26/5/11

"Muchos estudios indican que, para el cerebro, el amor es comparable al chocolate"

"Moléculas y psique parecen dibujar realidades paralelas sobre la respuesta que define el amor.

Comenzando por la duración de este escurridizo sentimiento, Helen Fisher, antropóloga estadounidense experta en la química del amor, sostiene que las parejas humanas tienen una fecha de caducidad de cuatro años.

Transcurrido ese tiempo, el amor y sus alrededores se convierten en calabaza. Los 48 meses son el tiempo que necesita una cría humana para ser suficientemente independiente y que alguien que no sea ni papá ni mamá pueda ocuparse de ella…

Simplificando mucho, se puede decir que la dopamina es la responsable de esa especie de vértigo con mariposas en el estómago que provoca estar ante la persona amada. Cuando este neurotransmisor entra en escena proporciona mucha energía, provoca estados de excitación y de euforia, y está asociada a lo que se llama el mecanismo de recompensa.

De hecho, muchos estudios indican que, para el cerebro, el amor es comparable al chocolate, al dinero o a cualquier otra forma de recompensa. En todos los casos, lo que se activa son los centros de recompensa, y la descarga química que se produce lleva fundamentalmente dopamina.

Sustancias de excitación. Sin embargo, en la fase de atracción irresistible interviene también la adrenalina, que es la responsable de los sudores y de las palpitaciones, y otro neurotransmisor muy interesante por sus implicaciones: la serotonina.

Se sabe que la serotonina está relacionada con un buen número de patologías psiquiátricas, entre ellas el trastorno obsesivo compulsivo. De ahí que se compare el amor con un estado de locura. Pero además es el objetivo principal de los antidepresivos de la familia del Prozac; por esta razón, Fisher considera estos fármacos como auténticos filtros antiamor y antideseo….

La hormona del amor. Cuando la dopamina y su parafernalia de enamoramiento desbordante abandonan el terreno, interviene la que se conoce como la hormona del amor, encargada de crear un vínculo sólido y estable. Hay experimentos con perros de la pradera que hablan por sí solos.

Estos animales son extraordinariamente fieles y permanecen con la misma pareja toda la vida, pero si se les bloquean los receptores de la oxitocina buscan a un ejemplar del otro sexo para el apareamiento, y después, si te he visto no me acuerdo.

En realidad, esta hormona se segrega no sólo cuando se establecen relaciones de pareja, sino en otros tipos de contactos afectivos. Es particularmente importante entre madres y bebés." (Angela Boto: Cóctel bioquímico con morbo. El País Semanal, 09/02/2007, pp. 78/9)

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