25/11/14

Presenciemos el desmoronamiento del orden institucional, que desembocará en un nuevo periodo de inestabilidad, en el que todo puede pasar

"(...) El sociólogo y politólogo Ignacio Sotelo hace un análisis sobre esta transformación en su ensayo  “España a la salida de la crisis”, y sitúa el punto de partida en la crisis económica: “En tres décadas el neoliberalismo triunfante desemboca en una crisis de grandes dimensiones que ha terminado por consolidar un nuevo tipo de capitalismo, el financiero, con el que el poder pasa de las compañías industriales a los grandes consorcios financieros de inversión. 

Es el acontecimiento que señala la salida de la crisis, inaugurando una nueva época”. (...)

En España el paro se ha estabilizado en torno al 25%, afectando sobre todo a la mano de obra no cualificada que tendrá muy difícil volver a encontrar un empleo a largo plazo. Esto supone un problema estratégico, ya que “el tema central de esta nueva etapa del capitalismo es cómo sostener una población no empleable, que ni siquiera se necesita como ‘ejército de reserva’”. 

 No se trata de un asunto baladí, ya que “cambios de tanto peso en el mercado de trabajo traen consigo una transformación radical del orden socioeconómico”, escribe Sotelo.
 
Es decir, la hegemonía del capitalismo financiero sobre los otros tipos de capitalismo desarrollados hasta el momento (comercial e industrial), está cambiando el mundo: “Las consecuencias sociales y económicas no pueden ya ser ignoradas: disminución, cuando no, desaparición de los puestos de trabajo que no exijan una alta cualificación, descenso de los salarios. 

Desmontaje progresivo del Estado social, proletarización de las clases medias, rápido aumento de la desigualdad social, concentrada la riqueza en cada vez menos manos”, escribe Sotelo. (...)

La creciente desigualdad social, unida al creciente empobrecimiento de las capas sociales medias y trabajadoras (otro ejemplo: Cáritas ha informado que en 2013 atendió a 2,5 millones de personas en riesgo de exclusión social, 600.000 más que en 2012), provocaría incertidumbre y temor, y también supondría un duro golpe para la legitimidad del sistema político, según Ignacio Sotelo.

 Y, en consecuencia, “el distanciamiento crítico del capitalismo alcanza al régimen político que lo sustenta, la democracia representativa, poniendo en tela de juicio el orden político establecido”. La señal más evidente de que esto está ocurriendo en España sería “el distanciamiento creciente de los ciudadanos, no de la política, sino de los políticos”, escribe Sotelo. (...)

El hastío que una parte importante de los ciudadanos siente hacia el sistema político español y que se expresa en un auge espectacular de Podemos y del independentismo catalán, cuyos discursos se basan precisamente en la ruptura de ese sistema, podrían interpretarse en clave de fin de ciclo. 

Sin embargo, no hay que olvidar que los apoyos a Podemos y al independentismo en Cataluña no son mayoritarios en el sentido de superar el 50%. Las encuestas dan a Podemos, como mucho, una intención de voto del 25% del electorado mientras que el 75% restante apoyaría a otras fuerzas políticas que no plantean discursos rupturistas. Lo mismo ocurre en Cataluña, donde el independentismo se ha convertido en una fuerza muy importante a tener en cuenta, pero no es la opción de la mayoría de la población, al menos de una mayoría clara.

Teniendo en cuenta esta situación se podría concluir que la sociedad española, al igual que el resto del mundo, está sufriendo una transformación en el modelo socioeconómico que tiene consecuencias en la política.

 Una parte muy importante de la sociedad considera agotada la legitimidad de las instituciones políticas del Estado y de sus representantes y apoya opciones que pretenden romper ese marco. Sin embargo, hay muchas más que continúan apoyando las opciones políticas tradicionales, a pesar de que también les afecta la transformación socioeconómica. 

Lo cierto es que en España no existe, hoy por hoy, una mayoría clara que ponga en práctica una ruptura del sistema político. Pero tampoco existe una mayoría que haga innecesarios los cambios en ese sistema. ¿Qué puede pasar?

Sotelo es pesimista. Según él, “lo probable es que en los próximos años, pese a los muchos discursos retóricos sobre la necesidad de cambios profundos, presenciemos el desmoronamiento del orden institucional, que desemboque en un nuevo periodo de inestabilidad, en el que todo puede pasar, como ha ocurrido otras veces en nuestra historia”.      (Michael Neudecker ,   Ssociólogos)

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