16/3/20

Los síntomas del calentamiento global en España... Los cinco últimos años son los cinco más tórridos desde que hay registros

"(...) Termómetros extremos


El año 2019 fue, ya está confirmado, el segundo más tórrido de la historia. Tan solo se situó por detrás de 2016. No obstante, a diferencia de 2016, el año pasado no se registró el fenómeno de El Niño. 

Este es un evento que se da en el Pacífico y que se traduce en temperaturas más altas en todo el mundo. Por lo tanto, 2019 fue el año más cálido sin El Niño. La temperatura media a nivel global ya se sitúa a 1,1 ºC por encima de niveles preindustriales. A solo cuatro décimas de grado del primer umbral fijado en París.


Y, no obstante, un año es solo un año. Hay innumerables razones por las que un periodo puede registrar una anomalía, tanto de calor como de frío. La gravedad de nuestra situación como habitantes de este planeta se entiende mejor cuando se analizan las tendencias:

  • Los cinco últimos años son los cinco más tórridos desde que hay registros.
  • La década 2010-2019 es la década más tórrida desde que hay registros.
  • Desde los 80, cada década ha sido más tórrida que la anterior, y todas han batido el récord.

Estas tendencias seguirán al alza en el futuro, a no ser que dejemos de emitir gases de efecto invernadero. Y eso, como demuestra la crisis del coronavirus, solo puede conseguirse con alteraciones radicales en el modelo económico que nos gobierna. No hay soluciones mágicas.


España


Empecemos por lo concreto. España, uno de los países europeos más vulnerables a la crisis del clima, aparece en tres ocasiones en el informe. Estos son los síntomas del calentamiento global en estas latitudes:


Tormentas. En la primera ocasión se hace referencia a las tormentas de otoño en la costa mediterránea. Las «precipitaciones extremas y potentes vientos» produjeron muertes y graves daños, sobre todo en el sudeste de la península. El informe menciona sobre todo Alicante y Murcia, donde aún se están sufriendo las consecuencias de esos días. Los eventos en España y Francia, continúa el texto, registraron ciclos de 24 horas en los que se recogieron «más de 200 mm» de lluvia en algunos lugares.


La Declaración de la OMM no incluye los efectos de la Borrasca Gloria, al haberse producido en 2020. Gloria se cobró 14 vidas y produjo daños por valor de millones de euros en toda la costa de Cataluña, Valencia y Baleares, así como en la provincia de Málaga.


Las tormentas son un evento meteorológico normal otoñal del Mediterráneo occidental. Sin embargo, la subida de temperaturas tanto del mar como del aire incrementa su potencia y frecuencia y hace que las precipitaciones sean cada vez más erráticas y dañinas.


Sequía. La segunda vez que España aparece en la Declaración es para advertir contra un problema mucho más lento e insidioso, y que por ello a menudo no recibe la misma atención que las catástrofes puntuales: la sequía. Entre enero y agosto, nuestro país registró un 23% menos de lluvia que la media. Febrero de 2019 fue el febrero más seco del siglo en España. Aunque ese récord ha tardado poco en superarse: este año, febrero ha sido el más cálido y seco desde 1965. De nuevo, las tendencias son más importantes que los datos puntuales.


La relación de la sequía con las alta temperaturas es directa. A mayor temperatura, más evaporación, lo que retira agua de la superficie. Las plantas también tienen menos capacidad para retener líquidos. Las precipitaciones, al ser más erráticas, son a su vez más difíciles de aprovechar y más dañinas.


La sequía sostenida en el tiempo, sumada a otros problemas como la mala gestión del suelo y el agua, los incendios o la deforestación, desemboca en desertización. Esta es la gran amenaza de la crisis del clima para nuestro país. Desde los años 90, las zonas con clima semiárido han aumentado un 6%.


Ola de calor: finalmente, la tercera vez que aparece España en el documento es para hablar de un fenómeno que afecta, sobre todo, a la salud. En tiempos de coronavirus hay que recordar que muchos de sus grupos de riesgo son también vulnerables a otro fenómeno. Desgraciadamente, este no tiene solución a corto plazo. Se trata de las olas de calor. 


En junio del año pasado, una ola de calor acabó con «varias vidas» en España y Francia, según la OMM. Pero la más severa del verano estaba por llegar a Europa occidental, y a finales de julio, otro de estos mortíferos eventos se cobró la vida de casi 3.000 personas en varios países del continente. 


España ha actuado de manera efectiva, en cualquier caso, en la adaptación a las olas de calor durante los últimos años. Un cambio en la cultura, más educación y medidas de coordinación entre organismos oficiales, han conseguido reducir dramáticamente el número de víctimas de estos desastres naturales. No obstante, siguen produciéndose muertes cada año. A menudo, estas son evitables, como en el caso de personas que trabajan en condiciones inhumanas. Si no estamos alerta, las muertes por olas de calor pueden llegar a multiplicarse por diez durante este siglo."                (Santiago Sáez, Climática, 11/03/20)

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