16/6/08

La inteligencia y la alimentación son la misma cosa (como saben desde siempre los pobres). Hay que alimentar al cerebro… con pan primero

“El politólogo neozelandés James Flynn analizó en los años ochenta los registros históricos del CI (cociente de inteligencia) en 20 países, y mostró que el CI promedio de la población crece entre 5 y 25 puntos de una generación a la siguiente: es el ahora llamado efecto Flynn. En España, por ejemplo, el promedio del cociente de inteligencia ha crecido 10 puntos entre 1970 y la presente década, según un estudio del psicólogo Roberto Colom, de la Universidad Autónoma de Madrid.

Colom precisa que no se trata de un incremento de la inteligencia en todos los niños, sino sólo en los que la tenían más baja. Lo que influye no son tanto las condiciones externas como el acceso a la educación o a las nuevas tecnologías, sino algo más simple: la alimentación. En la medida en que todos estén bien alimentados crecerá el número de listos, hasta que todos vayan alcanzando las cotas de los mejores. No que cada vez se sea más listo, que es distinto. En la inteligencia poco pueden hacer las tecnologías, pero, para los más avispados, una buena herramienta es un tesoro.” (El País, ed. Galicia, Sociedad, 08/06/2008, p. 38/9)

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