporte público, derrochadoras de recursos, devoradoras de agua, alimentos, combustible y energía y productoras de montañas de basura, polvo contaminante, esmog, ozono, monóxido de carbono, dióxido de azufre y más. 

La OECD (Organización para la Cooperación al Desarrollo Económicos) estima que las ciudades hoy usan la mayor parte del flujo energético que se produce en el mundo -dominan el 82 por ciento del consumo mundial de gas natural, el 76 por ciento de carbón y el 63 por ciento del consumo de petróleo. Las 25 ciudades más grandes producen más de la mitad de la riqueza del mundo.

El escritor canadiense Andrew Nikiforuk en su libro “Energy of the Slaves” (La energía de los esclavos) nos muestra varios ejemplos de lo que él llama el metabolismo patológico de las mega ciudades, describiendo a Londres en Inglaterra (la madre de la mega ciudades) y citando al urbanista Herbert Girardet que nos informa que Londres con 15 millones de habitantes en su área metropolitana, convierte recursos y energía venidos mayormente desde fuera de Londres en 15 millones de toneladas de desperdicios sólidos y vierte 66 millones de toneladas de Carbono, al tiempo que consume 22 millones de toneladas de petróleo cada año.

 Londres monopoliza las tres cuartas partes de la energía de la isla de Gran Bretaña aunque sus habitantes ocupan solamente 1580 kilómetros cuadrados. Para alimentar a Londres se necesita cultivar alimentos, criar animales comestibles y proveer maderas en 196.800 kilómetros cuadrados, vale decir las tres cuartas partes de toda Gran Bretaña.

Un impacto conocido y gigantesco de ciudades grandes y mega ciudades es la polución del aire; en París esta se extiende por más de 100 kilómetros fuera del área metropolitana. Según el Clear Air Institute (Instituto de Aire Limpio) en América Latina, Ciudad de México, Santiago de Chile, San Salvador y Montevideo, tienen excesiva polución que causa serios problemas de salud a sus habitantes. 

El otro conocido impacto es con respecto al agua; en grandes y mega ciudades en promedio un tercio de sus habitantes vive en barrios pobres con pequeña o ninguna seguridad de suministro de agua. Con el fin del petróleo barato viene el aumento del costo de la energía por lo tanto se hace más difícil tratar el agua y obtener agua limpia. Ciudad de México con 21 millones de habitantes está cerca de secar sus acuíferos que ya están contaminados.

 El rio Riachuelo en Buenos Aires, donde viven 12 millones de personas y casi cuatro millones de ellas viven de su cuenca de drenaje, tiene 50 veces más metales pesados de lo permitido. Shanghai, con 23 millones de habitantes, tiene ríos contaminados con agua salada. Bangkok la gran ciudad de Tailandia, la llamada “Venecia del Oriente,” tiene contaminación de ruido y polución que superan todos los límites y el agua contaminada de sus canales se ha vuelto fétida.

 Como consecuencia del cambio climático, ha aumentado el nivel del mar afectando ciudades como Mumbai en la India ubicada en costas planas y con 25 millones de habitantes -afectados ya por las fuertes lluvias que hacen colapsar su sistema de aguas servidas. Un aumento del nivel del mar significa que eventualmente partes enteras de la ciudad quedaran sumergidas envenenando sus acuíferos.

A esta irracionalidad de crecimiento deformado en las zonas urbanas se suma la locura capitalista del crecimiento eterno al que sucumbe incluso China; según cálculos de sus autoridades y promotores en los próximos 25 años se construirán 50 mil rascacielos en ese país, la mitad de lo que se planea construir en todo el mundo –mas allá de que se haga esto realidad dado el creciente costo de la energía. 

China cuenta ya con 120 ciudades con más de un millón de habitantes que consumen 55 millones de toneladas de carbón cada año, ciudades pobladas por las más de 400 millones de personas que han abandonado el campo en busca de oportunidades.

La explosión de las megas ciudades ha creado una clase de asesores y académicos promotores activos del crecimiento de estas urbes con la idea de que de esta forma se crea riqueza; hay una complicidad que le sirve a los especuladores del sector inmobiliario y financiero, que aunque desprestigiado continúa promoviendo el crecimiento en base al crédito.

 Hay una ideología dominante en favor del crecimiento eterno que se propaga gracias a la falsimedia que funciona más que como agencias de información como agencias de propaganda de un sistema que está claramente colapsando. Por ejemplo la revista Economist, y su pomposa “Intelligence Unit” (Unidad de Inteligencia) ha dado un reporte tan dudoso como fantasioso sobre las ciudades más habitables del mundo, que son por supuesto todas localizadas en el Primer Mundo, diciendo lo que muchos quieren escuchar, que hay ciudades paraísos y otras que están muy lejos de serlo, como Moscú, San Petersburgo y Caracas. (...)

El agotamiento comprobable de importantes recursos, como el combustible fósil y los minerales, la falta de energía y de agua; la proliferación de impactos negativos al medio ambiente consecuencia de la extracción y uso de los recursos naturales, el cambio climático que ha transformado ya regiones a través de habituales sequías o de inundaciones, y los trastornos financieros consecuencia de la incapacidad de nuestros sistemas monetario y bancario, y de la imposición de acarrear enormes deudas privadas y públicas pues gran parte del crecimiento económico del mundo occidental se ha debido a la generación de deudas de todo tipo en las últimas décadas, nos habla de este colapso. 

La solución a estos graves problemas no puede venir de manos de la tecnología, las comunicaciones o el internet. Se trata de problemas básicos y materiales que requieren soluciones también fundamentales y materiales, un plan racional que considere la realidad y no la fantasía y que tome en cuenta el tamaño del peligro de un colapso con potencialidad de terminar con la existencia humana. Una barrera importante que bloquea el entendimiento general sobre la severidad de los problemas que enfrentamos es sin duda la falta de ética reinante y la generalizada corrupción de las élites que manejan el poder y de sus administradores políticos en los países más agresores del mundo. (...)

Y sin embargo aunque sea difícil adaptarse a una vida más elemental, más sobria y balanceada, no debemos descartar la posibilidad en algunos lugares del mundo de que el sentido común se imponga y desarrollemos el potencial necesario para enfrentar las dificultades que nos esperan a nivel personal, de grupos humanos e incluso de países."          (Rebelión, Mario R. Fernández, en  Attac Madrid, 04/10/2014)

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