26/6/08

¿Cómo es la antropofagia?

"Eduardo Strauch ha sobrevivido a un accidente aéreo, ha aguantado 72 días en los Andes con lo puesto y ha practicado la antropofagia, pero es un hombre tímido. (...)
"No tengo ningún problema para hablarlo. La curiosidad me parece normal. No me siento distinto por haber comido carne humana; tampoco lo percibí como una comunión, pero eso ayudó a algunos". (...)
Arquitecto, casado, con cinco hijos de edades entre 17 y 27 años, dice que su relación con la historia de la tragedia ha ido variando en intensidad, pero que siempre le ha acompañado. "Un 20% de mí está todavía en la cordillera, y no quiero que baje", explica. "Nunca tuve problemas de conciencia, ni pesadillas, pero lo que vivimos allí fue algo tan conmovedor... Estoy seguro de que he ido haciendo una sanación, una autoterapia; sin embargo, aún hay duelo". Eduardo Strauch, que contaba 25 años, formó parte allí arriba del núcleo duro: fue de los que se encargaron de obtener y distribuir la carne de los cuerpos -una tarea que "no era grata"- durante los 65 días que los consumieron. Tomaban poco cada vez. Empezaron, dice, por los que conocían menos, pero nunca trascendía exactamente de quién se trataba. No se limitaban a la fibra. También comieron tuétano. Hacer uso de "cierto humor negro" les ayudó mucho en el trance, y ofrecerse ellos mismos: "Si muero, comédme, nos decíamos unos a otros". Considera que la fortaleza mental fue decisiva para sobrevivir. Recuerda el impacto, la sensación de irrealidad, el ruido infernal, el instante de silencio y luego los gemidos. Fue su primera relación con la muerte. No se considera valiente -"del montón"-, pero sí pragmático. "A otros les costó mucho la decisión de la antropofagia, se les cruzaban reflexiones religiosas, filosóficas. Yo lo tuve muy claro. Y estoy muy contento de haber podido lidiar con todo aquello". Ha podido hablarlo con sus hijos e incluso responderles a qué sabe la carne humana: "A vacuno". La de los Andes es una historia con muchos ingredientes, con perdón por la palabra, pero sin sexo: "No hubo, todo ese tiempo se nos olvidó". (EDUARDO STRAUCH:"No hable sólo de antropofagia, por favor". El País, ed. Galicia, Última, 25/06/2008)

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