16/4/10

Un banco británico asfixió financieramente al gobierno republicano. Fue otra de las traiciones que le forzaron a jugar la carta soviética

"En realidad, en Inglaterra sobre todo, se intervino contra la República. Uno de los ejemplos más notables de tal hostilidad ha quedado oculto hasta ahora en la oscuridad de los archivos.

Como toda buena puñalada que se precie, la inglesa coincidió con un momento de suma gravedad: la crisis militar y política que llevó al cambio de Gobierno en abril de 1938, cuando Prieto salió del Ministerio de Defensa Nacional y Negrín asumió sus responsabilidades. Ríos de tinta se han vertido sobre las implicaciones.

Fue entonces cuando se produjo una maniobra secreta que ilustra hacia dónde apuntaban los tiros en Londres. Un banco inglés, el British Overseas Bank (BOB), suspendió de golpe las transferencias de divisas que alimentaban la diplomacia y la política exterior republicanas. De la noche a la mañana, embajadas, legaciones, consulados generales y consulados dejaron de percibir los fondos que enviaba el Banco de España desde Barcelona.

Sin dinero no es posible funcionar. No se cobraron sueldos. No se pagaron alquileres. Los saldos de las cuentas bancarias en el extranjero se agotaron. Los alaridos fueron generales, de Argentina a Suecia, de Filipinas a Moscú. Las finanzas son el nervio de la guerra. La parálisis que indujo el BOB pudo ser mortal. El daño que causó, incalculable. El golpe a la moral, mayúsculo. (...)

En abril de 1938 Meinertzhagen intentó asestar un golpe letal a la diplomacia y a la resistencia republicanas. Lo hizo con frialdad y desprecio, profesionalismo y alevosía total. El día 4 anunció por telegrama que con efectos inmediatos suspendía las transferencias de fondos. (...)

El amable lector se preguntará cómo evadió la República las consecuencias de la puñalada. La respuesta es que, a pesar de todos los esfuerzos realizados, tuvo un coste elevado. Muchos diplomáticos no recibieron sueldos durante meses. Las embajadas y consulados se instalaron en la precariedad. Las deserciones y los desplomes de moral aumentaron. La rapidísima actuación de las autoridades republicanas es, sin embargo, ilustrativa. Justifica, a mi entender, el análisis detallado de lo que a todas luces fue una operación extremadamente meditada y conducida con maestría. Confrontados con un desplome del crucial frente exterior, Negrín y el Banco de España no tuvieron otra alternativa que recurrir a los buenos oficios del aparato bancario soviético asentado en Occidente. No podía ser una solución óptima, ya que los rusos no conocían bien la base financiera de la diplomacia republicana. (...)

¿Qué conclusiones cabe extraer de este episodio? Al menos tres.

La primera es que la apenas encubierta hostilidad de ciertos círculos influyentes de las potencias democráticas y de algunos representantes del capitalismo británico empujaron a la República, en contra de su voluntad, a jugar la carta soviética. Esta constatación no es nueva en modo alguno. Ya la afirmaron los republicanos, aunque después la olvidaran en las querellas del amargo exilio. Es, no obstante, una conclusión que los autores neofranquistas y quienes no han superado los moldes conceptuales de la guerra fría continúan ignorando.

La segunda conclusión es que el honor británico no lo salvaron los burócratas de Whitehall ni los banqueros de la City. Lo salvaron, para la historia, los hombres y mujeres que o lucharon en las Brigadas Internacionales o ayudaron de múltiples formas a la República contra la agresión nazi-fascista y la enemistad de algunos de los sectores más conservadores de su propia sociedad." (ANGEL VIÑAS. Una puñalada inglesa a la República. El País, ed. Galicia, 15, /04/2010, p. 31)

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