6/9/18

El objetivo principal de la política de Trabajo Garantizado es proporcionar empleos decentes con un salario digno a todas las personas en edad laboral legal que quieran trabajar, independientemente de su estatus en el mercado laboral, raza, sexo, color o credo...

"Quienes osan poner en duda el actual sistema de gobernanza actual, el neoliberalismo, tarde o temprano serán etiquetados de populistas

Sus opiniones y propuestas serán ninguneadas, pero si empiezan a calar entre la ciudadanía, el poder utilizará todos los medios a su alcance para descreditarlas. 

Eso es lo que le está pasando exactamente al senador estadounidense Bernie Sanders y su propuesta estrella de Trabajo Garantizado, surgida de la mano de economistas postkeynesianos, encuadrados dentro de la Teoría Monetaria Moderna (TMM), la mayoría de ellos pertenecientes al influyente think tank de política pública The Levy Economics Intitute of Bard College.

Un breve inciso, el análisis que algunos economistas españoles hacen de la TMM no pasa la prueba del algodón, el someterse a su discusión en cualquier congreso académico medianamente serio. Estos análisis rozan el esperpento y suponen no entender absolutamente nada sobre la naturaleza endógena del dinero, ni haber echado una ojeada al balance de la Reserva Federal, el Banco Central Europeo, el Banco de Japón, o el Banco de Inglaterra

Pero vayamos a lo nuestro, la propuesta de Trabajo Garantizado. Cuáles son sus fundamentos; qué objetivos persigue; cuáles son los beneficios esperados; cómo incluirla en una agenda política más amplia; y, finalmente, cómo se diseña e implementa. Para ello me remito al documento de trabajo número 902 del Levy Economics InstituteThe Job Guarantee: Design, Jobs, and Implementation”, publicado en abril de este año, cuya autora es Pavlina Tcherneva, y que nos servirá de guía.

Ya saben nuestro diagnóstico. La economía global se encuentra exactamente en una situación parecida a 2007-2008. Occidente solo sabe crecer vía inflaciones de activos, alimentada por una deuda total que no para de crecer; la inversión productiva ni está ni se le espera; los salarios no aumentan; la productividad de los factores continúa cayendo; el sistema bancario mundial es profundamente frágil; y la inestabilidad financiera elevada. 

La mayoría de las economías desarrolladas se han vaciado, mantienen enormes déficits comerciales, y todo lo que producen son trabajadores desempleados y ciudadanos insatisfechos. Como resultado, se ha producido un aumento de la pobreza, y el mayor proceso de acumulación y adquisición de riquezas por todo el globo en favor de unos pocos.

Tal como explican James Montier y Philip Pilkington en dos piezas básicas, “Six Impossible Things Before Breakfast”, y sobre todo, “The Deep Causes of Secular Stagnation and the Rise of Populism” hemos llegado hasta aquí como consecuencia de la implementación de un sistema de gobernanza económico que hoy se encuentra completamente roto, el neoliberalismo. Sus cuatro políticas económicas más significativas han fracasado. 

Nos referimos, por un lado, al abandono del pleno empleo como objetivo político deseable y su reemplazo por objetivos de inflación. En segundo lugar, al aumento de la globalización de flujos de personas, capital, y comercio. En tercer lugar, a un enfoque empresarial basado exclusivamente en la maximización del valor para los accionistas, en lugar de la reinversión y el crecimiento económico. 

Finalmente, a la búsqueda de mercados laborales flexibles con la disrupción de sindicatos y trabajadores. Es un proyecto que beneficia a unos pocos a expensas de la mayoría. Esto se refleja en una clase mimada de individuos de altos ingresos.

La solución óptima pasa por revertir cada una de estas 4 políticas económicas. La pregunta es cómo. Lanzamos desde estas líneas dos propuestas. Primero, recuperemos el objetivo de pleno empleo utilizando como herramienta el programa de Trabajo Garantizado. 

Analizaremos detenidamente esta propuesta en varios blogs. Segundo, impulsemos un nuevo sistema impositivo encaminado, por un lado, a terminar con aquellos que extraen rentas privadas a partir del uso de bienes públicos; y, por otro, a establecer de verdad un impuesto mínimo para las grandes empresas, apoyando e impulsando el proyecto de Directiva Accis. De esto último ya hemos hablado largo y tendido.

Por eso todos aquellos que proponen una renta básica universal sin tocar ninguno de los cuatro pilares del neoliberalismo, en realidad están asumiendo que sus efectos más perniciosos perdurarán en el tiempo. Es una propuesta meramente cosmética para que todo continúe igual: salarios miserables, empleo precario, jóvenes sin futuro… 

En definitiva, supone la aceptación y consolidación de posiblemente el mayor proceso neo-feudal de acumulación y adquisición de riquezas por todo el globo en favor de unos pocos de la historia.  (...)

El crecimiento del trabajo a tiempo parcial en la Eurozona y la caída del empleo a tiempo completo implican que el crecimiento económico está inclinado hacia trabajos de peor calidad. Bank of America elabora una serie histórica de la "tasa básica de empleo", es decir, excluyendo contratos parciales y temporales del empleo total. Pues bien, la casi totalidad del rebote de la tasa de empleo global desde 2013 se atribuye a empleos de "baja calidad". 

Por eso no hay recuperación sostenida. Y, ¿qué ocurrirá si como algunos economistas prevemos nos adentramos en la Segunda Fase de la Gran Recesión? No hace falta que diga que, bajo la actual radiografía del mercado laboral, el desempleo se expandirá en un tiempo récord."            (Juan Laborda, Vox Populi, 07/08/18)


 "La economía global, y muy especialmente la nuestra, se encuentra exactamente en una situación parecida a 2007-2008. 

