"(...) Termómetros extremos
El año 2019 fue, ya está confirmado, el segundo más tórrido de la historia.
Tan solo se situó por detrás de 2016. No obstante, a diferencia de
2016, el año pasado no se registró el fenómeno de El Niño.
Este es un
evento que se da en el Pacífico y que se traduce en temperaturas más
altas en todo el mundo. Por lo tanto, 2019 fue el año más cálido sin El
Niño. La temperatura media a nivel global ya se sitúa a 1,1 ºC por
encima de niveles preindustriales. A solo cuatro décimas de grado del
primer umbral fijado en París.
Y, no obstante, un año es solo un año. Hay
innumerables razones por las que un periodo puede registrar una
anomalía, tanto de calor como de frío. La gravedad de nuestra situación
como habitantes de este planeta se entiende mejor cuando se analizan las
tendencias:
- Los cinco últimos años son los cinco más tórridos desde que hay registros.
- La década 2010-2019 es la década más tórrida desde que hay registros.
- Desde los 80, cada década ha sido más tórrida que la anterior, y todas han batido el récord.
Estas tendencias seguirán al alza en el futuro, a no ser que dejemos de emitir gases de efecto invernadero.
Y eso, como demuestra la crisis del coronavirus, solo puede conseguirse
con alteraciones radicales en el modelo económico que nos gobierna. No
hay soluciones mágicas.
España
Empecemos por lo concreto. España, uno de los países europeos más vulnerables
a la crisis del clima, aparece en tres ocasiones en el informe. Estos
son los síntomas del calentamiento global en estas latitudes:
Tormentas. En la primera ocasión se hace referencia a
las tormentas de otoño en la costa mediterránea. Las «precipitaciones
extremas y potentes vientos» produjeron muertes y graves daños, sobre
todo en el sudeste de la península. El informe menciona sobre todo
Alicante y Murcia, donde aún se están sufriendo las consecuencias de
esos días. Los eventos en España y Francia, continúa el texto,
registraron ciclos de 24 horas en los que se recogieron «más de 200 mm»
de lluvia en algunos lugares.
La Declaración de la OMM no incluye los efectos de la Borrasca Gloria,
al haberse producido en 2020. Gloria se cobró 14 vidas y produjo daños
por valor de millones de euros en toda la costa de Cataluña, Valencia y
Baleares, así como en la provincia de Málaga.
Las tormentas son un evento meteorológico normal otoñal del
Mediterráneo occidental. Sin embargo, la subida de temperaturas tanto
del mar como del aire incrementa su potencia y frecuencia y hace que las precipitaciones sean cada vez más erráticas y dañinas.
Sequía. La segunda vez que España aparece en la
Declaración es para advertir contra un problema mucho más lento e
insidioso, y que por ello a menudo no recibe la misma atención que las
catástrofes puntuales: la sequía. Entre enero y agosto, nuestro país
registró un 23% menos de lluvia que la media. Febrero
de 2019 fue el febrero más seco del siglo en España. Aunque ese récord
ha tardado poco en superarse: este año, febrero ha sido el más cálido y seco desde 1965. De nuevo, las tendencias son más importantes que los datos puntuales.
La relación de la sequía con las alta temperaturas es directa. A
mayor temperatura, más evaporación, lo que retira agua de la superficie.
Las plantas también tienen menos capacidad para retener líquidos. Las precipitaciones, al ser más erráticas, son a su vez más difíciles de aprovechar y más dañinas.
La sequía sostenida en el tiempo, sumada a otros problemas como la
mala gestión del suelo y el agua, los incendios o la deforestación,
desemboca en desertización. Esta es la gran amenaza de la crisis del clima para nuestro país. Desde los años 90, las zonas con clima semiárido han aumentado un 6%.
Ola de calor: finalmente, la tercera vez que aparece España en el documento es para hablar de un fenómeno que afecta, sobre todo, a la salud.
En tiempos de coronavirus hay que recordar que muchos de sus grupos de
riesgo son también vulnerables a otro fenómeno. Desgraciadamente, este
no tiene solución a corto plazo. Se trata de las olas de calor.
En junio del año pasado, una ola de calor acabó con «varias vidas»
en España y Francia, según la OMM. Pero la más severa del verano estaba
por llegar a Europa occidental, y a finales de julio, otro de estos
mortíferos eventos se cobró la vida de casi 3.000 personas en varios
países del continente.
España ha actuado de manera efectiva, en cualquier caso, en la
adaptación a las olas de calor durante los últimos años. Un cambio en la
cultura, más educación y medidas de coordinación entre organismos
oficiales, han conseguido reducir dramáticamente el número de víctimas
de estos desastres naturales. No obstante, siguen produciéndose muertes
cada año. A menudo, estas son evitables, como en el caso de personas
que trabajan en condiciones inhumanas. Si no estamos alerta, las muertes por olas de calor pueden llegar a multiplicarse por diez durante este siglo." (Santiago Sáez, Climática, 11/03/20)
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