"(...) -J. Confavreux y C. Fouteau: ¿Existe una cultura musulmana europea común en los diferentes países de la Unión?
-Nilüfer Göle:
Se está creando, especialmente a través de la forma de hacerse visible,
que es parecida para los musulmanes de todos los países europeos:
alrededor de las mezquitas, del velo, del hecho de comer halal y
de todos esos elementos que permiten seguir siendo musulmán viviendo en
Europa.
Esta cultura es diferente de la cultura musulmana donde el islam
es la religión mayoritaria. Durante mucho tiempo, los musulmanes que
vivían en Europa estuvieron acomplejados. Cuanto más piadosos eran, más
difícil les resultaba ser a la vez musulmán y europeo, y pensaban que
para ser un verdadero musulmán era necesario ir a un país
mayoritariamente musulmán, a ser posible árabe.
Este complejo se
ha atenuado. He encontrado a muchas personas que habían hecho ese viaje a
un país de mayoría musulmana y se habían decepcionado. No lo habían
soportado porque ciertamente se sentían musulmanes pero también
europeos.
Muchos no aceptaban, en particular, algunos aspectos de
la ley islámica sobre la desigualdad entre los sexos o los castigos
corporales. No poder proyectar la fe en un Estado, él mismo islámico,
modifica la forma de vivir esta fe.
El aprendizaje de la religión
es también muy diferente. La emigración ha roto las cadenas habituales
de aprendizaje de la religión vía el barrio, la mezquita, el imán, la
comunidad, la familia... En todos los países europeos hay una floración
de nuevos lugares de aprendizaje del islam, bajo la forma de institutos
de cultura del islam.
No existe una condición homogénea de los
musulmanes europeos, pero el hecho de vivir su fe en un contexto
europeo, de estar confrontados a experiencias de vida a la vez seculares
y religiosas, crea una cultura específica. Esta interfaz, esta doble
pertenencia, este doble trabajo, dan una conciencia mucho más aguda a
los musulmanes de Europa, de su fe y de sus prácticas, conciencia que, a
su vez, transforma su cultura religiosa y social tanto en el espacio
público, en la relación con el otro o en las relaciones entre los sexos.
Todo
esto debe construirse y reconstruirse, porque cada vez que un musulmán
europeo vive su fe como un elemento personal, al mismo tiempo está
confrontado a una percepción pública que es muy diferente de la que
sería si viviera en un país de mayoría musulmana y en un estado
islámico.
Los musulmanes de Europa deben hacer entrar en contacto su
propia fe y la percepción pública de ésta, la cual cristaliza las
controversias que conocemos sobre el velo, el burka o la construcción de
mezquitas...
-Estas controversias alrededor del islam en
Europa, ¿son convergentes en los diferentes países de Europa, aunque
cada espacio nacional tiene una relación y una historia divergente sobre
la posición de la religión, el pasado migratorio o la representación de
la comunidad nacional?
-Durante mucho tiempo se ha pensado
que existía una excepcionalidad francesa sobre la laicidad o una
británica sobre el multiculturalismo. Sin embargo, en el nuevo paisaje
europeo, incluso en Gran Bretaña y los Países Bajos, a priori más
abiertos a la presencia pública de musulmanes en su suelo, se resaltan
sus “valores”, su “identidad” a la hora de preocuparse.
El giro
identitario es general y las controversias circulan a nivel europeo como
se ha visto a propósito de la construcción de mezquitas después del
referéndum sobre la cuestión de los minaretes en Suiza. Pero algunas
controversias son a nivel local, o nacional como la de la circuncisión
de los niños en Alemania.
Sin embargo, incluso si las
controversias sobre el islam se plantean y se repiten a escala europea,
la forma como se enmarcan los temas de debate varían. En Francia gira
alrededor de la laicidad. En Alemania, sobre la Leitkultur (“cultura
de referencia”). En los países nórdicos, donde los derechos de las
minorías sexuales son muy importantes, se pone el acento en ellos, mucho
más que en la igualad entre los sexos. En Italia, la cuestión del islam
pasa por el prisma de su relación con el catolicismo.
Pero cada país, con sus referencias, plantea la misma cuestión: “¿En qué condiciones pueden ser integrados los musulmanes?”
Con todo, efectivamente, la presencia musulmana en Francia o Alemania
no tiene la misma historia, porque en una nación es consecuencia de un
proceso colonial, al contrario de la otra. Sin embargo, muchos de los
interrogantes sobre el papel y la naturaleza de un islam europeo son hoy
en día semejantes.
-¿Se notan cortes generacionales importantes entre los musulmanes europeos?
