"(...) ¿Cómo definiría esta fase del capitalismo?
El experimento neoliberal ha fracasado: no ha traído prosperidad ni
ha resuelto el conflicto entre las clases, mientras vemos que en muchos
países aparecen distintas formas de revuelta contra el capitalismo
globalizado, movimientos anticapitalistas o, mejor dicho,
antiinternacionalistas. El neoliberalismo siempre fue un movimiento
internacional que abrió las economías nacionales, y ese es ahora el
objetivo de la resistencia.
En parte sucede esto porque la izquierda de
la tercera vía se unió a la fiesta internacionalista en medio de la
euforia globalizadora y perdió la conexión con la gente a la que el
sistema iba dejando atrás. Por eso los “chalecos amarillos” en Francia
ya no se consideran de izquierdas, porque la izquierda no ha sabido
responder a sus preocupaciones y los sindicatos han quedado fuera de la
lucha.
¿Por qué ha fracasado el experimento?
La idea del neoliberalismo era revivir el vigor del crecimiento
económico perpetuo en los años 80, cuando empezaba el estancamiento. El
sueño no se cumplió. Hoy vivimos un periodo de enorme endeudamiento, con
tasas de interés cero y muy bajo crecimiento. El capitalismo no puede
sobrevivir en esas condiciones. Necesita un permanente retorno del
capital. Económicamente, el neoliberalismo no ha cumplido las promesas.
Y
políticamente ha dividido a las sociedades. Ahora tenemos por todas
partes a los populistas nacionalistas de derechas, que destruyen los
sistemas políticos, como vemos en Italia. Y la ingobernabilidad amenaza
la estabilidad de nuestras sociedades.
¿Qué ha causado ese fracaso? ¿La codicia, el descontrol, el sadismo de las élites, la desregulación, el euro?
Eso es demasiado simple y, a la vez, demasiado complicado. El sistema
necesita seguir generando cada vez más capital. Para que eso ocurra
tienes que organizar la sociedad de forma que colabore en el permanente
crecimiento del consumo y la inversión. Pero hay límites naturales a
eso, no existe el crecimiento interminable. La gente debe ser reeducada
todo el tiempo para colaborar con la máquina. Y eso es demasiado
complicado.
La legitimidad y la estabilidad exigen un buen Estado de
bienestar y una distribución igualitaria. Si no lo consigues, y
destruyes los sindicatos y los Estados de bienestar, y cada vez menos
gente controla el sistema, y no hay demanda ni enemigo, y necesitas cada
vez más crédito, eso solo puede acabar en una crisis enorme.
Lo que ha
pasado es que la competencia global entre los Estados y los trabajadores
ha creado y profundizado la crisis, en vez de revitalizar el mecanismo
de crecimiento del capitalismo. (...)" (Entrevista a Wolfgang Streeck. Sociólogo, Miguel Mora, CTXT, 13/03/19)
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