"Que las desigualdades en la mayoría de países de la OCDE (el club de
países más ricos del mundo) han ido creciendo hasta alcanzar niveles no
conocidos desde principios del siglo XX es una realidad que ya casi
nadie cuestiona. (...)
Las explicaciones más frecuentes que se dan a este crecimiento de las
desigualdades son predominantemente dos. Una es la introducción de
nuevas tecnologías que eliminan muchísimos puestos de trabajo en los
países más desarrollados económicamente, eliminación que se centra
primordialmente en los puestos de trabajo de escasa cualificación.
De
ahí que, según tal argumento, haya un elevado desempleo en tales países
en los sectores de trabajadores poco cualificados. (...)
Tal argumento, sin embargo, explica muy poco el crecimiento de las
desigualdades, pues la automatización de los puestos de trabajo de baja
cualificación no es un fenómeno nuevo. Antes al contrario, la
automatización ha existido desde el principio del trabajo asalariado,
habiendo sido una constante en el diseño del trabajo.
No parecería ser,
pues, que tal automatización pudiera ser una causa mayor de la
destrucción de los puestos de trabajo y de la extensión del desempleo.
Es más, tal automatización está afectando también a puestos de trabajo
de elevada tecnología y cualificación. Hoy, un técnico especialista en
lecturas de radiografías, por ejemplo, sustituye en muchos hospitales a
radiólogos con doctorados.
En realidad, no hay evidencia de que las nuevas tecnologías estén
afectando más a los trabajadores con menos cualificaciones que los que
tengan más cualificaciones. Es más, según las estadísticas de empleo del
gobierno federal de EEUU, los puestos de trabajo que están creciendo
más son los primeros, los de baja cualificación, mucho más que los de
elevada cualificación.
No parece, pues, convincente que los cambios
tecnológicos sean una causa de este enorme crecimiento de las
desigualdades.
La segunda explicación más común que se
da para explicar tal crecimiento es la globalización económica.
Constantemente se hace referencia a los puestos de trabajo que se están
yendo, por ejemplo, a la China, puestos de trabajo que por regla general
son de escasa cualificación. Hay un elemento de verdad en este
argumento.
Pero sólo un elemento de verdad pues este argumento ignora
que esta exportación de puestos de trabajo se centra primordialmente en
puestos de trabajo de baja cualificación y ello a pesar de que en los
países donde tales puestos de trabajo se instalan, también tienen muchos
profesionales de elevada cualificación que harían gustosamente (y con
menor salario) los trabajos de alta cualificación que existen en los
países donde se exportan primordialmente trabajos no cualificados.
El
hecho de que sean estos últimos y no los primeros los que se exportan se
debe, como bien dice Dean Baker (del Center for Economic and Policy
Research de EEUU), que los profesionales de elevada cualificación tienen
mucho más poder en los países que exportan puestos de trabajo que los
trabajadores no cualificados.
Tales profesionales, a través de sus
organizaciones profesionales, son capaces de influenciar al Estado para
que desarrolle políticas proteccionistas que no permitan tal
competitividad con los profesionales extranjeros. Se me dirá, con razón,
que tales puestos de trabajo cualificados también se están exportando.
Pero está ocurriendo con menor frecuencia que entre los no cualificados.
Este hecho muestra como las causas
mayores del crecimiento de las desigualdades tanto dentro de cada país
como a nivel mundial son políticas (es decir, relacionadas con las
relaciones de poder) más que económicas. (...)
El enorme crecimiento de las desigualdades es un indicador de la enorme
influencia del capital financiero y empresarial sobre los aparatos del
Estado a costa de la influencia del mundo del trabajo, que ha ido
perdiendo su influencia sobre aquellos aparatos.
La incorporación y
desarrollo de la ideología neoliberal dentro de las políticas públicas
de los partidos gobernantes, incluidas las izquierdas mayoritarias, es
una consecuencia de este diferencial de influencias que tienen las
distintas clases sociales sobre el Estado.
En otras palabras, es la
victoria del capital sobre el trabajo la que ha llevado a una enorme
concentración de las rentas y de la propiedad, transformando la lucha de
clases tradicional en otro conflicto que es mucho más amplio que el
existente entre la burguesía por un lado y la clase obrera por el otro.
A
este último conflicto (que continúa existiendo) hay que añadirle el
conflicto de una minoría de la población en contra de la gran mayoría.
De ahí que la solución a este enorme crecimiento de las desigualdades
sea la democratización de los aparatos del Estado convirtiéndolos en una
institución al servicio de la mayoría, en lugar de al servicio a la
minoría, como está ocurriendo ahora.
La evidencia científica que apoya
tal explicación del crecimiento de las desigualdades es abrumadora. (...)
No podrá desarrollarse la ya escasamente desarrollada democracia en
España a no ser que se rompa este lazo del mundo financiero y
empresarial con el Estado. Cuando Endesa, por ejemplo, invita a una ex
Ministra de Economía del PSOE a integrarse en su equipo de dirección, no
lo hace por su conocimiento del sector energético, sino porque es una
fuente de conocimiento y contactos en las estructuras del Estado que
beneficia a tal empresa, una empresa cuyo servicio a la sociedad es muy
cuestionable y poco ético, comportamiento facilitado por una excesiva
influencia sobre el Estado.
El número de dirigentes del PSOE que hoy
ocupan puestos en las grandes empresas del país es enorme. Esta relación
entre mundo financiero y mundo empresarial con los partidos
conservadores y liberales ha sido la característica que ha definido a
tales partidos de derechas. Lo que es preocupante es que esta relación
se está produciendo también en los partidos
mayoritarios de izquierda.
Ahí está el origen del crecimiento de las desigualdades. Éstas son
consecuencias de este maridaje de poder económico y político. (...)
Las enormes desigualdades en España (España es el país que, después de
Letonia, tiene mayores desigualdades en la UE) están basadas en la
excesiva influencia de la banca y la gran patronal sobre el estado,
realidad que es percibida por la ciudadanía correctamente.
Según la
Encuesta de Tendencias Sociales, los bancos y la CEOE son percibidos
como los sectores que tienen más poder en España por la mayoría de la
población española. La expresión de su abusivo poder sobre el Estado es
la mayor causa de la pérdida de legitimidad de la democracia.
Y es esta
influenza que ha ya alcanzado unos niveles sin precedentes en el periodo
democrático y que explica que, a pesar de que el porcentaje de la
población activa ha ido aumentando, las rentas del trabajo como
porcentaje de la Rentas Nacional haya disminuido siendo hoy, un
porcentaje menor que las rentas del capital, es decir, que los
beneficios empresariales, situación que se ha acentuado todavía más en
estos años de crisis (desde 2007), en el que el porcentaje de la
población con empleo ha disminuido."
(Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario digital EL PLURAL, 14 de enero de 2013, en www.vnavarro.org, 14/01/2013)
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