30/6/15

Existe una aceptación global del islam europeo

"(...) -J. Confavreux y C. Fouteau: ¿Existe una cultura musulmana europea común en los diferentes países de la Unión?

-Nilüfer Göle: Se está creando, especialmente a través de la forma de hacerse visible, que es parecida para los musulmanes de todos los países europeos: alrededor de las mezquitas, del velo, del hecho de comer halal y de todos esos elementos que permiten seguir siendo musulmán viviendo en Europa. 

Esta cultura es diferente de la cultura musulmana donde el islam es la religión mayoritaria. Durante mucho tiempo, los musulmanes que vivían en Europa estuvieron acomplejados. Cuanto más piadosos eran, más difícil les resultaba ser a la vez musulmán y europeo, y pensaban que para ser un verdadero musulmán era necesario ir a un país mayoritariamente musulmán, a ser posible árabe.

Este complejo se ha atenuado. He encontrado a muchas personas que habían hecho ese viaje a un país de mayoría musulmana y se habían decepcionado. No lo habían soportado porque ciertamente se sentían musulmanes pero también europeos.

Muchos no aceptaban, en particular, algunos aspectos de la ley islámica sobre la desigualdad entre los sexos o los castigos corporales. No poder proyectar la fe en un Estado, él mismo islámico, modifica la forma de vivir esta fe.

El aprendizaje de la religión es también muy diferente. La emigración ha roto las cadenas habituales de aprendizaje de la religión vía el barrio, la mezquita, el imán, la comunidad, la familia... En todos los países europeos hay una floración de nuevos lugares de aprendizaje del islam, bajo la forma de institutos de cultura del islam.

No existe una condición homogénea de los musulmanes europeos, pero el hecho de vivir su fe en un contexto europeo, de estar confrontados a experiencias de vida a la vez seculares y religiosas, crea una cultura específica. Esta interfaz, esta doble pertenencia, este doble trabajo, dan una conciencia mucho más aguda a los musulmanes de Europa, de su fe y de sus prácticas, conciencia que, a su vez, transforma su cultura religiosa y social tanto en el espacio público, en la relación con el otro o en las relaciones entre los sexos.

Todo esto debe construirse y reconstruirse, porque cada vez que un musulmán europeo vive su fe como un elemento personal, al mismo tiempo está confrontado a una percepción pública que es muy diferente de la que sería si viviera en un país de mayoría musulmana y en un estado islámico. 

Los musulmanes de Europa deben hacer entrar en contacto su propia fe y la percepción pública de ésta, la cual cristaliza las controversias que conocemos sobre el velo, el burka o la construcción de mezquitas...

-Estas controversias alrededor del islam en Europa, ¿son convergentes en los diferentes países de Europa, aunque cada espacio nacional tiene una relación y una historia divergente sobre la posición de la religión, el pasado migratorio o la representación de la comunidad nacional?

-Durante mucho tiempo se ha pensado que existía una excepcionalidad francesa sobre la laicidad o una británica sobre el multiculturalismo. Sin embargo, en el nuevo paisaje europeo, incluso en Gran Bretaña y los Países Bajos, a priori más abiertos a la presencia pública de musulmanes en su suelo, se resaltan sus “valores”, su “identidad” a la hora de preocuparse.

 El giro identitario es general y las controversias circulan a nivel europeo como se ha visto a propósito de la construcción de mezquitas después del referéndum sobre la cuestión de los minaretes en Suiza. Pero algunas controversias son a nivel local, o nacional como la de la circuncisión de los niños en Alemania.

Sin embargo, incluso si las controversias sobre el islam se plantean y se repiten a escala europea, la forma como se enmarcan los temas de debate varían. En Francia gira alrededor de la laicidad. En Alemania, sobre la Leitkultur (“cultura de referencia”). En los países nórdicos, donde los derechos de las minorías sexuales son muy importantes, se pone el acento en ellos, mucho más que en la igualad entre los sexos. En Italia, la cuestión del islam pasa por el prisma de su relación con el catolicismo.

Pero cada país, con sus referencias, plantea la misma cuestión: “¿En qué condiciones pueden ser integrados los musulmanes?” Con todo, efectivamente, la presencia musulmana en Francia o Alemania no tiene la misma historia, porque en una nación es consecuencia de un proceso colonial, al contrario de la otra. Sin embargo, muchos de los interrogantes sobre el papel y la naturaleza de un islam europeo son hoy en día semejantes.

-¿Se notan cortes generacionales importantes entre los musulmanes europeos?

