22/9/17

Los miembros de la clase media alta (el 20%), no sólo los superricos (el 1%), están haciendo nuestra sociedad profundamente desigual

"¿Cómo se explica que Donald Trump, un hombre que se jacta de tener una riqueza de miles de millones y cubre de oro su apartamento, haya podido conseguir el apoyo de dos tercios de los votantes blancos de la clase trabajadora en las elecciones presidenciales de 2016?

Hay muchas respuestas a esa pregunta, incluyendo el resentimiento racial y las actitudes sexistas. Pero una de ellas es el débil sentimiento de clase de los estadounidenses. (...)

El enemigo, en cambio, no es el rico sino la élite: los medios de comunicación, el establishment político, los académicos, que advierten sobre el cambio climático. Trump puede ser rico, pero no es esnob o elitista. Es un tipo rico que es tal como seremos nosotros cuando también seamos ricos.
Los partidarios de Trump con bajos ingresos no son sin embargo los únicos que no logran identificar su propia situación de clase. Hay un grupo cuya incapacidad para entender las estructuras de clase y su lugar dentro de ellas está activamente haciendo la sociedad americana más desigual. 

Es precisamente la clase que los partidarios de Trump tanto odian. En un nuevo libro, Dream Hoarders. How the American Upper Middle Class Is Leaving Everyone Else in the Dust, Why That Is a Problem, and What to Do about It, Richard V. Reeves, miembro sénior de la Brookings Institution, acusa a su propio entorno: la clase media alta de Estados Unidos, entre ellos académicos, médicos, ejecutivos y miembros de los medios de comunicación.
El libro de Reeves es un recordatorio importante: Estados Unidos tiene un sistema de clases, aunque nunca hablemos de ello. Desde 1939, Gallup ha demostrado que casi el 90% de los estadounidenses se describen a sí mismos como "clase media". Sólo el 1 o el 2 por ciento se definen como "clase alta". Estas definiciones, por lo tanto, han hecho más para oscurecer las divisiones de clase que para aclararlas. 

A pesar de que Estados Unidos tiene "una estructura de clases más rígida que muchas naciones europeas, incluido el Reino Unido", señala Reeves, “los estadounidenses son más tolerantes con la desigualdad de ingresos ... en parte debido a su creencia de que en cada generación los pobres entablan una carrera justa contra los ricos y los más brillantes tienen éxito”. Reeves presta un gran servicio hablando en voz alta sobre su propia clase y su influencia. (...)
Movimientos como Occupy Wall Street han puesto de relieve la característica que define nuestra edad de oro: la desigualdad de ingresos, que ha visto el dinero y la riqueza del 1 por ciento más rico distanciarse de los demás. Pero Reeves argumenta que este marco --en el que el extremo de la capa superior se enfrenta a todos los demás-- contiene otra falla significativa, la que se encuentra entre el 20 por ciento  más rico y el resto.

 Su definición de clase media alta es: los hogares en el 20 por ciento superior de la distribución de ingresos, que ganan alrededor de $ 117.000 o más al año. Y les ha ido  extraordinariamente bien en las últimas décadas (...)

"Demasiado a menudo la retórica de la desigualdad apunta a un problema del "1 por ciento superior ", como si el 99 por ciento “inferior” se encontrara en una situación igualmente desesperada”, escribe. "Esta obsesión con la clase alta permite a la clase media alta convencernos a nosotros mismos de que estamos en el mismo barco que el resto de Estados Unidos; pero no es cierto". (...)

Pero mezclar los muy acomodados con el 99 por ciento oculta importantes distinciones. Ha habido muy poco aumento en la desigualdad de ingresos entre el 80 por ciento inferior; toda ella ha sido creada por el quinto más rico que se sitúa por encima del resto de nosotros. 

Por cada dólar que pasó al 1 por ciento en las últimas tres décadas, dos fueron al 19 por ciento inmediatamente debajo del mismo. La clase media alta puede no cobrar tanto como los superricos, pero todavía está chupando una proporción desproporcionada de los ingresos.
Mientras que, señala Reeves, los miembros individuales del 1 por ciento pueden hacer girar su dinero con un gran impacto, el bloque de la clase media alta tiene una influencia excesiva. 

“El tamaño y el poder de la clase media alta significan que puede remodelar ciudades, dominar el sistema educativo y transformar el mercado de trabajo”, escribe. Cuando sus intereses están amenazados, los miembros de esta clase disponen del capital social para contraatacar.

