"Una de las ideas más combativas del neoliberalismo, y de las que más
han influido en la política de los gobiernos, es la que afirma que
aumentar en cantidad o en extensión los subsidios al desempleo es algo
muy negativo a la hora de combatir el paro.
Los dos principales argumentos que se dan en este sentido los expone
con su claridad de siempre Richard Posner, un conocido jurista liberal
estadounidense experto en cuestiones económicas (Against Extending Unemployment Benefits).
El primero es que los subsidios a los desempleados aumentan el coste
de oportunidad de reincorporarse al mercado laboral para los parados
que los reciben. Cuando son muy generosos, afirma, “la diferencia de
bienestar entre trabajar y no hacerlo es tan pequeña que la gente no
busca trabajo seriamente hasta que la prestación está a punto de
agotarse”.
Por eso concluye Posner que “extender o aumentar las
prestaciones, en vez de estimular la creación de empleo, probablemente
la desincentive, ralentizando la marcha de la recuperación económica”.
El segundo argumento que utiliza contra los subsidios de desempleo es
que la transferencia de dinero que se hace a los parados no tiene por
qué tener un efecto neto positivo en el consumo o la inversión, porque
eso depende de lo que el receptor de la prestación haga con ella.
Si la
mantiene en efectivo o la guarda en un banco que dedica ese fondo a
comprar bonos del Tesoro, o si con ella se compran bienes de inventario
que los vendedores no reponen, no producirá ningún estímulo a la
producción ni al empleo.
En conclusión, Posner, como casi todos los economistas neoliberales,
rechaza este tipo de subsidios y solo los defiende como “prestación de
garantía social”, pero incluso con muchas limitaciones porque considera
que al concederse a cualquier desempleado no se discrimina entre quienes
lo necesitan y quienes no.
Una limitación importante en su opinión porque, según dice, no siempre
se puede asumir que todos los desempleados tengan realmente dificultades
económicas cuando están en paro. Pueden estarlo “porque su aptitud o
adhesión al trabajo es efectivamente escasa” o “puede ser que tengan
muchos ahorros o un cónyuge rico”.
El argumento del coste de oportunidad, por ejemplo, podría ser
razonable pero deja de ser realista si se considera, como yo creo que
debe hacerse, que entre los costes del desempleo hay algunos que no se
toman en cuenta porque no es fácil expresarlos en términos monetarios y
que, sin embargo, suelen ser justamente los más elevados. Los que tienen
que ver con la autoestima, con el desarrollo personal o con la
situación de las personas a más largo plazo.
El efecto negativo de los subsidios de desempleo sobre la búsqueda de
trabajo tampoco está ni mucho menos claro ni se ha podido demostrar
empíricamente. Todo lo contrario, diversos estudios han demostrado que
apenas si influyen.
Así lo demuestra una investigación de Henry S. Farber y Robert G.
Valletta publicada hace unos días por la Reserva Federal de San Franciso
(Do Extended Unemployment Benefits Lengthen Unemployment Spells? Evidence from Recent Cycles in the U.S. Labor Market ) u otra de 2011 realizada por Jesse Rothstein (Unemployment Insurance and Job Search in the Great Recession).
El primero de esos trabajos encuentra una pequeña pero
estadísticamente significativa reducción en la tasa de salida del
desempleo y un igualmente pequeño aumento en el periodo de desempleo
asociados a aumentos en los subsidios, pero que no están provocadas
porque disminuya el ritmo o la tasa de salidas del desempleo hacia el
empleo como consecuencia de estos últimos, que es la tesis neoliberal.
De hecho, la investigación demuestra que el ritmo de salidas del paro o
su duración son similares en periodos en que los subsidios son más o
menos generosos. Y en la segunda investigación que acabo de mencionar se
demuestra que el efecto que podría tener un alza en los subsidios al
desempleo sobre el nivel de paro es muy reducido, entre 0,2 y 0,6
puntos, como mucho.
Es cierto que en la literatura científica se encuentran análisis que
pueden poner de relieve resultados contrarios, al partir de hipótesis
diferentes. Pero, en todo caso, la conclusión que debe sacarse es que no
es verdad, como quieren hacer creer los economistas neoliberales, que
sea evidente que los subsidios al desempleo desanimen la búsqueda de
empleo y repercutan negativamente sobre la creación de puestos de
trabajo.
Y, por supuesto, tampoco lo es la crítica que se les hace aludiendo,
como he señalado antes con palabras de Posner, a que la cantidad
destinada a subsidios a las personas desempleadas no llegará a producir
efectos reales sobre la producción y el empleo.
Es obvio que si los parados guardan el dinero que reciben en el
colchón o lo depositan en bancos que no dediquen sus recursos a la
inversión productiva su efecto sobre la demanda quedaría paralizado.
Pero ¿es realista pensar que eso es lo que hacen la inmensa mayoría de
las personas que reciben subsidios de desempleo?
Puede que eso sea lo
que ocurra con quienes reciben ayudas o pensiones millonarias, como la
del recién dimitido consejero delegado del Banco de Santander, pero no
parece que lo que habitualmente hagan con el subsidio de desempleo la
inmensa mayoría de los parados sea algo distinto a gastarlo casi
inmediatamente para hacer frente a sus necesidades primarias.
Por mucho que se intente hacer creer que el paro aumenta si los
parados reciben ayudas muy generosas (que, además, nunca lo son), por el
coste del despido o por el nivel de los salarios, lo cierto, y lo que
más bien demuestran los estudios empíricos -como en el caso que acabo de
analizar- es que los factores que pueden crear empleo y las causas de
que se destruyan puestos de trabajo están en otro lugar y mucho más en
una situación de crisis como la actual: en el mercado de bienes y
servicios y en el mercado financiero.
Hay paro porque hay escasez de
ingreso y de demanda efectiva (en gran parte a consecuencia de la
creciente desigualdad), y porque los bancos no proporcionan crédito a
las empresas y familias.
Por tanto, reducir aún más los subsidios al desempleo o disminuir su
extensión, como por una u otra vía se viene haciendo desde hace años
siguiendo las indemostradas tesis neoliberales, no contribuye para nada a
mejorar al empleo ni, en el caso actual, a salir de la crisis. Todo lo
contrario, al reducir el ingreso disponible para el consumo la agudizan y
la alargan mientras que, eso sí, aumentan las rentas y la riqueza de
los propietarios de capital." (Juan Torres López, 10/05/2013)
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