18/11/14

Zizek: Solo la izquierda radical nos puede salvar del fundamentalismo.

"(...) Desconfía de la democracia básica y asamblearia. ¿Sigue el movimiento de Pablo Iglesias?

Sí, yo soy un gran oportunista. ¡A intentarlo siempre! ¡Todo! Y mientras se vaya haciendo, puede que surja algo nuevo, aunque no sea lo que te esperabas. Dirá usted: si soy tan pesimista ¿para qué empezar algo? Porque de verdad pienso que el capitalismo, se ha cavado su propia tumba. No creo que haya una catástrofe inmediata, pero a largo plazo… Lo que hay en el horizonte es la desaparición gradual de la democracia. 

No hablo de un golpe fascista, sino de que los mecanismos democráticos son cada vez más irrelevantes. Para decirlo en forma de chiste: Hollywood lo sabe. Todos sus grandes éxitos, últimamente, Los juegos del hambre, etcétera, son una visión de una sociedad nueva de clases, postapocalíptica, con apartheid, con organismos ricos depredando a los pobres. Es una tendencia mundial. La ecología… ¿cómo se resuelve eso?

Difícil, muy difícil…


Casi no hacemos nada. Incluso la propiedad intelectual, me parece interesante. Ya estamos entrando en una fase de comunismo salvaje en este aspecto. La gente se baja de internet películas, música, normalmente copias piratas, ilegales. Pero no sabemos cómo reorganizar la economía legal. ¿Cómo coordinarlo, quién lo controlará? Veo muchos problemas. Y no veo soluciones. Esta es mi posición trágica, si quieres.

Carencia de coordinación y control, ¿no sería más anarquismo que comunismo?


Ah, no… No olvidemos: para que funcione lo de la propiedad intelectual se necesita una estructura de mecanismos globales muy potentes. No, creo que nuestro problema hoy día no es la democracia local. Nuestro problema son las nuevas formas de organización global. ¿Cómo tratar la ecología? No a través de iniciativas locales. Dios, necesitamos iniciativas globales megagrandes, mucho mayores que un único Estado. (...)

 Niall Ferguson dijo que la globalización hoy día no hace más que recuperar el nivel que había a finales del siglo XIX, época colonial, cuando mercancías y personas viajaban por todo el mundo.

Sí, pero al mismo tiempo es algo muy paradójico. Me gusta lo que escribió mi amigo, por otra parte más bien de derechas, el filósofo alemán Peter Sloterdijk: que la globalización no es simplemente que todos vivimos en una aldea global, sino que también es como un globo, un espacio cubierto, aislado. Algunos están dentro, la mayoría fuera, pero no tenemos realmente contacto con ellos. 

Los bienes circulan cada vez más, pero para las personas, incluso tras la caída del Muro de Berlín, ahora surgen por todas partes nuevos muros. En África del Norte, el Muro de Cisjordania, la frontera de Estados Unidos con México, etcétera. Capitalismo global significa nuevas formas de apartheid.

Y la vieja consigna comunista de Obreros del mundo uníos ¿ya no vale?


El problema es: quiénes son hoy esos obreros. El primer paso es identificarlos, ubicarlos. Ya no es una única clase obrera, como para Marx. Sabemos que tenemos cada vez a más personas en paro, trabajadores precarios… Por decirlo de manera irónica, hoy la posición de un clásico obrero explotado –vale, te explotan pero tienes un empleo estable con un salario garantizado– es casi un privilegio. 

He ahí el primer problema. Deberíamos incluir a los que están fuera. No sólo a los inmigrantes indocumentados sino a los parados de larga duración. Creo que en las protestas en España, en Grecia, incluso en Francia e Inglaterra había muchos estudiantes que sabían muy bien que sus estudios no les iban a servir gran cosa. Deberíamos dirigirnos a todos estos grupos descontentos.

¿Y a quién más?

Luego está el problema de los así llamados trabajadores intelectuales. Los marxistas siempre tenían ese problema: ¿son o no son parte del proletariado? Yo creo que sí. Algunos marxistas antiguos insisten en que uno debería trabajar físicamente, que eso sería la única clase trabajadora auténtica. Por otro lado, Toni Negri y sus amigos dicen que los intelectuales son los típicos proletarios de hoy en día. No, yo creo que el proletariado está disperso, no se puede encontrar una forma pragmática.

Da la impresión de que el proletariado clásico, físico, es hoy quien más vota a la derecha. ¿lo cree así?

