"Los movimientos de base territorial, rurales y urbanos, integrados por
indígenas y afrodescendientes, campesinos y sectores populares, jugaron
un papel decisivo en la resistencia y deslegitimación del modelo
neoliberal. (...)
Han jugado y jugarán también un papel decisivo en la construcción de un mundo nuevo. Si ese mundo, como señala Immanuel Wallerstein,
será el resultado de una infinidad de acciones nanoscópicas, las
pequeñas mariposas capaces de construirlo habitan territorios en los que
resisten y en ellos pueden construir relaciones sociales diferentes a
las hegemónicas. (...)
El capitalismo puede ser derrotado si somos capaces de expropiarle los
medios de producción (y de cambio) en un largo proceso. Pero la cuestión
no se agota allí. El sistema aprendió a desorganizar, diluir, cooptar y
aniquilar por la fuerza (todo junto, no una u otra acción) a los
sujetos nacidos y arraigados en la resistencia territorial. (...)
Ante esta situación compleja y difícil, crece la tentación de replegarse
de los territorios en los que nacieron múltiples sujetos colectivos,
buscando lugares más propicios donde seguir creciendo. A veces se
apuesta por lo sindical, otras a lo estudiantil y en otras por lo
electoral. (...)
Es cierto que lo territorial por sí solo no alcanza. Que debe incluir
formas diferentes de hacer política donde la gente común decida y
ejecute; que hace falta crear formas de poder distintas a las estatales;
que para garantizar la autonomía territorial es imprescindible asegurar
la sobrevivencia material, o sea salud, educación, vivienda y
alimentación para todos y todas.
Pero no podemos olvidar que los territorios son claves para la lucha por un mundo nuevo por dos razones, digamos, estratégicas: se trata de crear espacios donde podamos garantizar la vida de los de abajo, en todas sus multifacéticas dimensiones; y porque la acumulación por despojo o guerra –que es el principal modo de acumulación del capitalismo actual– ha convertido a los movimientos territoriales en el núcleo de la resistencia. La mutación del capitalismo que conocemos como neoliberalismo es guerra contra la vida.
A ellas se podría agregar un tercer argumento: sólo es posible resistir en las relaciones tejidas en torno de valores de uso, ya sean materiales o simbólicos. Si sólo nos movemos en las esferas de los valores de cambio, nos limitamos a reproducir lo que hay.
Pero no podemos olvidar que los territorios son claves para la lucha por un mundo nuevo por dos razones, digamos, estratégicas: se trata de crear espacios donde podamos garantizar la vida de los de abajo, en todas sus multifacéticas dimensiones; y porque la acumulación por despojo o guerra –que es el principal modo de acumulación del capitalismo actual– ha convertido a los movimientos territoriales en el núcleo de la resistencia. La mutación del capitalismo que conocemos como neoliberalismo es guerra contra la vida.
A ellas se podría agregar un tercer argumento: sólo es posible resistir en las relaciones tejidas en torno de valores de uso, ya sean materiales o simbólicos. Si sólo nos movemos en las esferas de los valores de cambio, nos limitamos a reproducir lo que hay.
Cerrados los poros de la
vida en las fábricas por el posfordismo, es en los territorios, barrios,
comunidades o periferias urbanas donde –aun esos mismos trabajadores–
se vinculan entre sí en formas de reciprocidad, ayuda mutua y
cooperación que son relaciones sociales moldeadas en torno del
intercambio de valores de uso.
No es una cuestión teórica y por lo tanto sólo se puede mostrar. Se conoce y se practica, o no se entiende. Resistir hoy es proteger la vida y construir vida en territorios controlados colectivamente.
No es una cuestión teórica y por lo tanto sólo se puede mostrar. Se conoce y se practica, o no se entiende. Resistir hoy es proteger la vida y construir vida en territorios controlados colectivamente.
El punto es
que si abandonamos los territorios, ganaron los de arriba. Y en este
punto no hay dos caminos. Sólo queda hacerse fuertes y autónomos allí,
neutralizando las políticas sociales que quieren destruir lo colectivo
salvando al pobre individualmente. (...)
Chiapas, Cauca, Cajamarca donde se resiste el Proyecto Conga, Belo
Monte, El Alto o el conurbano de Buenos Aires, entre muchos otros,
muestran que la combinación de guerra y domesticación son los modos de
esterilizar las resistencias.
Lo que diferencia esos territorios es que
allí existen los modos de vida heterogéneos sobre los cuales es posible
crear algo distinto a lo hegemónico. No nos engañemos: esa posibilidad
no existe hoy ni en las fábricas ni en los demás lugares donde todo son
valores de cambio, desde el tiempo hasta las personas.
Por eso las políticas sociales se han territorializado, porque los gestores del capital percibieron que allí venían perdiendo pie ante el nacimiento de sujetos integrados por los que no tienen nada que perder: mujeres, hombres y jóvenes sin futuro en este sistema, aquellos que por el color de su piel, su cultura y su modo de ser no tienen cabida en las instituciones, ni siquiera en las que se reclaman de izquierda o defensoras de los trabajadores. Allí sólo existen como representados, o sea como ausentes.
No hay alternativas al trabajo territorial, ni atajos para hacer más corto y soportable el camino. La experiencia reciente muestra que es posible doblegar el cerco del sistema contra nuestros territorios, superar el aislamiento, sobrevivir y seguir adelante. Persistir o no, es una cuestión de pura voluntad." (Tomado de La Jornada , en Jaque al neoliberalismo, 04/02/2013)
Por eso las políticas sociales se han territorializado, porque los gestores del capital percibieron que allí venían perdiendo pie ante el nacimiento de sujetos integrados por los que no tienen nada que perder: mujeres, hombres y jóvenes sin futuro en este sistema, aquellos que por el color de su piel, su cultura y su modo de ser no tienen cabida en las instituciones, ni siquiera en las que se reclaman de izquierda o defensoras de los trabajadores. Allí sólo existen como representados, o sea como ausentes.
No hay alternativas al trabajo territorial, ni atajos para hacer más corto y soportable el camino. La experiencia reciente muestra que es posible doblegar el cerco del sistema contra nuestros territorios, superar el aislamiento, sobrevivir y seguir adelante. Persistir o no, es una cuestión de pura voluntad." (Tomado de La Jornada , en Jaque al neoliberalismo, 04/02/2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario