"(...) “Las
tasas medias de beneficio empresarial en el siglo XVIII oscilaban entre
el 20 y el 30% anual; en las décadas de los 50 y 60 del siglo XX (era
keynesiana), se situaban en el 10%; en los 70 y 80 del siglo XX se
redujeron al 5% y hoy se sitúan en torno al 3,6%. (...)
En
este contexto se confirma que como estas inversiones no están dando los
frutos que estos empresarios esperaban, el capital se ha visto obligado
(en la busca de incrementar su tasa de ganancia y con la colaboración
de los lacayos que arteramente ha sabido utilizar), a recurrir a dos
medidas estrechamente vinculas entre sí; dos medidas sobradamente
conocidas y que en sus praxis no se ajustan a los cánones con los que
se debe desenvolver la economía; como son las concesiones de un crédito
indiscriminado y la cuasi total liberación de los condicionamientos que
determinaban a los capitales.
(...) en
el entendimiento de que con una política económica de expansión del
crédito (en función de que sólo se están posponiendo a un mañana los
problemas que en un hoy nos están acuciando) es imposible asegurar la
pervivencia del capitalismo; y en la certeza de que una economía en la
que como consecuencia de la especulación, el valor nominal que adquieren
los activos, ni se corresponden con su valor real, ni hay medios de
cambio que los estén representando; podríamos volver a inferir (como
hace siglo y medio lo hizo Marx), que los días del Capitalismo están
contados. En este último contexto vuelvo a utilizar los argumentos del
economista Andrés Piqueras…
“En concreto, Estados Unidos no ofrece información desde 2006 sobre las
emisiones de dólares que realiza, aunque al no facilitar esas cifras
viole las leyes internacionales. Y lo oculta porque está emitiendo
masivamente “dólares-chatarra” sin valor real.
El PIB mundial es de
cerca de 80 billones de dólares. Según el Banco de Basilea, el capital
financiero circulando por el mundo sin respaldo real oscila entre los
600 y los 650 billones de dólares.
Pero según las estimaciones del
Observatorio Internacional de la Crisis (a partir de algunos documentos
de la Casa Blanca y la Reserva Federal de Estados Unidos), el capital
financiero sin respaldo en el mundo podría alcanzar los 1.100 billones
de dólares. Por cada dólar que circula por el planeta al menos entre 15 y
20 son ficticios. Conclusión:
“Estamos funcionando en un sistema absolutamente demencial, basado en el puro engaño. Y esto lo saben todos”. Esto se traduce en el escenario geopolítico en que el principal acreedor de Estados Unidos, el que le compra los títulos de deuda pública, China, transforma los dólares-chatarra en riqueza real. Y lo hace comprando tierras en África, energía en América Latina o empresas en Asia. En el momento en que los principales países productores de petróleo, sobre todo Arabia Saudí, se nieguen a vender el escaso crudo que les queda en dólares-chatarra, el dólar colapsará.”
En consecuencia la situación es inquietante. A pesar de que la “casta”
pretenda vendérnosla como un árbol con raíces vigorosas. El Capitalismo
se cree (y en función de que nosotros también nos lo creemos) es casi
inmortal. (...)
El
Capitalismo es un dechado de virtudes y potencialidades corrompidas. Y
como tal hay que asumirlo. Solo hay una manera de poder domesticarlo.
Haciendo que éstas recobren lo que con nuestro subjetivismo han perdido.
Empoderándonos de un sistema de control con el que controlar a los que
desde siempre nos han venido controlando; es decir, dándole al pueblo el
ejercicio de los derechos y de las facultades que al pueblo han de
corresponderle. Y esto, a diferencia de lo que ocurrió en el pasado,
hogaño es factible materializarlo." (Leopoldo De Gregorio, Jaque al neoliberalismo, 17/12/2014)
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