"(...) Es la forma
en que nos relacionamos a través de las imágenes que se construyen
desde los grandes medios de comunicación y no de la experiencia viva, es
la forma en que consumimos un menú de mercancías degradadas y aceptamos
una construcción artificial y dirigida del sentido del mundo como si
fuese nuestro medio natural.
El espectáculo cumple en la sociedad de masas una función equivalente a
la que cumplía la religión en las sociedades tradicionales o el arte en
la formación del capitalismo. Su lógica consiste en hacer de la
representación que muestra algo más real que la experiencia vivida, más
real que nuestras propias necesidades, reduciendo al individuo a la
condición de espectador pasivo en la política, en la producción y el
consumo, en la aceptación del estado de cosas existente. (...)
El espectáculo, decía Debord, es la reconstrucción material de la
ilusión religiosa, el "cielo" donde los seres humanos sitúan sus propios
poderes separados de ellos, las "nubes" donde proyectamos nuestros
deseos, capacidades y posibilidades. “De ese modo, es la vida más
terrena la que se vuelve opaca e irrespirable”, concluía.
Por el
contrario, la apuesta de los situacionistas era, creo, bajar de las
nubes y regresar a esa vida terrena, hacerla vivible, respirable,
intensa. Politizar la vida. ¿Cómo investigaron los situacionistas la
vida cotidiana de su época y buscaron transformarla? ¿Por medio de qué
procedimientos, de qué dispositivos, de qué invenciones?
Luis Navarro.
En su primera época, los situacionistas desarrollaron una serie de
prácticas que -quizá en un exceso de racionalización- pretendían elevar a
la condición de técnicas, pero que en su campo no pasaron de ser, como
tu bien dices, “procedimientos”.
Algunos muy eficaces, como la deriva
experimental, el paseo sin meta como forma de romper con las rutinas
que rigen los comportamientos habituales y propiciar experiencias
inéditas.
El desvío era el modo de eludir los pasos establecidos, tanto en el plano físico como en los textos. La psicogeografía
pretendía ser la ciencia que explorase la relación entre calidad de
vida (de vida interesante) y las condiciones del entorno urbano, que
habría de servir para la composición de un “urbanismo unitario”
que integrase todos los procedimientos técnicos y artísticos conocidos
en la construcción de ese entorno.
Hay una lista interminable de
procedimientos que intentaron explorar y aplicar, pero éstas serían sus
líneas maestras, junto a la construcción de situaciones, es decir la
producción técnica de acontecimientos.
¿Qué entendían por “construcción de situaciones”?
Luis Navarro.
Una situación es un momento de la vida capaz de traducirse en
experiencia, en conocimiento irreductible que puede equipararse a la
vivencia del creador en el momento de producir su obra, o a la
contemplación ensimismada y despreocupada de ésta. Podríamos ver la
situación como el “tiempo estético” fugaz y eterno de los modernos
artistas, pero profanado por la vida cotidiana.
Una situación puede ser espontánea o construida, es decir, producto de
una secuencia azarosa de acontecimientos capaz de generar sentido en
quien los vive, o resultado de un diseño consciente que apunta a
resultados específicos.
A los surrealistas les gustaba descifrar situaciones espontáneas; los
situacionistas, que eran sus discípulos arrogantes y rebeldes, preferían
diseñar situaciones y explorar sus efectos. Una revuelta es una
situación, medie o no la acción de una vanguardia. Una exaltación
amorosa es una situación, provocada o no por la seducción consciente.
Los situacionistas confiaban en producir efectos tales aplicando
técnicas conscientes, como las enumeradas antes.
Hay un impulso utópico muy fuerte en los situacionistas. No deseaban la vida como es, sino cómo podría
ser. Para ellos se trataba, a la vez e indisociablemente, de
“transformar el mundo y cambiar la vida”. ¿Qué ha sido de la imaginación
utópica, hoy cuando reivindicamos una casa, un trabajo y una vida
digna?
Luis Navarro.
El contexto ha cambiado sensiblemente. Por muy radicales que fuesen los
situacionistas en sus planteamientos, estos se situaban en un contexto
de desarrollo y progreso tecnológico. Lo que denunciaban era la falta de
aplicación de este progreso a la conquista de una vida más elevada, a
la liberación del trabajo, a la recuperación del entusiasmo de la
aventura y la integración de la creatividad en la vida cotidiana.
Paradójicamente, hoy disponemos de más adelantos tecnológicos, han
aumentado los niveles de riqueza pero nuestras vidas se han precarizado
hasta el punto de amenazar derechos fundamentales. Esto no debería para
mí suponer una rebaja en el tono de las reivindicaciones que planteaban
los situacionistas, sino una confirmación material de la inviabilidad
del sistema que atacaban y una invitación a explorar otras
posibilidades.
Creo que el reclamo situacionista de una vida buena
sigue siendo operativo en las condiciones actuales y logra ser
inspirador a pesar de todo. A mí me sigue resonando en eslóganes 15M
como “La revolución enamora” o “No somos mercancías en manos de
políticos y banqueros”.
Es cierto que los situacionistas luchaban contra
el aburrimiento y la represión de una sociedad de abundancia y hoy lo
hacemos en una situación más bien de precariedad, pero el problema de
fondo solo se ha acentuado: la expropiación de las condiciones de
existencia en beneficio del capital concentrado. (...)
¿Dónde ves la herencia de sus ideas más propiamente artísticas o culturales?
Luis Navarro.
La búsqueda de un tipo de práctica simbólica capaz de superar los
límites del arte y de generar efectos vivos ha tenido su importancia en
la integración de formas performáticas de protesta en los movimientos.
El desvío humorístico de mensajes previos, el uso de memes y eslóganes o
la producción de pequeños escándalos
que funcionan como disloques perceptivos, son herramientas que han sido
ampliamente utilizadas por el mundo contestatario. Pero muchas de estas
prácticas han sido ampliamente recuperadas también por los medios de
comunicación, que las ha reformulado y adaptado a sus propios fines de
entretenimiento y dominación. (...)
El estado de doble poder en la cultura”, que decía Debord.
Luis Navarro.
La opción de Debord en las tesis era la construcción de culturas
paralelas en los márgenes del sistema, como los antiguos burgos o las
chabolas del extrarradio, hasta crear una situación crítica de
enfrentamiento y “doble poder”. (...)
El escenario de Sol en los primeros días de la acampada, imagino también
que el de otras plazas, constituye para mí el ejemplo más claro de
cuantos he vivido personalmente de creación colectiva de una situación sin vuelta atrás, es decir, de la obra total que rompe todas las separaciones. (...)" (Entrevista a Luis Navarro, Amador Fernández-Savater
, eldiario.es, 29/11/2014)
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