22/12/14

El histórico militante anarquista Jacinto Toryho enjuició al nacionalismo catalán

"Jacinto Toryho, miembro de CNT y de la FAI y director de Solidaridad Obrera de 1937 a 1939, testigo del fracaso del golpe militar del 36 en Barcelona y de la llamada Revolución Española, denunció explícitamente en su libro Del triunfo a la derrota (Argos Vergara, 1977) cómo las gastaba el separatismo catalán cuando no conseguía llevar a su redil al movimiento obrero.(...)

 «Simultáneamente a la tragedia asturiana se produjo la tragicomedia de Cataluña. Aquélla fue un conato de auténtica revolución, mientras que ésta no pasó de mísera caricatura, bufonada que anegó en ridiculez a sus promotores. /…/ Los inspiradores, organizadores y directores de la ‘epopeya’ fueron dos alienados que se adueñaron de los resortes del Poder con la complacencia y la colaboración de varios cultores de la hipocresía en sus innumerables matices /…/ 

Al aludir a los inspiradores, organizadores y directores me refiero a José Dencás Puigdollers, consejero de Gobernanción, jefe de los servicios de Orden Público, también separatista y jefe de los ‘escamots’, grupos armados a los que imprimieron una tónica mussolinesca. Dencás era un separatista que odiaba a España con fervor satánico. Poseía todos los rasgos que el psiquiatra halla en el paranoico. 

Con anterioridad a la República había militado en la Lliga [Regionalista, de fuerte tendencia derechista]. Luego se pasó a la Esquerra y Estat Catalá. Siendo diputado de las Cortes Constituyentes, su pueril fervor antihispánico le llevó a desgarrar con una hoja de afeitar los escudos de la República Española que había grabado en los pupitres de los escaños correspondiente a Esquerra Catalana. 

Antes de la ‘proeza’ de octubre, los ‘escamots’, capitaneados por Badía, practicaban el deporte de apalear obreros a los que previamente secuestraban para someterlos a torturas diversas, por la más férrea negativa de éstos al menor con tacto con ellos. Porque los trabajadores de Cataluña, originarios de tierra catalana o de otros puntos de la Península, jamás tuvieron nada en común con los catalanistas de la derecha (la Lliga), ni con los de la izquierda (la Esquerra), quienes en lo social no eran fracciones diferentes, sino dos expresiones reaccionarias a las que solamente separaba un matiz partidista electorero. /…/ 

La insurrección de Cataluña tuvo una nota original: comenzó con una huelga general impuesta por el Gobierno contra la voluntad de los obreros que se negaron a hacer el juego a los innovadores. Pues tratábase de una innovación singularísima, ya que por primera vez en la Historia la huelga general la organizaba y dirigía el Poder público. Los ‘escamots’ de Dencás y Badía, armados hasta los dientes, los días 5 y 6 impusieron el cierre de fábricas, oficinas, bancos, tiendas, talleres. 

 Mas no habían contado con la ‘huéspeda’: los trabajadores se negaban a complacerlos. En algunas fábricas cedían momentáneamente ante las armas exhibidas por los representantes de la coacción oficial, mas apenas éstos se alejaban, volvían al trabajo con más ahínco. Los medios de de transporte fueron paralizados merced a la elocuencia de las ametralladoras de que hacían alarde los hombres de Badía. /…/ 

En el feudo de Dencás /…/ se halló un montón de cenizas de papeles y documentos incinerados antes de escapar [tras el fracaso del golpe de estado secesionista], pero encontróse sin haber sido pasto de las llamas la lista firmada por Miguel Badía con los nombres de las personas que deberían ser fusiladas al día siguiente del triunfo allí donde se las encontrara y sin formación de causa. La mayoría de esos nombres eran militantes de la FAI y de la CNT. /…/

  Acerca del ‘generalísimo’ de la insurrección separatista [Dencás] y de la Esquerra que la impulsó, escribió, en 1935, Joaquín Maurín [ex-secretario general de la CNT que se pasó a la facción antiestalisnista del marxismo], líder del Bloque Obrero y Campesino: /…/ 

“Dencás, jefe de la fracción de ‘Estat Catalá’, turbio en sus propósitos, no podía ocultar sus intenciones deliberadamente fascistas. Todo su trabajo de organización y toda su actividad política tendían hacia un objetivo final: un fascismo catalán. Su declaración de guerra a los anarcosindicalistas, sus ‘escamots’ de camisas verdes regimentadas, todo eso tenía un denominador común: el nacional socialismo catalán”».    (Somatemps, 20/11/2014)

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