"En 1649, un grupo de comunistas ingleses comenzó a cuestionar la
noción de propiedad privada formando una agrupación conocida como el
"movimiento de los comunes".
Durante ese periodo inestable de la
historia de Inglaterra, el movimiento presentaba un nuevo concepto
económico, en el cual la tierra, los pozos de agua y otros recursos eran
considerados patrimonio común. Este grupo evitaría que un pequeño grupo
de gente se apoderara y consolidara derechos sobre elementos básicos
para la vida, como el agua y los alimentos.
En una celebración anual,
que también cumplía con el propósito de protestar, formaban un círculo
alrededor del pueblo y cavaban o nivelaban cualquier cerco que indicara
propiedad privada. Se los comenzó a llamar los "niveladores" (levelers) o "cavadores" (diggers).
El movimiento, que fue reprimido en 1651 por los terratenientes y el Concejo de Estado, ha resurgido en la década pasada. (...)
Los comunes luchan contra la privatización de los recursos
principales, como la pesca de la langosta en Maine o el manejo de los
campos de pastoreo en Mongolia, basándose en que los colectivos deben
regular la extracción. Se evita de ese modo la explotación porque ningún
individuo tiene más derechos que el otro sobre los recursos.
"[Los
comunes] ofrecen una manera intelectualmente coherente de hablar sobre
valor inalienable, para el que nosotros no tenemos vocabulario", dijo
David Bollier, autor de La riqueza de los comunes, a fines de enero en una conferencia organizada por la Fundación Heinrich Böll, en Washington D.C.
Bollier
dice que es una manera de introducir formalmente los aspectos
"políticos, de gestión pública, culturales, personales y hasta
espirituales" de la vida en nuestro sistema económico, el que ahora
solamente considera el valor monetario.
Agrega: "Podemos decir
que es una metafísica diferente de la del estado liberal moderno, que
considera al individuo como el único agente".
El movimiento de
los 'comunes' es una reacción al capitalismo expoliador de libre
mercado. Rechaza la noción de que los recursos, espacios y otros bienes
son meramente un medio para conseguir riqueza. Condena la privatización
de las obras públicas, como los medidores de estacionamiento de Chicago,
que permite que la empresa (sovereign wealth fund, fondo de inversiones) que los controla aumente las tarifas.
Cuando
una economía le asigna bienes valiosos a entidades privadas, los
derechos de propiedad serán inevitablemente consolidados en manos de un
puñado de instituciones poderosas que controlarán esos recursos.
Para
evitarlo, dice, necesitamos proteger los bienes comunes con reglas que
prohíban la propiedad privada de esos recursos esenciales. Sin embargo,
no es un espacio que va a ser libre para todos; debe tener regulaciones y
reconocimiento estatal para evitar que sea explotado por grupos
privados.
El "movimiento de los comunes" introduce un "rol de
auto-gobierno organizado en oposición al gobierno; aunque ambos puedan
ser complementarios", dice Bollier. "La comunidad administra los
recursos y tiene interés en evitar que otros diezmen las provisiones
porque la licencia pertenece al público", agrega.
Pero los
bienes comunes no se circunscriben a los recursos naturales sino que
también incluyen la ciencia, el internet y otras tecnologías.
El
internet se ha convertido en el campo de una feroz batalla entre los
defensores de la comunidad que quisieran diseñar foros abiertos y
libres, y las compañías que buscan controlar los contenidos mediante
leyes como Stop Online Piracy Act (SOPA) y Protect IP Act (PIPA).
Muchos
programadores ceden sus derechos de propiedad intelectual al público
mediante las licencias General Public (Público en General) y Creative
Commons (Comunidad Creativa), las que permiten que el público acceda y
contribuya a los foros de manera gratuita. También sirven para evitar el
uso de información personal con fines comerciales, como sucede con
Facebook.
Además, los medios privados son los dueños, a través
de patentes, de un quinto del genoma humano. La empresa Myriad Genetics
radicada en Salt Lake City, por ejemplo, es dueña del gen de
susceptibilidad al cáncer de mama, lo que les garantiza el monopolio del
control de investigación oncológica. Esto desalienta la búsqueda de
nuevos tratamientos, circunstancia que podría paralizar los avances
médicos.
El tema tiene mayores alcances aún: Monsanto usa
organismos genéticamente modificados para desplazar a las semillas
naturales, las compañías embotelladoras de agua están privatizando las
napas subterráneas y las compañías de software se apoderan de derechos
de propiedad intelectual de algoritmos matemáticos que otros no pueden
usar después.
"Enclosure [el cercamiento de los campos
abiertos] es despojo", dice Bollier en referencia a patentes y propiedad
privada. Es un proceso mediante el cual los poderosos convierten un
recurso comunal en una commodity de mercado... Esto se llama desarrollo.
"Lo
raro sobre los bienes comunes es que son invisibles porque no forman
parte ni del mercado ni del estado", dice Bollier. "No se visualizan
como valiosos y no son reconocidos porque tienen muy poco que ver con
derechos de propiedad para el mercado o con poder geopolítico... pero se
estima que hay unos dos mil millones de personas en el mundo cuyas
vidas dependen de bienes comunes, como pesca, bosques, agua de riego y
otros recursos." (...)
Muffett dice que la cuestión ya fue dilucidada cuando se construyó en
Sudáfrica la estación de energía de carbón Medupi Power Station. Una
evaluación de la estación de energía proyectaba que no habría suficiente
agua para mantener el funcionamiento de la empresa y para satisfacer
las necesidades de la comunidad local.
La napa subterránea adyacente a
la estación está tan sobrecargada que ya no llega al mar. La compañía
Eskom propuso recanalizar el agua de otra napa subterránea para el
funcionamiento básico de la estación y usar el agua local para el
sistema de filtrado de la estación. Se aumentaría el precio del agua a
la comunidad para evitar que "ladrones" acaben con el recurso.
"El
consumo furtivo de agua se debe a que la gente necesita consumir agua
dulce y regar sus cultivos de subsistencia", dice Muffet.
"Ponerle
un precio a ese recurso de la comunidad es perder de vista el punto
fundamental. El agua no tiene precio. Si te doy un galón de agua y tu me
das mil dólares. Yo no puedo beber mil dólares." (Thomas Hedges, Truthdig.com / Center for Study of Responsive Law, Rebelión, 11/02/2013)
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