18/12/19

El gobierno chino utiliza con mucho éxito su tecnología de vigilancia como medio de controlar a la sociedad... pero eso no hace infelices a los chinos... es un sistema de puntos muy similar a la experiencia de un niño con un videojuego, se te castiga o se te dan premios en función de lo que hagas. Está pensado para una generación determinada...

"(...) P. China es la gran potencia emergente y su papel será crucial en los próximos años. Su crecimiento ha sido enorme, y entre los factores que lo han provocado están, y en lugar principal, la insensatez occidental, que trasladó allí su producción para que sus empresas tuvieran beneficios mucho mayores, pero al hacerlo dio acceso a China a muchísimos recursos. 
China no imitó las formas de hacer occidentales, sino que recogió todo lo que había sido expulsado de nuestro sistema productivo, centralización, planificación, trabajo a largo plazo, reparto del bienestar. Si China ha crecido ha sido por un error grave de las democracias liberales. Ahora Trump quiere frenar a China, pero otros dirigentes occidentales creen que se debe mantener una actitud amistosa. 

R. En esto los liberales han cambiado. El liberalismo se basa en gran medida en la antigua teoría de la modernización según la cual el desarrollo económico produce una demanda de más libertad: una vez que las sociedades cuentan con una clase media robusta y numerosa, van a exigir más derechos. Por eso se apoyaba a China, porque esperábamos que ese movimiento interno se produjese, pero nos hemos dado cuenta de que no hay una relación directa entre ambas cosas. Hay muchos aspectos que no tomamos en consideración, como la tradición cultural o el tamaño del país.

 Por ejemplo, si comparas a los soviéticos con los chinos, había élites soviéticas que pensaban que el sistema no funcionaba, pero sí tenían una idea acerca de lo que debía preservarse del comunismo. Gorbachov creía que lo bueno de su sistema eran las ideas socialistas y que lo malo era el monopolio del partido comunista. Los chinos creen justo lo opuesto, lo bueno del comunismo es el poder del partido comunista, porque es eficaz, pero se utilizó para cosas equivocadas.

De modo que Occidente tiene que afrontar un problema con China. Por una parte, no sabemos durante cuánto tiempo se va a mantener el éxito de su economía y no sabemos cómo va a reaccionar su poder político chino cuando ese crecimiento deje de producirse, y somos conscientes de que China tiene un problema demográfico, que proviene de la política de hijo único. Pero, por otra parte, estamos viendo cómo el gobierno chino utiliza con mucho éxito su tecnología de vigilancia como medio de controlar a la sociedad. 

Un gran experto en China me contaba algo fascinante acerca del control social y de las ‘social cards’: aseguraba que eso no les hacía infelices. Lo más amenazante cuando vives en un sistema autoritario es que te castiguen por algo que no has hecho y este sistema introduce pruebas. Y, en segundo lugar, este sistema de puntos es muy similar a la experiencia de un niño con un videojuego, se te castiga o se te dan premios en función de lo que hagas. Está pensado para una generación determinada.

En todo caso, en EEUU ya no hay líderes políticos que defiendan que hay que encajar a China en el orden liberal. He pasado bastante tiempo durante el último año en EEUU y he visto un cambio similar al acontecido respecto de la Unión Soviética en el periodo 1947-1948. Hasta esa fecha, había distintas opiniones respecto de cómo actuar con ellos, y de repente todo cambió: se convirtieron en el enemigo. Ocurre lo mismo con China, también porque ha cambiado el punto de vista de las empresas americanas, sobre todo las de Silicon Valley. China ha perdido todos sus partidarios en EEUU.

P. A veces no tenemos en cuenta la capacidad de las poblaciones para amoldarse. La tecnología de vigilancia se utiliza también sobre los estadounidenses o los europeos por parte de empresas privadas y la gente no parece estar preocupada, seguimos utilizando esos medios de la misma manera aun cuando sabemos que nuestros datos están en manos de otras personas. China vigila, pero ofrece contrapartidas: hay más bienestar material y ahora son un imperio, con lo que supone de refuerzo del orgullo y de los elementos identitarios. 

R. La gran diferencia entre la vigilancia china y la occidental es que la primera está controlada por el Estado y aquí es privada y, además, el control chino es visible, porque te dejan clarísimo que te están vigilando. En nuestro caso no. Siempre bromeo con que este autoritarismo del big data que hay en China tiene una ventaja, que no necesita informadores políticos, porque ya todo el mundo informa sobre sí mismo. 

Es importante subrayar que en todas partes ha habido un cambio psicológico. En la era industrial, todo estaba basado en los intereses económicos y en la idea del votante racional, pero ahora, y se vio claro en las prácticas de Cambridge Analytica, se saben con precisión las preferencias de la gente y se intentan manipular, pero no a través de sus intereses sino de su idiosincrasia. Ha habido un giro político hacia la psicología que construye una forma de gobernar diferente.

P. En esa guerra entre EEUU y China, la Unión Europa parece la gran perdedora. Carece de cohesión, su tecnología está por debajo de las que utilizan las grandes potencias, no tiene ejército propio ni un liderazgo claro. No hay elementos que hagan pensar que vamos a tener un buen futuro, en especial los europeos del sur.

R. Los búlgaros no somos famosos por nuestro optimismo… Pero sí, el nuevo telón de acero va a ser la tecnología. Europa está tratando de encontrar una tercera vía para que no quedar aplastada entre China y EEUU pero va a llegar un momento en que ambas partes van a querer garantizar sus opciones, y Europa tendrá que optar entre uno u otro. 

El 5G es el ejemplo típico. En el mundo en el que Europa sigue existiendo, percibe la mayor parte de las cuestiones como comerciales, pero tanto para EEUU como para China el comercio se ha convertido en una cuestión geopolítica. Y esto no sólo provoca una división entre países, sino que señala la división entre las élites. Por ejemplo, el jefe de la inteligencia alemana tiene una posición sobre el 5G, mientras que los empresarios del automóvil tienen otra muy distinta, porque China les puede dejar de comprar coches. Va a ser una difícil decisión.

P. Sí, porque la UE tiene una posición difícil. Sus alianzas militares y políticas tradicionales son con EEUU, pero China es un socio comercial vital. Esto, en el caso de Alemania, es muy evidente. 

Sí, y además porque los alemanes venden a China pero su hardware tecnológico es americano. Este es el problema y va a producir cambios importantes. La gente habla últimamente de esferas de influencia, pero estas no van a quedar definidas por la naturaleza del gobierno, sino por el tipo de buscador de internet que utilices."

(Entrevista a Iván Krastev, Esteban Hernández, El Confidencial, 01/12/19)

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