“José Tomás es un gran torero; discutido por su genialidad, y porque ha recuperado la esencia de la fiesta. Un torero antiguo, heroico, que atropella, a veces, la razón en función del triunfo. Pero le ha devuelto la vida a los toros. Por eso, todos hablan de él; todos quieren verlo en la plaza y las opiniones se dividen. Tampoco los expertos se ponen de acuerdo. Todos reconocen su valor y su calidad como torero, pero...
"A mí lo que me extraña es que se elogie a un torero porque lo coja el toro, cuando creo que la gracia consiste en lo contrario; es verdad que dicen que José Tomás se coloca en un sitio imposible, y hay que reconocer que su reaparición ha tenido un efecto revitalizador para la fiesta, pero a mí me gustaban Antonio Ordóñez y Curro Romero, y no los legionarios". Así de contundente se expresa el filósofo Fernando Savater, que, a pesar de ser aficionado, hace 10 años que no acude a una plaza. (…)
Considera el cirujano taurino que la histeria colectiva que se crea en la plaza perjudica a los demás toreros, y ofrece algunos "secretos" de la enfermería: "Tomás demuestra una gran frialdad; parece como si considerara normal las heridas y se comporta con una sorprendente estoicidad. Llegó a la camilla con 70 pulsaciones, como si tal cosa, y aseguró que no le dolía nada. ¿Miedo? No lo sé, pero no lo manifiesta. Está deseando volver al toro. Y la verdad es que te deja pasmado. Todos los toreros están hechos de otra pasta, pero éste se lleva la palma".
Entonces, es un loco que no conoce el miedo. Un temerario que pretende inmolarse para ofrecer carnaza a una muchedumbre que lo sigue para verlo morir, aunque no sea ésa su intención. Eso es lo que opinan muchos. Pero no es ése el diagnóstico de Jaime Rodríguez Sacristán, catedrático de Psiquiatría Infantil. "Creo que se le está tratando de forma poco respetuosa. Me molesta como profesional que se diga que es un suicida, que no tiene apego a la vida, que se va a morir pronto... Mi opinión, con los escasos datos que poseo, es que se trata de un hombre con una vida afectiva normal y muy celoso de su intimidad, lo cual me parece muy bien. No veo en él ningún rasgo de anomalía. ¿Que es valiente? Si discutimos la valentía en el toreo ponemos en cuestión el toreo mismo, porque es indisociable a éste. José Tomás no da muestra alguna de locura, de inconsciencia o temeridad patológica; más bien, creo que es su manera de entender el toreo. Y seguro que tiene miedo, porque esa forma de angustia como reacción a una amenaza es consustancial al ser humano".
Quien parece tenerlo claro es su actual apoderado, Salvador Boix, que rige su destino profesional desde que reapareciera en Barcelona hace ahora un año. Boix ha vivido con el torero la gloria y el drama; quizá, por eso, es tan contundente. "José es un torero, exclusivamente. Ni ha inventado arrimarse, ni la vergüenza torera. Lo que se vio en Las Ventas lleva sucediendo hace mucho tiempo y, desde luego, no lo ha descubierto Tomás. Por eso, la polémica me parece poco reflexiva. Lo que ocurre es que es un torero con mayúsculas, que se juega la vida para torear a todos los toros según sus condiciones. Los toros cogen cuando uno se arrima, y José no da un paso atrás porque tiene que darlo todo para responder a la expectación que despierta. Estoy convencido de que es un torero grandioso, el más honrado de la historia. ¿Que si pasa miedo? Pues, claro. Pasa mucho porque es de carne y hueso; pero practica un valor que puede llegar a molestar porque es fruto de un sentido de la ética. El respeto al toro y al público le hacen superar el miedo. José Tomás no sale a morir, sino a alcanzar la perfección. Ése, y no otro, es su gran mérito". (…)
Más crítico es Andrés Amorós, catedrático de Literatura Española y reconocido escritor taurino: "Sabe torear, pero se ha convertido en un mito, y eso dificulta el análisis sereno. No le hacen ningún favor los elogios desmesurados que de él se están escribiendo. Tampoco es bueno para su toreo la permanente fijación como modelo en Manolete. Su gran valor merece todo el respeto; más discutible es su técnica: todos los grandes toreros de la historia han podido sufrir más de una cornada a lo largo de la temporada, pero ninguno de ellos -salvo en su etapa de aprendizaje- sufría revolcones cada tarde". (…)
"El ser humano tiene objetivos no siempre determinados por el imperativo de la subsistencia. Venciéndose a sí mismo, José Tomás no sólo conquista su libertad, sino que consigue ser visto por los demás como promesa de libertad propia", dice, a modo de conclusión, Víctor Gómez Pin, catedrático de Filosofía de
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