Los partidos ex izquierda, como New Labour en Inglaterra, incluso los socialistas en España, tienen un terrible miedo a que se les vea como anticuados. Y conozco a la clase obrera que trabaja duro, físicamente, y es comprensible por qué votan a la derecha: sus competidores más inmediatos son los inmigrantes. 

Son los votantes ideales para partidos conservadores antiinmigración. Es fácil hacer teorías sobre cómo deberían verlo, pero en su experiencia inmediata, los inmigrantes significan competencia.  (...)

¿Cree que esta izquierda completamente nueva que reivindica podría surgir poco a poco, mediante elecciones, como Syriza en Grecia, o sólo a través de un cambio radical, algún tipo de cataclismo?

No soy tan pesimista. ¿Alguien se habría esperado algo como Syriza hace diez años? O mire a… no sé, a la Primavera Árabe. Puede que sea la mejor metáfora para nuestras esperanzas y nuestros temores. Explotó algo que nadie se esperaba. Un movimiento radical, prodemocrático, casi laico. 

 Pero terminó de una manera muy paradójica: cuando se introdujo un poco de democracia más auténtica, los Hermanos Musulmanes tomaron el poder en las elecciones. Y el resultado es que muchos manifestantes originales de Tahrir apoyaron el golpe militar. Este es nuestro callejón sin salida.(...)

 ¿Cree que en Europa pudieran ocurrir levantamientos radicales, comparables con los de Tahrir, capaces de cambiar de golpe un gobierno o sistema?

No, desde luego. Es lo que envidiamos de Ucrania. No tengo una opinión definitiva sobre los sucesos de Kiev, pero lo que nos fascinó en Europa es que todavía sea posible un suceso tan amplio, que reunía a cientos de miles de personas. Podemos hacer protestas a gran escala, en España, en otros sitios, pero no movilizar a la gente para un objetivo específico de transformación social. 

Por otra parte, y es una contradicción, yo todavía creo en Europa. Y está realmente en peligro. No tanto por los fundamentalistas como por nuestras propias fuerzas. Creo que Europa es el gran perdedor en esta lucha entre el capital global, democracia global y populismo antiinmigración. 

Mire las ideas europeas de igualdad, democracia, libertad, derechos humanos, todo eso refleja una cierta visión de la sociedad. Una sociedad justa y libre. En esto soy eurocentrista, por qué no. Si Europa se desvanece, si se convierte en simplemente uno de los centros menores del mundo, ¿qué lo reemplazará?

¿Hay candidatos?


Lo triste es que parece que sería –aunque no es correcto llamarlo así porque no tiene nada que ver con una raza– el modelo asiático… Capitalismo con antiguos valores asiáticos. Es decir, un capitalismo autoritario. China, Singapur, incluso Rusia… No será el fascismo a la antigua usanza, con su movilización política total, sino mucho más como Rusia hoy: tienes todas las libertades privadas, pornografía, puedes viajar, lo que sea, pero la estructura del poder es esencialmente autoritaria.  (...)

La pregunta de verdad es: hoy, con la dinámica del capitalismo global, ¿qué engendra el fundamentalismo? Esta es la pregunta.

¿Tiene la respuesta?

La respuesta es simplemente la dinámica del capitalismo, con esa carencia de formas de identidad colectiva. Es obvio: la destrucción de comunidades tradicionales o democráticas tiene que ver con las maneras de este nuevo capitalismo tardío después del 68, el capitalismo individual. El fundamentalismo es la reacción. Por eso pienso que solo la izquierda radical nos puede salvar del fundamentalismo.

¿Eso quiere decir que el glorioso mayo de París era también un fracaso?


París 1968 consiguió algo importante, no lo subestimemos. El feminismo por ejemplo: hoy día tratamos a las mujeres de manera muy diferente. Pero al mismo tiempo, sí, se incorporó perfectamente al capitalismo global. El resultado final de la revuelta fue un cambio hacia una nueva forma del capitalismo. 

Todos estos valores, contra la teocracia, por las libertades personales, el disfrute, el derecho al sexo… todo se incorporó. Hoy, el capitalismo ya no es la antigua autoridad patriarcal. Es hedonista, permisivo. Así que el 68 casi ganó, pero en la Historia solo le dio un nuevo impulso al capitalismo. (...)"      (Entrevista al filósofo Slavoj Zizek, Ilya U. Topper  , MSur , en Rebelión, 10/11/2014)

No hay comentarios: