10/1/19

Los espectaculares efectos colaterales de la invasión a Irak liderada por los Estados Unidos y de la crisis financiera de 2008 dañaron profundamente la confianza de la población en las autoridades y en los expertos. Una misma idea reúne al populismo de derecha con el de izquierda: la idea de que la vieja guardia abandonó al pueblo y se encerró en una isla de privilegios...

"(...) Cuánto cambió en tres décadas. Allá por 1989, el colapso del bloque soviético parecía augurar el triunfo de los principios y valores de la democracia liberal. La creación ese mismo año de la World Wide Web prometía una nueva era de florecimiento para la humanidad y de cooperación internacional. Todavía en los primeros años de este siglo se repetían consignas osadas como que “la distancia ha muerto” y “la Tierra es plana”.

Pero en vez de aplanar la Tierra, la globalización la ha vuelto más montañosa y despareja. Hoy más que nunca, el código postal determina las perspectivas, la expectativa de vida y el destino de las personas. En vez de reemplazar los ideales nacionales con valores compartidos, la globalización llevó a una competencia feroz, a la decadencia de los estados de bienestar y a la corrosión de las instituciones internacionales. Y aunque técnicamente hay más democracias hoy que en 1989, muchas se están volviendo más iliberales.

No extraña que el apoyo público a la globalización haya menguado. Y en esto no ayudaron los ataques del 11 de septiembre de 2001 y los 5,6 billones de dólares gastados en la “guerra al terrorismo”. Tampoco lo hizo la crisis financiera de 2008, que expuso la incapacidad de expertos e instituciones para manejar la interdependencia y el cambio tecnológico. Una creciente divisoria entre las élites y todos aquellos que han sido “olvidados” envenena la política hace una generación.

Sin embargo, la desilusión con la globalización está en su mayor parte confinada a los países de América del Norte y Europa occidental. Al fin y al cabo, la suerte de las potencias emergentes en el este y el sudeste de Asia mejoró, y la mayoría de las personas en todo el mundo hoy están objetivamente mejor en términos agregados que hace 30 años.(...)

 Los espectaculares efectos colaterales de la invasión a Irak liderada por los Estados Unidos y de la crisis financiera de 2008 dañaron profundamente la confianza de la población en las autoridades y en los expertos. Una misma idea reúne al populismo de derecha con el de izquierda: la idea de que la vieja guardia abandonó al pueblo y se encerró en una isla de privilegios. (...)

Y algo de razón tienen. Es un hecho que políticas defectuosas de promoción de la globalización nos abandonaron y contribuyeron a una creciente desigualdad. Y ahora la inteligencia artificial y la automatización amenazan con reemplazar los puestos de trabajo rutinarios y acentuar las divisiones sociales. ¿Podrán la dirigencia política y la ciudadanía reunir la voluntad para encarar las amenazas compartidas, o vamos camino de una mayor fragmentación? Mucho dependerá de las medidas que se tomen en 2019.  (...)

Hasta ahora, la revolución política que se desarrolla estuvo signada por la rabia y la frustración. Pero es posible (y necesario) encauzar esos sentimientos y ponerlos al servicio del cambio constructivo. Para lograr una globalización inclusiva, tenemos que hacer frente a la desigualdad creciente, abrazar la diversidad y rescatar la cooperación internacional del espectro del unilateralismo. (...)

Tres décadas después de la caída del Muro de Berlín, estamos otra vez en una encrucijada, y se libra una encarnizada batalla de ideas. Los nuevos muros que hoy se erigen dentro de las sociedades y entre ellas plantean una grave amenaza a nuestro futuro colectivo. (...)"               (

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