La radiografía de Occidente muestra un sistema de gobernanza completamente agotado. Sobrevive generando inflaciones de activos, alimentadas por una deuda total que no para de crecer. Pero hay que proponer alternativas. Y ese va a ser nuestro objetivo en los próximos blogs.

Vamos a presentar la propuesta de Trabajo Garantizado: cuáles son sus fundamentos; qué objetivos persigue; cuáles son los beneficios esperados; cómo incluirla en una agenda política más amplia; y, finalmente, cómo diseñarla e implementarla. Me remito al documento de trabajo número 902 del Levy Economics InstituteThe Job Guarantee: Design, Jobs, and Implementation”, publicado en abril de este año, cuya autora es Pavlina Tcherneva, y que nos servirá de guía.

Pavlina Tcherneva define el pleno empleo como una situación en la que cualquier persona en edad de trabajar, y que desea hacerlo, puede obtener un empleo con un salario y condiciones de trabajo dignas. (...)

A nivel macroeconómico, el desempleo tiene múltiples aristas. Por un lado, se entiende como un problema monetario, es decir, es una consecuencia de la dinámica de los ciclos económicos y del comportamiento de las empresas que buscan beneficios, así como de la administración inadecuada por parte del gobierno tanto de la moneda como del sistema monetario. 

En segundo lugar, es una situación que no puede ser remediada por las empresas privadas: el sector privado no puede producir y mantener un pleno empleo permanente en el largo plazo. 

En tercer lugar, es un problema que se entiende mejor como una epidemia silenciosa: hay un patrón geográfico discernible y un mecanismo de propagación del desempleo que imita el comportamiento de un virus o contagio masivo (véase número 895 del Levy Economics Institute “Unemployment: The Silent Epidemic” también de Pavlina Tcherneva).

 El desempleo se comporta como una enfermedad y genera grandes costes sociales, de salud y económicos.

Pero el desempleo es mucho más. Refleja un problema de diseño y un fallo del sector público: el desempleo es un problema creado por medidas políticas concretas. Los gobiernos abandonaron el pleno empleo como opción de política económica. Prefirieron establecer objetivos de inflación e inventaron ciertas ficciones como la NAIRU (tasa de desempleo no aceleradora de la inflación), todo ello aderezado con políticas de austeridad.

 Los gobiernos eligieron una política explícita para mantener un porcentaje de la población en desempleo involuntario. 

 Todo obedeció a una evaluación incorrecta por parte de la profesión económica del repunte de la inflación a finales de los 70, cuyas teorías les dijeron que eran las políticas de pleno empleo las que estaban generando la inflación, por lo que alentaron a los encargados de formular políticas a abandonarlas y, en cambio, intentaron controlar la inflación a través del uso de la política monetaria. 

El problema es que la inflación fue en realidad generada por las crisis petroleras impuestas por el cártel de la OPEP en respuesta a la política exterior de Estados Unidos en el Medio Oriente, combinada con las malas relaciones laborales en los países de habla inglesa que llevaron al conflicto de clases y a huelgas alrededor de quién debería soportar el peso de estos precios más altos del petróleo.

Pero por encima de todo, el desempleo es una falla moral. El desempleo se ha utilizado como el principal baluarte contra la inflación y la inestabilidad económica y se considera un "mal necesario". La idea de que algunas personas necesariamente perderán sus empleos y sus medios de subsistencia en la lucha contra otros males económicos es un profundo fracaso moral de la profesión económica.

Frente a ello, como señala la propia Pavlina “la propuesta de Trabajo Garantizado ofrece una opción de política superior al enfoque actual. Vale la pena emplear a los desempleados, prevenir y reducir los costes desmesurados del desempleo, apoyar la producción de bienes públicos valiosos e invertir y empoderar a las personas, a el planeta y a la comunidad”.

Objetivos del Trabajo Garantizado

El objetivo principal de la política de Trabajo Garantizado es proporcionar empleos decentes con un salario digno a todas las personas en edad laboral legal que quieran trabajar, independientemente de su estatus en el mercado laboral, raza, sexo, color o credo.

La propuesta de Trabajo Garantizado presenta además una serie de objetivos adicionales. 

Garantizará un derecho humano básico, tal como se describe en la Declaración de las Naciones Unidas de Derechos Humanos y la llamada de Franklin D. Roosevelt para una Declaración de Derechos Económicos. Instituirá una opción pública para el trabajo, es decir, una red de seguridad laboral. 

Creará oportunidades de trabajo cerca de los desempleados, y adecuadas para personas con diversos niveles de habilidad. Establecerá un salario mínimo efectivo para la economía en general. 

Operará como un ejército de reserva de empleo para estabilizar el ciclo económico.

 Mejorará la estabilidad de los precios, utilizando para ello el ejército de reserva de empleo, y el salario mínimo. Servirá como una política preventiva que se inoculará contra el brutal coste económico, social y político asociado al desempleo. 

Podrá ser utilizado como un vehículo institucional para abordar otras necesidades sociales, tales como problemas medio-ambientales, necesidades del cuidado de las personas, despoblación rural y un largo etcétera. 

En definitiva, tal como explicita Tcherneva “se trata de poner a las personas y sus necesidades a la vanguardia de las políticas públicas, para empoderarlos y apoyarlos”.                    (Juan Laborda, Vox Populi, 14/08/18)

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