"(...) Los mitos alimentan los estereotipos y los prejuicios. Y es así como 
un mito (las diferencias biológicas) es el argumento que más a menudo se
 utiliza (o variantes del mismo) para explicar la ausencia de mujeres en
 posiciones de liderazgo o el alto nivel de segregación ocupacional por 
sexo.
Aunque aún no se hayan traducido al castellano (y no creo que sea casualidad), reivindico la difusión de obras como Cerebro rosa,
 cerebro azul: cómo pequeñas diferencias se convierten en brechas 
insalvables y qué podemos hacer al respecto, de la profesora de 
Neurociencia Lise Eliot. 
O El mito de Marte y Venus: ¿Hablan hombres y mujeres lenguajes distintos?
 de la profesora y lingüista Deborah Cameron.
 Estas autoras sugieren que
 las diferencias psicológicas y de comportamiento entre sexos se deben 
mucho más probablemente a la forma en la que los padres criamos a 
nuestros hijos, la manera en que las escuelas los educan y la influencia
 que los medios de comunicación tienen en la formación de valores y 
creencias de niños y niñas sobre el papel que les corresponde en la 
sociedad. 
En pocas palabras: la socialización parece contar más que las 
diferencias biológicas.
 Claro que hombres y mujeres son distintos. Pero no porque su cerebro o 
capacidades sean distintas sino porque su sexualidad es diferente y ello
 tiene consecuencias físicas y sociales. Pero sobre todo como resultado 
de interminables siglos de injusto trato desigual. Recordemos que hace 
menos de un siglo los hombres tenían el monopolio de la autoridad legal,
 el poder político y civil, el derecho exclusivo de la propiedad. (...) 
Fomentemos la idea que hombres y mujeres tienen que compartir de forma 
equilibrada las posiciones de poder y de decisión en los gobiernos, en 
el mundo de los negocios, y en todos los sectores económicos. Porque 
sencillamente no es eficiente que menos de un 20% del total de las 
mujeres tengan acceso a esas posiciones. 
La estabilidad y la 
sostenibilidad de nuestras sociedades necesita del equilibrio de género.
 Porque una sociedad justa no puede seguir permitiéndose el lujo de 
desaprovechar la inteligencia y la creatividad de millones de mujeres."                   (Marta Fraile, El País, 08/06/16)
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