-No he hecho una encuesta cuantitativa, pero existe un efecto generacional. Por ejemplo, los padres insistían mucho sobre el haram, lo prohibido, mientras que las generaciones recientes insisten en el halal, lo que es posible hacer, lo lícito.

Pero esta diferencia generacional se ve también en la actitud frente a la sociedad europea. Las generaciones más antiguas a menudo preferían vivir su fe de forma discreta, retirados, porque no sentían que pertenecieran verdaderamente al país en el que vivían. Las generaciones más jóvenes, que se sienten europeas, piden más integración en la ciudadanía europea y a la vez están mucho más enfrentados a los valores públicos de Europa.

En el libro doy el ejemplo de una mujer musulmana que lleva pañuelo y que se presenta a las elecciones en Dinamarca insistiendo sobre su tolerancia frente a las minorías sexuales. Actualmente a los musulmanes se les pide que den pruebas de que se acomodan a esta cultura europea. 

Esta generación deseosa de vivir en los países europeos y de tener una presencia en la vida pública, que quiere aproximarse a los demás y no vivir replegada en su comunidad, continuamente es requerida a mostrar que comparte ciertos valores comunes, aunque está impregnada de esos valores comunes.

-¿Existen comunidades musulmanas en los países de Europa que ha estudiado; o bien su cotidianidad como ciudadanos y como creyentes o no creyentes es demasiado heterogénea para constituir un hecho comunitario? 

-No es posible identificar a los musulmanes europeos en tanto que comunidades. Los musulmanes europeos son difíciles de ser percibidos en su conjunto porque son ciudadanos corrientes pero que manifiestan también, en razón de su fe, algunas diferencias en la vida pública. 

Estas diferencias pueden crear errores de percepción porque la mayoría de los musulmanes europeos, la mayor parte de los cuales se dicen italianos o alemanes antes que turcos o marroquíes, no desean diluirse, sino integrarse en un planteamiento de la ciudadanía que no es una asimilación conforme y completa con los valores dominantes sino un acuerdo entre sus dos pertenencias.

Se habla siempre de los musulmanes como de un problema porque se evocan los espacios que plantean problemas: las cárceles, las escuelas, los barrios calificados como guetos... En todos esos lugares, efectivamente, se constatan problemas de marginalización y de delincuencia que es preciso asumir. Sin embargo, desde hace 20 o 30 años se manifiesta en la vida pública por toda Europa una presencia musulmana fuera de estos lugares problemáticos... 

¿Qué decimos de esas clases medias ya integradas, que no forman una comunidad homogénea u organizada pero que, sin embargo, viven su fe en un espacio público europeo del que ya forman parte, en la escuela, en las empresas, en los centros de la ciudad? No existe un lenjuaje, un reconocimiento, para hablar de todos esos musulmanes que no están ni en una proyecto comunitarista ni en una lógica de radicalización.

-¿Significa esto que, a pesar del rechazo a veces virulento encarnado por la derecha radical y las polémicas mediáticas recurrentes e histéricas, existe una aceptación global del islam europeo?

-Si se reduce el espacio público a una serie de polémicas mediático-políticas, no se puede ver lo que muestra nuestro estudio. Si nos interesamos por la cotidianidad de los musulmanes corrientes, se constata la capacidad de establecer lazos y hacer sociedad. Por ejemplo, construir una mezquita supone intensas relaciones con el ayuntamiento y el vecindario y también supone integrarse a partir de ahí en la vida diaria... 

Pero no existe el lenguaje político para hablar de esto y hay un desfase respecto de la experiencia real vivida, porque se retienen sobre todo los carteles de propaganda suiza con minaretes mostrados como fusiles, y no se presta atención a lo que pasa normalmente cuando se construye una mezquita... (...)

-¿Es necesario, y en caso afirmativo cómo, definir los contornos de un islam europeo en términos de dogma y de práctica? ¿Existen personas que llevan a cabo esteaggiornamento”?

-Tariq Ramadan es la única figura europea que destaca en este tema, porque ha desacomplejado el sentimiento de los musulmanes dándoles un marco teológico compatible con el hecho de vivir en un país europeo, siendo a la vez europeo y musulmán, con una doble pertenencia. 

Ha explicado a los musulmanes que vivir en un país europeo no es un impedimento para su fe, en el momento que los musulmanes europeos se han definido poniendo distancia en relación con el país de origen de sus padres. Para mí, la crispación alrededor de esta figura muestra, más que sus ambigüedades, la dificultad de aceptar a los musulmanes europeos en la esfera pública."                     (Entrevista a Nilüfer Göle, socióloga franco-turca, Joseph Confavreux y Carine Fouteau , Mediapart, en Rebelión, 16/06/2015)

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