28/1/22

Piketty: El socialismo participativo es la combinación de la participación en las empresas con una mayor inversión en educación. Las dos fuentes de prosperidad son la participación y la educación... Es muy importante que recordemos que la única razón por la que los EEUU fue un poder económico dominante en el mundo durante el siglo XX, fue por sus progresos en materia de educación respecto de Europa... El otro factor es la participación, en Alemania y Suecia, durante el siglo XX, se fijó la participación de los trabajadores en la empresa, y tenían un 50% de derecho a voto en los consejos de administración

 "Thomas Piketty, el economista francés que cobró fama mundial con ‘El capital del siglo XXI’, regresa con nuevo libro, ‘Una historia de la igualdad’ (Ed. Deusto). Además de un recorrido histórico en el que apunta que la tendencia en la reducción de la desigualdad es una constante a largo plazo, propone algunas medidas para conseguir el objetivo y analiza qué figuras institucionales podrían ayudar en ese trayecto.

PREGUNTA. Estuvo el pasado viernes en un debate público con la vicepresidenta segunda, con gran éxito de público. ¿Qué sintonía tiene Yolanda Díaz con sus propuestas? Su idea de un “socialismo democrático, participativo y federal, ecológico y con mestizaje social” podría ser asumible para ella, como para partes del PSOE.

RESPUESTA. Me agradó mucho hablar con la ministra Díaz, y ver cómo las distintas facciones de la izquierda han trabajado de manera conjunta, porque en Francia resulta muy difícil que las izquierdas se reúnan y dialoguen. Lo que está haciendo el Gobierno de España es un modelo muy interesante para Francia y para Occidente en general.

El modelo que describo, el del socialismo democrático, va en línea con la perspectiva general de Díaz, pero también tengo una perspectiva a largo plazo, la de la transformación del sistema político y económico. El movimiento hacia la igualdad que comenzó con la Revolución francesa seguirá adelante. Si solo nos fijamos en la perspectiva actual, con la pandemia y los problemas que hay, nos deprimimos y no somos capaces de ver que la tendencia general de los últimos siglos es un movimiento hacia la igualdad que ha sido exitoso para Europa. 

 P. Cuando se habla de desigualdad, se suelen medir los niveles de ingreso. Pero a menudo nos olvidamos de los gastos, y son esenciales, porque los costes esenciales para la subsistencia, como los derivados de la vivienda o de la energía, son mucho más elevados que en décadas anteriores. Ahora viene un tiempo de inflación. ¿Cómo afrontamos ese aumento del precio de lo bienes esenciales?

R. Es muy importante, cuando hablamos sobre ese movimiento hacia la igualdad, que se establezcan objetivos respecto de los bienes fundamentales, como la educación gratuita, el transporte, la vivienda, la energía o la cultura. Si hace 100 años las personas hubieran dicho que la sanidad pública se iba a pagar mediante impuestos, muchas personas dirían "esto no va a funcionar, es comunismo". 

Pero de hecho ha funcionado muy bien. En Chile, con Pinochet, se quiso implantar un sistema de escuelas privadas en las que los accionistas participaran en la educación, pero hoy nadie defiende este modelo. Trump sí lo hizo, con su universidad, pero no funcionó. Incluso las universidades privadas importantes de EEUU siguen una lógica distinta de la del mero lucro, porque la lógica de maximización de los beneficios es contradictoria con muchas conductas que se quieren promover entre los profesores. 

La gran lección de este movimiento durante todo el siglo es que una mayor igualdad viene de la mano de la desmercantilización, y de la salida gradual del capitalismo de la mera lógica de la maximización de los beneficios. Esto ha funcionado con la educación y se podría aplicar a otros sectores, como la cultura, el transporte o la energía, en los que la lógica pura del mercado no funciona demasiado bien.

 P. Uno de los problemas de esa lógica, que también ha generado tensiones entre el capitalismo productivo y el financiero, es que aboca a la desaparición del medio plazo. Siempre se trabaja a corto, con consecuencias muy negativas para las propias empresas. ¿La participación de los trabajadores en el gobierno corporativo, que es una de sus propuestas, serviría para modificar estas actitudes o es insuficiente mientras no exista un cambio a mayor escala?

