7/4/17

La tecnología 'blockchain' ha sido capaz de resolver todos los problemas inherentes a cualquier transacción, y ha conseguido que cualquiera pueda crear confianza gracias a un proceso de autenticación garantizado por la colaboración de muchos

"(...) blockchain va a estar en prácticamente todas partes, en todos los sistemas transaccionales, en todas las industrias. Y en ese sentido, el libro de los Tapscott me pareció un tratado fácil de leer, sencillo de entender, plagado de ejemplos, y una de las mejores maneras de adentrarse en la comprensión del tema. 

Todo es blockchain. O al menos, todo lo será. 

(...) podemos encontrar menciones sobre el papel fundamental y crucial de esta tecnología en las empresas de generación de energía, en la redefinición de la industria de la música, en la seguridad de la cadena de conservación de alimentos en distribución, en el futuro de la industria aseguradora, en el sector inmobiliario, en la eliminación de la corrupción en la política o, por supuesto, en la banca, entre muchas otras. 

Blockchain se ha convertido en la tecnología de infinitos usos, en el elemento a incorporar a todos los procesos, y en el cimiento sobre el que se edificará todo nuestro futuro. No importa a qué se dedique, su nivel de responsabilidad o la compañía para la que trabaje: de una manera u otra, puede estar seguro de que muchos de los elementos que manejará en su relación con el mundo estarán construidos sobre la base de la tecnología blockchain.

Para una tecnología conceptualizada por primera vez en el año 2008 y vinculada originalmente a una aplicación tan difícil de aprehender como una criptomoneda digital, el bitcoin, el nivel de atención y de relevancia resulta completamente inusitado. En cierto sentido, la tarea más compleja que blockchain como tecnología ha tenido que superar es la de ser capaz de desprenderse de la complicada herencia que la vincula con bitcoin y ver cómo era rápidamente adoptada para aplicaciones de todo tipo. 

Y es que la idea de una criptomoneda no es simplemente compleja en apariencia, sino que además, cuestiona como tal la esencia de algo tan central en nuestras vidas como el dinero y los elementos que hacen que un billete de cien euros valga eso, cien euros, y no sea simplemente un pedazo de papel sin ninguna importancia. Tratar de explicar bitcoin a una audiencia, independientemente de su nivel intelectual, es en realidad muchísimo más difícil que explicarles el funcionamiento de una base de datos conectada, distribuida y descentralizada en miles o millones de ordenadores personales. 

Blockchain es un cambio perfectamente comparable a la aparición del ordenador personal, o al desarrollo y popularización de internet. Es, posiblemente, uno de los cambios más importantes y fundamentales que vayamos a ver en nuestras vidas, con el potencial de cambiarlo todo. Uno de esos cambios que otorgan innumerables ventajas a aquellos capaces de entenderlo, de hacerse a la idea de sus implicaciones. 

En muy poco tiempo, he tenido la oportunidad de conocer a emprendedores y de evaluar ideas que aplican blockchain a temas tan absoluta y radicalmente variados como un registro de tierras en Ghana, un protocolo de seguridad para los dispositivos conectados a la internet de las cosas, o un sistema que convierte en obsoleto el sistema de patentes tal y como lo conocemos. 

Con un detalle adicional: esta tecnología une a su capacidad disruptiva, unas barreras de entrada sumamente bajas, que permiten que prácticamente cualquier compañía, independientemente de su tamaño o sus recursos, pueda plantearse construir sobre ella. A estas alturas, con más de veintiséis años trabajando en innovación, creo que sé reconocer una disrupción cuando la veo. Y si blockchain no es una revolución, es que nunca hemos visto ninguna.  (...)

En un futuro no muy lejano, utilizaremos bases de datos descentralizadas y basadas en blockchain para cuestiones que irán desde decidir la hora a la que nos levantamos de la cama, pagar por el agua caliente que consumimos en la ducha, garantizar la seguridad de todos los aparatos conectados en nuestro hogar a la internet de las cosas, negociar con el robot que nos corta el césped del jardín, identificarnos en un vehículo autónomo que nos lleve a trabajar, hacer transacciones económicas de todo tipo con total seguridad y trazabilidad, enviar dinero a un amigo… la centralidad de blockchain en el mundo transaccional va a ser absoluta, hasta el punto de que no seremos capaces de plantearnos cómo de imperfecta, insegura e incómoda era nuestra vida antes de que esta tecnología viese la luz. 

De hecho, no sería de extrañar que, a medida que este papel central se va consolidando con mayor claridad, el desarrollo de blockchain como tecnología se hiciese acreedor de alguno de los grandes reconocimientos que identifican los elementos verdaderamente importantes que cambian el mundo, como un premio Nobel.  (...)

En el futuro, no importará si estamos almacenando información en la red, firmando un contrato de cualquier tipo, asegurándonos la propiedad de una tecnología o votando en unas elecciones… en todos los casos, estaremos utilizando blockchain

¿Cómo asimilar una tecnología con un potencial tan brutal como para afectar a directivos de cualquier industria, políticos o a todos los seres humanos sin excepción? (...)

¿Qué resulta tan importante entender sobre ella, y cómo es posible que en tan poco tiempo se le atribuya el potencial de convertirse en la base de toda la economía digital, con elementos tan importantes como el incremento de la transparencia y el respeto a la privacidad? (...)

¿Cómo entender que una tecnología ha sido capaz de resolver todos los problemas inherentes a cualquier transacción, y ha conseguido que cualquiera pueda crear confianza gracias a un proceso de autenticación garantizado por la colaboración de muchos? (...)"             (Enrique Dans, 15/02/17)

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