23/6/17

Los Estados Unidos de Trump no son una réplica de la Alemania nazi, expresan elementos del totalitarismo en formas claramente americanas

"(...)  ¿Cuáles serían las similitudes y las diferencias respecto a formas pasadas de autoritarismo y totalitarismo? 

Hay ecos del fascismo clásico de los años veinte y treinta en gran parte de lo que Trump dice y hace. Elementos fascistas resuenan cuando Trump utiliza un mar de ira mal dirigida, se presenta como un líder fuerte que puede salvar a una nación en declive y repite el guión fascista del nacionalismo blanco en sus ataques contra inmigrantes y musulmanes. 

 También coquetea con el fascismo en su llamada a un renacimiento del ultranacionalismo, su discurso del odio racista, su chivo expiatorio del otro, y sus rabietas juveniles y ataques en Twitter a cualquier persona que esté en desacuerdo con él.

  Lo mismo sucede con su uso del espectáculo para crear una cultura de autopromoción, su mezcla de política y teatro mediada por una brutalidad emocional y la voluntad de elevar la emoción sobre la razón, la guerra sobre la paz, la violencia sobre la crítica y el militarismo sobre la democracia. 

La adicción al autoenriquecimiento masivo y la moralidad de gánster amenazan con normalizar un nuevo nivel de corrupción política. Además, usa el miedo y el terror para demonizar a otros y para rendir homenaje a un militarismo desenfrenado. Se ha rodeado de un círculo íntimo de la derecha para ayudarlo a poner en práctica sus peligrosas políticas en materia de salud, medio ambiente, economía, política exterior, inmigración y libertades civiles. 

Trump también ha ampliado la noción de propaganda a algo más peligroso para la democracia. Como mentiroso habitual, ha intentado borrar la distinción entre los hechos y la ficción, los argumentos basados ​​en la evidencia y la mentira. No sólo ha reforzado la legitimidad de lo que llamo la máquina de desimaginación, sino que también ha creado entre grandes segmentos del público una desconfianza hacia la verdad y las instituciones que promueven el pensamiento crítico.

 En consecuencia, ha conseguido organizar a millones de personas que creen que la lealtad es más importante que la libertad cívica y la responsabilidad. Al hacerlo, ha vaciado el lenguaje de la política y el horizonte de la política de cualquier significado sustantivo, contribuyendo a una cultura autoritaria y despolitizada del sensacionalismo, la inmediatez, el miedo y la ansiedad.

Trump ha galvanizado y envalentonado a todas las fuerzas antidemocráticas que han estado moldeando el capitalismo neoliberal en todo el mundo durante los últimos 40 años. A diferencia de los dictadores de los años treinta, no ha creado una policía secreta ni campos de concentración, no ha tomado el control total del Estado, ni arrestado a disidentes o desarrollado un sistema de partido único. 

Sin embargo, aunque los Estados Unidos de Trump no son una réplica de la Alemania nazi, expresan elementos del totalitarismo en formas claramente americanas. Se trata de la advertencia de Hannah Arendt de que, en lugar de ser algo del pasado, elementos del totalitarismo se cristalizarían, probablemente a mediados de siglo, en nuevas formas. 

Seguramente, como señala Bill Dixon, “los orígenes demasiado proteicos del totalitarismo siguen estando con nosotros: la soledad como registro normal de la vida social, la frenética legalidad de la certidumbre ideológica, la pobreza y la falta masiva de vivienda, la rutina de utilizar el terror como instrumento político y las velocidades y escalas cada vez mayores de los medios de comunicación, la economía y la guerra”.

Las condiciones que produce la aterradora maldición del totalitarismo parecen estar sobre nosotros y pueden observarse en la negación de Trump de las libertades civiles, en el temor entre la población en general, en la hostilidad al Estado de Derecho y a una prensa libre y crítica, un desprecio por la verdad y este intento de crear una nueva formación política a través de la alineación de fundamentalistas religiosos, racistas, xenófobos, islamófobos, ultrarricos y militaristas desquiciados.