Un ejemplo perfecto es lo que sucedió cuando el presidente Obama trató de eliminar una exención tributaria, disfrutada mayoritariamente por este grupo, para ayudar a los menos favorecidos. Obama propuso eliminar algunos de los beneficios fiscales del plan de ahorro 529 para la universidad, que fue instituido por el presidente George W. Bush, puesto que más del 70 por ciento del dinero de sus cuentas de ahorro pertenece a familias que ganan más de  200.000 dólares al año. 

 Los nuevos ingresos podrían haber sido redirigidos a subsidios para ayudar a los estadounidenses con ingresos bajos y medianos a ir a la universidad.

La reacción fue rápida y severa. El plan puso en peligro un beneficio que es popular entre la clase media alta que cuenta, a la que pertenecen también los miembros del Congreso. Tanto demócratas como republicanos lo rechazaron. Obama se apresuró a revocar la idea días después de haberla lanzado. "Había subestimado la cólera de la clase media superior estadounidense", escribe Reeves.

El hecho de no entender que las fortunas económicas de la clase media alta se han alejado de las del resto de la clase media tiene otras derivaciones. La mayoría de los legisladores demócratas, Obama y Bill y Hillary Clinton entre ellos, prometen que nunca aumentarán impuestos a la clase media. 

Pero luego definen a este grupo como alguien que gana 250.000 dólares al año o menos, a pesar de que la clase media estadística --los que están en el 20 por ciento medio de la distribución del ingreso-- está formada por familias que ganan entre 43.500 y 72.000 dólares al año.

Pretender que las personas con ingresos de seis cifras son de clase media y prometer luego protegerlas de cualquier aumento de impuestos significa que los políticos no pueden pedir a estas familias que paguen un pequeño impuesto en nuevos beneficios universales como el permiso familiar pagado.

 Pero eso es sólo la punta del iceberg. Las soluciones reales a un crecimiento exponencial de la desigualdad de ingresos requieren un aumento extensivo de la inversión pública. Y los ingresos fiscales necesarios no pueden salir todos del 1 por ciento superior. 

Tal como demuestra Reeves, incluso si la tasa impositiva máxima sobre los ingresos de los hogares de más de 470.700 dólares volviera al 50 por ciento, donde estaba a mediados de los años 80 para los ingresos más altos, sólo se obtendría un aumento adicional de  95.000 millones de dólares al año. 

Eso no es insignificante, pero no es suficiente para financiar cosas como una renta básica universal, un programa de empleo gubernamental, atención infantil y preescolar universal, la universidad gratuita y atención sanitaria universal. Y no se trata de que la clase media alta no pueda pagar más. 

“Se puede recaudar más dinero de la clase media alta sin precipitarlos en la pobreza ...", señala. “Si necesitamos recursos adicionales para la inversión pública, es razonable obtener algunos de ellos de la clase media alta”.

Pero aunque la clase media alta no se ve a sí misma como un grupo diferenciado, tiene un fuerte control sobre el poder. Se puede esperar que casi el 80 por ciento de esta clase vote en las elecciones, en comparación con menos de la mitad de los estadounidenses más pobres. 

Reeves también ve otros tipos de influencia: el ascendente cultural de tener a muchos de sus miembros trabajando en los medios de comunicación, la publicidad y las artes, así como el dominio en los negocios, la ciencia e incluso la misma política. "Como clase, somos un grupo poderoso", dice.

 También ve esta clase no sólo definida por el ingreso sino por una mejor salud, educación, oportunidades de empleo e incluso una estructura familiar diferente. La clase media alta utiliza estos activos para acumular oportunidades para sí misma, perpetuando un sistema injusto: sus miembros luchan por preservar leyes urbanísticas que mantienen las buenas escuelas lejos de la asistencia de niños más pobres, encuentran las maneras de pagar la entrada de sus hijos en las universidades de élite (siente un resentimiento especial respecto a las admisiones hereditarias) y mercadean favores para conseguir internados gratuitos para sus hijos. 

Los ricos distorsionan el juego para que la estructura de clases estadounidense permanezca atrincherada.  (...)"                     

(Bryce Covert es editor de Política Económica en ThinkProgress y colaborador de The Nation, CTXT, 26/07/17. Este texto está publicado en sinpermiso. Fuente: The Nation.

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