18/9/09

La educación... cambiando el cerebro

"¿Sería más sencillo simplemente corregir? ¿Lograr que una persona obsesiva o triste por naturaleza sea un poco más optimista y un poco más feliz?

Claro. Conocemos qué es lo que pasa si hay un circuito neuronal que funciona anómalamente, como es el caso del obsesivo compulsivo. Le bajas la actividad de los canales de sodio y cambia. Ocurre algo parecido con la depresión. Administras a un depresivo un bloqueante de la recaptación de la serotonina y al día siguiente está como una rosa. Lo que pasa es que todo esto lo hacemos groseramente y se puede llegar a hacer mucho más finamente.

La cuestión es dónde pones el límite, dónde paras. ¿Vamos a tener a todo el mundo siempre contento? ¿Es a eso a lo que aspiramos? A lo mejor entonces ya no trabajamos, porque no tenemos otra recompensa. Es muy complicado. Es un verdadero debate ético para la sociedad del próximo futuro.

Sí, porque además se puede cambiar la personalidad de la gente. Convertir a alguien en lo que no era.

Efectivamente. Pero imagine situaciones. Conviene controlar la agresividad, pero esa misma agresividad en un determinado individuo puede ser muy útil en el trabajo. Los límites entre lo bueno y lo malo de la personalidad de la gente son muy difusos.

Y a través de los fármacos podemos estar volviendo de alguna manera a la tan criticada lobotomía.

Fue criticada, pero su impulsor ganó el Premio Nobel. Pero sí, podemos hacer que todo el mundo sea bueno y algo estúpido. Y también se puede utilizar la electroestimulación cerebral para que la gente tenga vivencias tan reales como las de verdad. La utilización de la imagen cerebral en juicios ya se ha empezado a plantear, porque se puede ver claramente si alguien miente o no. Todavía no se ha establecido el procedimiento que asegure en términos legales los resultados, pero lo cierto es que cuando se ilumina una determinada parte del cerebro sabemos que alguien miente como un bellaco.

Sería una máquina de la verdad, pero rigurosa.

Claro. Le voy a poner otro ejemplo de los desafíos a los que nos enfrentamos. El sentido de la responsabilidad es un concepto muy discutible en términos neurológicos. Hay un experimento también increíble. [Se ríe]. Se pone a prueba a una persona para que elija entre salvar a un niño o salvar a diez ancianos. No puede hacer ambas cosas a la vez. Pues bien, registrando la actividad cerebral de la persona que va a decidir, sabemos 100 milisegundos antes de que lo haga que va a salvar al niño o a los ancianos. Podemos saberlo e incluso estimularle de manera que tome una decisión distinta. En los dos casos, el individuo aportará una explicación racional a posteriori sobre la decisión tomada.

¿Eso se va a poder hacer?

Bueno, de momento es sólo un experimento de laboratorio, pero explica de alguna manera que las decisiones supuestamente libres se toman en un 80% basándose en información subconsciente. Decidir que es mejor salvar una vida que empieza que diez ya cumplidas es una explicación que el individuo hace basándose en elementos emocionales en activación por un montón de cosas que no tiene ni idea que están en su cerebro.

Pero previamente hay todo un trabajo y una experiencia vital que hace posible que se activen esos circuitos del cerebro para tomar rápidamente una decisión.

Por supuesto. Es la experiencia vital la que determina esa decisión, pero intervienen elementos emocionales no controlables.

Y suponiendo que mi experiencia vital me determinara salvar al niño, alguien desde fuera podría cambiarme mi decisión. ¿Es eso lo que dice?

Es que las decisiones son intelectuales, emotivas y racionales. Y todo eso ocurre antes de que usted haya sido consciente de ello. La zona consciente es una parte muy pequeña del cerebro. Nuestro cerebro construye un mundo interno que es una visión muy deformada del mundo real, por las vivencias, por la memoria y por una información sensorial que es muy incompleta. Las abejas ven la luz ultravioleta que nosotros no vemos.

Eso no anula la idea de que podemos tener un buen cerebro, desarrollarlo mejor, mantenerlo muy vivo, etcétera.

No. Nuestra mente es el producto del cerebro funcionando. Los actos más sofisticados, las emociones más complejas, los sentimientos más profundos, las mayores abstracciones, no son sino una serie de circuitos actuando que dan lugar aese producto que es el pensamiento." (Carlos Belmonte: Leeremos y manipularemos el cerebro como queramos. El País Semanal, 13/09/2009, p. 30)

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