¿Cuáles son las conexiones entre el neoliberalismo y el surgimiento del neoautoritarismo? 

El neoliberalismo ha actuado agresivamente como un proyecto económico, político y social destinado a consolidar la riqueza y el poder en manos del 1% superior. Funciona a través de múltiples registros, como una ideología, un modo de gobierno, una máquina de hacer política y una forma venenosa de pedagogía pública. 

Como ideología, considera el mercado como el principal principio organizador de la sociedad, al mismo tiempo que adopta la privatización, la desregulación y la mercantilización como elementos fundamentales para la organización de la vida política y cotidiana.

 Como modo de gobernar, produce sujetos con un egoísmo desenfrenado y un individualismo desenfrenado mientras normaliza la competencia entre tiburones, la visión de que la desigualdad es evidentemente parte del orden natural y que el consumo es la única obligación válida de la ciudadanía. 

Como máquina de políticas, permite que el dinero conduzca la política, venda las funciones del Estado, debilite a los sindicatos, sustituya al Estado de Bienestar por el Estado de Guerra y busque eliminar las provisiones sociales, al mismo tiempo que amplía el alcance del Estado Policial a través de la criminalización de los problemas sociales.

 Como forma de pedagogía pública, se enfrenta a los valores públicos, al pensamiento crítico y a todas las formas de solidaridad que abarcan nociones de colaboración, responsabilidad social y el bien común.

El neoliberalismo ha creado el paisaje político, social y pedagógico que ha permitido acelerar las tendencias antidemocráticas que generan las condiciones para un nuevo autoritarismo en los Estados Unidos. 

Ha creado una sociedad gobernada por el miedo, ha impuesto grandes dificultades y desigualdades que benefician a los ricos a través de políticas de austeridad, ha erosionado la cultura cívica y formativa necesaria para producir ciudadanos críticamente informados y ha destruido cualquier sentido de ciudadanía compartida. 

Al mismo tiempo, el neoliberalismo ha acelerado una cultura de consumo, sensacionalismo, choque y violencia espectacular que produce no sólo un amplio panorama de competencia, mercantilización y vulgaridad desenfrenadas, sino también una sociedad en la que la agencia es militarizada, infantilizada y despolitizada.

Las nuevas tecnologías, que podrían ayudar a los movimientos sociales, han sido ampliamente utilizadas, por ejemplo, por Black Lives Matter. Junto con el desarrollo de medios críticos en internet para educar y promover en una agenda radicalmente democrática,. 

Al mismo tiempo, el paisaje de las nuevas tecnologías y las principales redes sociales operan dentro de un poderoso ecosistema neoliberal que ejerce una influencia desmedida en el aumento del narcisismo, el aislamiento, la ansiedad y la soledad.

 Al individualizar todos los problemas sociales, priorizar e idealizar la responsabilidad individual, el neoliberalismo ha desmantelado los puentes entre la vida privada y la pública, haciendo casi imposible traducir las cuestiones privadas en consideraciones sistémicas más amplias.

 El neoliberalismo creó las condiciones para la transformación de una democracia liberal en un Estado fascista, creando las bases para el control no sólo de las instituciones dominantes por una élite financiera, sino también eliminando las protecciones civiles, personales y políticas ofrecidas a los individuos en una sociedad libre.

Si el autoritarismo en sus diversas formas apunta a la destrucción del orden democrático liberal, el neoliberalismo proporciona las condiciones para que esa devastadora transformación ocurra al crear una sociedad a la deriva en una situación de extrema violencia, desigualdad, crueldad y desdén por la democracia. 

La elección de Trump sólo confirma que las posibilidades de autoritarismo están al acecho y han dado paso a una forma más extrema y totalitaria del capitalismo tardío.  (...)"

(Entrevista a  Henry A. Giroux / Autor de ‘America at War with Itself, Juan Pedro-Carañana, CTXT, 21/06/17. Traducción del autor del texto publicado en  Truthout.)

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