-La fama... Si un sábado sales de compras, al volver a casa te has hecho cien fotos con la gente. Si en vez de mirar lo incómodo que es piensas que le has arreglado el día a alguien, cuesta menos. Me gusta ver el rostro de la gente enganchada a El hormiguero y hacerles felices con un autógrafo para sus hijos. También es cierto que al final acabas saliendo menos de casa. La fama sirve para que te hagan la vida más fácil que a los demás.
Si vas a un hospital y no hay camas, al cuarto de hora hay camas. Tuve un problema con el ADSL y me lo arreglaron en dos días. Te ven en turista en un avión y te pasan a primera. En una discoteca, en Valencia, me puse a la cola, y los que estaban delante de mí me dijeron que qué era eso de hacer cola y me obligaron a pasar el primero. La tele te da la oportunidad, si eres feo, de convertirte no en una persona guapa, pero sí atractiva.
Se te acercan las mujeres más despampanantes con cara de admiración. Pero es todo un espejismo. Tengo, día a día y minuto a minuto, la conciencia de que todo esto es un espejismo. Se trata de una etapa que viviré y luego regresaré a la normalidad. (...)
-Una audiencia baja es como quedarse sin oxígeno. Te quedas sin energías. Como si te hubieran puesto encima un peso de 80 kilos. El éxito da unas energías sin límite, un sentimiento de levitación increíble." (Juan José Millás: La hormiga obrera. De niño hiperactivo a estrella de la televisión. La vida al límite de Pablo Motos. El País Semanal, 07/06/2009, p. 63)
No hay comentarios:
Publicar un comentario