"¿Te sobran 250 millones de dólares? Si formas parte del 0.1 %, probablemente sí.
“Si los pobres supieran lo ricos que son los ricos, habría disturbios en las calles”.
El cómico y actor Chris Rock hizo esta sagaz declaración durante una entrevista en 2014 con la revista New York,
refiriéndose al abismo cada vez mayor entre ricos y pobres. Al hacerlo,
fue a dar con un reto fundamental en el estudio de la desigualdad.
¿Cuál es la mejor forma de medirlo?
La
mayoría de los estudios de la desigualdad se han centrado en los
ingresos, cuyas estimaciones están disponibles de modo generalizado. Sin
embargo, ser rico no tiene que ver con un solo año de ganancias sino
más bien con la acumulación de riqueza con el tiempo. En el pasado,
cuantificar eso ha sido cosa difícil.
Los ricos preferirían
probablemente seguir en la obscuridad respecto a su riqueza, sobre todo
para evitar los disturbios antes mencionados. La gente que como yo
estudia el tema anda siempre a la busca de más datos y de formas mejores
y más precisas de medir la brecha entre ricos y pobres. Y si bien no
soy de los que propugnan la violencia en las calles, sí creo que es
importante que los ciudadanos sean plenamente conscientes de los niveles
de disparidad que hay en su sociedad.
El modo más revelador de llevarlo a cabo consiste, en mi opinión, en examinar la desigualdad de la riqueza.
Para medir la brecha entre ricos y pobres
Hay varios modos de medir la desigualdad.
Uno
de los más populares consiste en estimarla por medio de los ingresos.
Eso se debe en buena medida a que hay más datos y resulta mucho más
difícil de medir. Pero esta medida es sólo una instantánea.
La
riqueza, por otro lado, supone una agregación, que se ve afectada no
sólo por los ingresos reales sino por las ganancias acumuladas en años
anteriores y por anteriores generaciones. Sólo estudiando la desigualdad
de ingresos llegan los investigadores y los planificadores de medidas
políticas a estimar de modo profundo y amplio la brecha entre los ricos y
todos los demás.
De cuánta riqueza dispone una persona resulta
asimismo una medida mejor de su calidad de vida y sus oportunidades.
Determina la capacidad de invertir en educación, activos financieros y
la comodidad y seguridad de la jubilación propia. La riqueza mitiga
también las preocupaciones por la variabilidad salarial o los gastos
inesperados. Gozando de abundancia, el coste repentino de cambiar un
calentador de agua estropeado o pagar una factura médica no provoca ni
mucho menos tanta tensión como si eres pobre.
El ‘excepcionalismo’ norteamericano
Cuando
vemos los datos sobre desigualdad de la riqueza en los EE.UU., resulta
duro y empequeñece los del resto del mundo desarrollado.
El
conservador Instituto Hudson informó en 2017 que el 5 % más rico de los
hogares norteamericanos poseía el 62,5 % de todos los activos de los
EE.UU en 2013, cuando treinta años antes era el 54,1. Por consiguiente,
la riqueza del otro 95% cayó del 45,9 % al 37,5 %.
Como resultado,
la riqueza media de las familias de ingresos superiores (que ganan de
media 639.400 dólares) constituía siete veces la de los hogares de
ingresos medios (96.500 dólares) en 2013, la brecha más ancha en al
menos treinta años.
Lo que es más notable, investigadores de la
desigualdad como Emmanuel Saez y Gabriel Zucman descubrieron que el 0.01
% superior controlaba el 22 % de toda la riqueza en 2012, cuando era
sólo el 7 % en 1979.
Sólo con que mirásemos los datos sobre
desigualdad de renta, veríamos, sin embargo, una imagen distinta. En
2013, por ejemplo, el 5% superior de los hogares ganaba sólo el 30% de
todos los ingresos de los EE.UU. (comparado con lo que es poseer casi el
63 % de toda la riqueza).
Si bien los EE.UU. no son el único país
desarrollado que ha visto aumentar la desigualdad de la riqueza en las
últimas tres décadas, constituye un caso aparte. El 5% más rico de los
hogares norteamericanos dispone de casi 91 veces más riqueza que el
hogar norteamericano medio, la brecha más amplia entre los 18 países más
desarrollados del mundo. El siguiente son los Países Bajos, que tiene
una proporción que es menos de la mitad de eso.
¿Se elevan todas las barcas?
Se esperaba que la Ley de Recortes de Impuestos y de Empleo [Tax Cuts and Jobs Act] de 2018 hiciera empeorar con mucho este problema.
Entre
las principales características de la ley se cuenta la de doblar la
deducción tipo de los contribuyentes individuales, una reducción
temporal del tipo fiscal marginal superior del 39,6% al 37 %, una
reducción significativa del número de familias sujetas al impuesto de
sucesiones y un recorte de impuesto de sociedades del 35% al 21%.
El
impacto principal, no obstante, se inclina del lado de los ricos. Así,
por ejemplo, el 20 % inferior de los hogares tendrá una factura de
impuestos de unos 40 dólares de media, comparada con la de 5.420 dólares
de los que están en el quintil superior. Mientras tanto, el 0.1 % más
rico ahorrará 61.920 dólares. Para 2025, los más ricos verán aumentar
sus beneficios hasta 152.200 dólares, mientras que el resto no verá
grandes cambios. Todos los recortes individuales están destinados a
concluir en 2026.
Lo contribuyentes más ricos también se
beneficiarán de otras características de la ley. Por ejemplo, la
investigación muestra que la mayoría de los beneficios de rebajar los
impuestos empresariales afecta a los ricos, y menos estados con impuesto
de sucesiones significa más acumulación de riqueza entre generaciones.
Los
partidarios de la ley fiscal afirman que no hará aumentar los niveles
de desigualdad porque el dinero que ahorren los ricos “se filtrará hacia
abajo” [“trickle down”] a otros hogares norteamericanos y elevará
también sus barcas.
La evidencia empírica, sin embargo, sugiere
otra cosa. Concretamente, que encauzar más dinero hacia los ricos, por
vía de recortes de impuestos, no mejora el crecimiento económico,
empeora las oportunidades educativas e incluso reduce la esperanza de
vida, que decayó por segundo año consecutivo en 2017.
Conozcamos los hechos
Así
pues, ¿lleva razón Chris Rock en que los norteamericanos simplemente no
son conscientes de los niveles de disparidad en su sociedad?
Las encuestas sugieren que sí. Quienes respondieron a una encuesta nacional de 2011, por ejemplo, “subestimaron drásticamente” los niveles de desigualdad de la riqueza en los EE.UU.
La
encuesta, igual que otras investigaciones, también afirmaba
parcialmente que la otra mitad de esta cita al mostrar que de modo
general los norteamericanos se preocupan por la desigualdad de la
riqueza y preferirían que fuera menor.
Si la desigualdad de
riqueza existente en los EE.UU. es social o moralmente sostenible – o
podría conducir a los disturbios que imaginaba Chris Rock – constituye
una pregunta abierta.
Pase lo que pase, lo primero es lo primero,
tenemos que saber y comprender es hasta qué punto es mala la desigualdad
en los EE.UU. Lo que decidamos hacer después con ello ya es cosa
nuestra."
(Gil B. Manzon Jr. es profesor asociado de Contabilidad en la Carroll School of Management de Boston College. Sin Permiso, 19/07/20. Fuente: The Conversation, 5 de febrero de 2018)
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