-No he hecho una encuesta cuantitativa, pero existe un efecto generacional. Por ejemplo, los padres insistían mucho sobre el haram, lo prohibido, mientras que las generaciones recientes insisten en el halal, lo que es posible hacer, lo lícito.
Pero
esta diferencia generacional se ve también en la actitud frente a la
sociedad europea. Las generaciones más antiguas a menudo preferían vivir
su fe de forma discreta, retirados, porque no sentían que pertenecieran
verdaderamente al país en el que vivían. Las generaciones más jóvenes,
que se sienten europeas, piden más integración en la ciudadanía europea y
a la vez están mucho más enfrentados a los valores públicos de Europa.
En
el libro doy el ejemplo de una mujer musulmana que lleva pañuelo y que
se presenta a las elecciones en Dinamarca insistiendo sobre su
tolerancia frente a las minorías sexuales. Actualmente a los musulmanes
se les pide que den pruebas de que se acomodan a esta cultura europea.
Esta generación deseosa de vivir en los países europeos y de tener una
presencia en la vida pública, que quiere aproximarse a los demás y no
vivir replegada en su comunidad, continuamente es requerida a mostrar
que comparte ciertos valores comunes, aunque está impregnada de esos
valores comunes.
-¿Existen comunidades musulmanas en los países de Europa que ha
estudiado; o bien su cotidianidad como ciudadanos y como creyentes o no
creyentes es demasiado heterogénea para constituir un hecho comunitario?
-No es posible identificar a los musulmanes europeos en
tanto que comunidades. Los musulmanes europeos son difíciles de ser
percibidos en su conjunto porque son ciudadanos corrientes pero que
manifiestan también, en razón de su fe, algunas diferencias en la vida
pública.
Estas diferencias pueden crear errores de percepción porque la
mayoría de los musulmanes europeos, la mayor parte de los cuales se
dicen italianos o alemanes antes que turcos o marroquíes, no desean
diluirse, sino integrarse en un planteamiento de la ciudadanía que no es
una asimilación conforme y completa con los valores dominantes sino un
acuerdo entre sus dos pertenencias.
Se habla siempre de los
musulmanes como de un problema porque se evocan los espacios que
plantean problemas: las cárceles, las escuelas, los barrios calificados
como guetos... En todos esos lugares, efectivamente, se constatan
problemas de marginalización y de delincuencia que es preciso asumir.
Sin embargo, desde hace 20 o 30 años se manifiesta en la vida pública
por toda Europa una presencia musulmana fuera de estos lugares
problemáticos...
¿Qué decimos de esas clases medias ya integradas, que
no forman una comunidad homogénea u organizada pero que, sin embargo,
viven su fe en un espacio público europeo del que ya forman parte, en la
escuela, en las empresas, en los centros de la ciudad? No existe un
lenjuaje, un reconocimiento, para hablar de todos esos musulmanes que no
están ni en una proyecto comunitarista ni en una lógica de
radicalización.
-¿Significa esto que, a pesar del rechazo a
veces virulento encarnado por la derecha radical y las polémicas
mediáticas recurrentes e histéricas, existe una aceptación global del
islam europeo?
-Si se reduce el espacio público a una serie
de polémicas mediático-políticas, no se puede ver lo que muestra nuestro
estudio. Si nos interesamos por la cotidianidad de los musulmanes
corrientes, se constata la capacidad de establecer lazos y hacer
sociedad. Por ejemplo, construir una mezquita supone intensas relaciones
con el ayuntamiento y el vecindario y también supone integrarse a
partir de ahí en la vida diaria...
Pero no existe el lenguaje político
para hablar de esto y hay un desfase respecto de la experiencia real
vivida, porque se retienen sobre todo los carteles de propaganda suiza
con minaretes mostrados como fusiles, y no se presta atención a lo que
pasa normalmente cuando se construye una mezquita... (...)
-¿Es necesario, y en caso afirmativo cómo, definir los contornos
de un islam europeo en términos de dogma y de práctica? ¿Existen
personas que llevan a cabo este “aggiornamento”?
-Tariq
Ramadan es la única figura europea que destaca en este tema, porque ha
desacomplejado el sentimiento de los musulmanes dándoles un marco
teológico compatible con el hecho de vivir en un país europeo, siendo a
la vez europeo y musulmán, con una doble pertenencia.
Ha explicado a los
musulmanes que vivir en un país europeo no es un impedimento para su
fe, en el momento que los musulmanes europeos se han definido poniendo
distancia en relación con el país de origen de sus padres. Para mí, la
crispación alrededor de esta figura muestra, más que sus ambigüedades,
la dificultad de aceptar a los musulmanes europeos en la esfera pública." (Entrevista a Nilüfer Göle, socióloga franco-turca, Joseph Confavreux y Carine Fouteau , Mediapart, en Rebelión, 16/06/2015)
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