R. El socialismo participativo es la combinación de la participación en las empresas con una mayor inversión en educación. Las dos fuentes de prosperidad son la participación y la educación. Es muy importante que recordemos que la única razón por la que los EEUU, que son un poder económico dominante en el mundo durante el siglo XX, alcanzaron esa posición, fue por sus progresos en materia de educación respecto de Europa.

 En los años cincuenta, un 90% de sus niños recibía educación secundaria. En Francia, o en Japón, el porcentaje era mucho más bajo. Y eso fue posible porque en los EEUU, desde la época de Roosevelt hasta 1980, hubo una progresividad fiscal muy fuerte. Pero a cambio fueron prósperos, porque la educación fue la razón real por la que EEUU eran tan productivos desde el punto de vista económico.

 El otro factor es la participación. EEUU, durante el siglo XIX, estaba más avanzado en instituciones democráticas que Europa. Pero en Alemania y Suecia, durante el siglo XX, se fijó la participación de los trabajadores en la empresa, y tenían un 50% de derecho a voto en los consejos de administración. En Alemania y Suecia, además, el sistema de educación superior es completamente gratuito, no se paga matrícula ni ningún tipo de precio, por lo que es inclusivo.

 El modelo de Francia, grandes escuelas a las que asisten personas con elevado poder adquisitivo, es muy diferente. En Europa fuimos capaces de crear una forma de un socialismo democrático, con el acceso a la seguridad social, con la educación pública en primaria y secundaria, y hay que hacer algo parecido con la educación superior, de modo que exista un modelo de universidades de alta calidad, tan bueno o mejor que las de EEUU, pero más inclusivo. Esto, junto con la participación y los derechos de voto de los trabajadores en grandes empresas, puede generar el tipo de socialismo participativo que tengo en mente.

 P. La importancia de la educación para el futuro es evidente, pero es más dudoso pensar que todo pase por ella. El problema que se plantea, y lo señalaba usted citando a Balzac en ‘El capital del siglo XXI’, es que se puede tener muchos menos puestos de trabajo que optantes. En España ocurre, tenemos gente muy formada que no encuentra salida en el mercado laboral porque no hay trabajo suficiente.

R. A largo plazo, la expansión de la educación se unirá a la invención de nuevas formas de actividad económica con un gran aumento de la productividad. A corto plazo, puede haber desequilibrios en algunos sectores, y por eso hay que ser cuidadosos. Tenemos que proporcionar la posibilidad de que las universidades puedan ajustar sus programas académicos, de forma que puedan tener en cuenta qué va a ocurrir con sus egresados y se puedan adaptar al mercado.

 Las universidades son conscientes de que tienen dos objetivos, el general de adquirir conocimiento y crear buenos ciudadanos, y el de formar a sus estudiantes para encontrar un empleo que responda a las necesidades de la economía. Tenemos que adaptar el sistema de manera permanente. Si pensamos en las grandes tecnológicas, está claro que no habría un Silicon Valley sin las grandes universidades estadounidenses, como Stanford o Berkeley. Podemos darle las vueltas que queramos, pero al final, el capital humano es absolutamente indicativo del desarrollo de nuevos sectores.

Si miramos la productividad total o el PIB por hora de trabajo en Alemania o Francia, tenemos un nivel muy parecido al de EEUU, pero la diferencia estriba en que en EEUU, en la parte más alta del espectro, tenemos a sectores productivos gigantescos con inversiones grandísimas y universidades de muy alto nivel, pero en la parte más baja tenemos muy baja cualificación, muy baja productividad, con gente que trabaja en supermercados que abren 24 horas al día, y eso es porque existe un sistema desigual de inversión en educación. Es producto de la brecha educativa que se ha abierto en EEUU. Para resumir, a largo plazo, la inversión en educación es la estrategia clave para la prosperidad (...)"

  (Entrevista a Thomas Piketty, Esteban Hernández, El Confidencial 18/01/22)

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