26/4/13

"El único sentimiento del poder es el de seguir siendo el poder"

"El nuevo largometraje de Pierre Schoeller, El ejercicio del poder, examina a la clase política -una casta sin ideología- que dirige hoy los gobiernos europeos, analiza capa a capa todos sus elementos, y, finalmente, concluye un retrato de sus mandatarios.

 Son políticos que, aun con voluntad de servir al pueblo, son incapaces de ello, atrapados en un ritmo vertiginoso de toma de decisiones, manipulados y presionados desde varios frentes, y, sobre todo, subyugados por el brillo del poder, que, como dice el director, "no tiene sentimientos". Son políticos devorados por este sistema de Estado.(...)
 
El político protagonista de su película es un hombre trabajador, inteligente, humano... No es, desde luego, la visión que hoy tienen los ciudadanos españoles de sus políticos...

Pero en la película también se ve un estado de impotencia del político. Los políticos tienen las llaves de la casa, pero tienen las manos atadas. Lo peligroso es que cuanto más se acerca uno al centro del poder, más tienes la sensación de que son muy pocos los medios que tienen para poder actuar. 

Esta no es una película sobre corrupción, sino sobre las debilidades de los políticos en esa capacidad de acción.

¿Qué otras debilidades ha descubierto sobre los políticos al hacer esta película?

He tenido la sensación de que una vez en el poder es cuando se preguntan ¿qué se hace ahora? Es la sensación de que los políticos descubren el poder cuando llegan, que no han podido anticiparse a sus problemas antes. Pero pienso entonces en un panadero que no sabe qué hacer cuando está ante el horno y es absurdo.

Su protagonista, su ministro de Transportes, parece un buen tipo, pero a la hora de la verdad...

Sí, en la película vemos a un hombre generoso, compasivo, humano... pero hay algo más fuerte por encima de eso, algo que pesará sobre él. El poder no tiene sentimientos. El único sentimiento del poder es el de seguir siendo el poder. 

El poder no tiene sentimientos y los políticos no tienen ideología. Y ésta no es una cuestión de moral, es de naturaleza. Es como un hombre que lleve dentro un demonio. A veces yo también tenía la sensación de que estaba rodando a un demonio.

No es una película partidista, ni siquiera es sobre los políticos, realmente, ¿la intención última era hacer un retrato del poder? 

Sí. No pretendía retratar a un ministro para demonizarle ni destrozarle ni para lo contrario. Este es un tipo normal y corriente, que se vuelve un poco alocado en el gobierno, pero solo porque el mundo de hoy vive en un estado de desastre y el político también está al borde de ese desastre. 

Nosotros, los ciudadanos, vivimos ese desastre, lo sufrimos, transforma nuestras vidas, pero el político, además, está atrapado en ese movimiento de desastre."         (Público, 25/04/2013)

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