"El Papa decidió hacer el primer viaje de su pontificado a un lugar
no de placer, ni siquiera de tradicional evangelización, sino a una isla
que se ha transformado en el símbolo del Holocausto de los inmigrantes
en el Mediterráneo y donde Francisco, hijo él mismo de inmigrantes
italianos, creyó que era necesario pedir perdón por la indiferencia de
los hombres.
Desde esa isla, Lampedusa, criticó poderosamente la
“globalización de la indiferencia”, que ha llevado a los hombres del
mundo de hoy a no sentirse responsables, entre otras cosas, de la muerte
de los inmigrantes en el mar. El Papa centró su mensaje al mundo,
apuntando al corazón de las relaciones humanas de hoy en la sociedad
capitalista.
“La cultura del bienestar nos lleva a pensar sólo en
nosotros, nos hace insensibles a los gritos de los otros. Nos hace vivir
en pompas de jabón, que son bellas, pero no son nada, son la ilusión de
lo superficial, de lo provisorio que lleva la indiferencia hacia los
otros, a la globalización de la indiferencia (...).
Nos hemos
acostumbrado al sufrimiento de los otros, no nos toca, no nos interesa”,
dijo, en lo que muchos han catalogado como uno de los más fuertes y
claros mensajes de Francisco desde que fue elegido Pontífice el pasado
mes de marzo. (...)
En los últimos quince años, se calcula que unos 20 mil inmigrantes
murieron en el Mediterráneo, varios de ellos en los últimos meses. Por
eso el Papa, apenas aterrizó en la isla, se embarcó en una pequeña nave
de la Guardia Costera italiana –que ayer mismo había salvado a unos 160
inmigrantes a la deriva– para tirar al mar una corona de crisantemos
blancos y amarillos en memoria de esos muertos olvidados y rezar una
oración.
Más tarde, con el arzobispo de la región, Franco Montenegro,
concelebró una misa en un campo deportivo a la que asistieron unos 10
mil lugareños e inmigrantes. Ahí dijo: “Muchos de nosotros, y yo me
incluyo, estamos desorientados (...). Y cuando esa desorientación asume
una dimensión mundial, se llega a una tragedia como ésta a la que hemos
asistido (...).
Te pedimos perdón, Señor, por aquellos que con sus
decisiones a nivel mundial han creado situaciones que conducen a estos
dramas”. “Que esto no se repita más, por favor”, agregó el papa
Francisco.
Los inmigrantes son abandonados en el mar, a veces agarrados a
pedazos de madera, o a las redes para la cría del atún, o amontonados en
lanchas pesqueras que los traficantes de seres humanos abandonan en
medio del mar, o nadando cuando pueden, si los empujan de las barcazas.
Para poder ser embarcados en esas condiciones, pero con la promesa de
llegar a Europa, se han dejado superexplotar durante meses en países del
norte de Africa. Así pagan varios miles de euros a los traficantes, que
los tratan sin piedad, para poder llegar a la “tierra prometida” de la
que Italia, ellos piensan, es sólo el primer escalón. La mayoría de los
que escapan son jóvenes.
Pero no sólo hombres, también hay mujeres –a
veces, hasta embarazadas– y niños. Por eso el Papa ayer, en el Muelle
Favaloro de Lampedusa, donde fue recibido con una gran cartel que decía
“Bienvenido entre los últimos” –usando la misma palabra que Francisco
usa en sus homilías– saludó a unos 150 de ellos dándoles la mano.
Y
dirigiéndose a los musulmanes, que ayer empezaban su mes de ayuno
religioso llamado Ramadán, el Papa les dijo: “A los queridos inmigrantes
musulmanes que hoy empiezan el Ramadán, les deseo abundantes frutos
espirituales. La Iglesia se siente cercana en la búsqueda de una vida
más digna para ustedes y sus familias”.
“Hemos escapado de nuestro país por dos motivos: político y
económico. Para llegar a este lugar tranquilo hemos superado muchos
obstáculos, hemos sufrido muchísimo”, dijo un inmigrante que tuvo que
interrumpir varias veces su mensaje por la emoción al hablar en el
Muelle Favaloro. También pidió ayuda para los inmigrantes a los países
europeos y le entregó una carta a Francisco.
Alojados generalmente en
los llamados Centros de Recibimiento luego de ser rescatados en el mar,
los africanos sufren horrores porque esos centros no siempre funcionan
como debieran y por eso han recibido durísimas críticas de parte de
organismos de derechos humanos internacionales.
Del Muelle Favaloro, en un jeep descapotado y saludando a medio
mundo y besando a cuanto niño le acercaban, como suele hacer en la Plaza
de San Pedro en el Vaticano, el Papa se dirigió al campo deportivo
Arena, en la localidad de Salina, para concelebrar la misa con el
arzobispo Montenegro.
Porque el Papa, según la prensa italiana, evitó
expresamente que los cardenales lo acompañaran, lo mismo que exponentes
del mundo político, para también evitar, es de imaginar, que sacaran
algún rédito político a costa suya. “Cuando hace algunas semanas recibí
la noticia (N. de la R.: de los inmigrantes muertos en el mar), el tema
me volvía repetidamente a la cabeza, como una espina en el corazón que
hace sufrir.
Por eso he sentido el deber de venir hoy y rezar; y cumplir
un gesto de acercamiento, también para despertar nuestras conciencias,
para que lo ocurrido no se repita”, dijo el Papa en la homilía. “¿Quién
es el responsable de la sangre de estos hermanos y hermanas? –preguntó
además Francisco–. ¡Nadie! Todos nosotros respondemos así: ‘No soy yo,
yo no tengo nada que ver, serán otros (...)’.
Hoy nadie se siente
responsable, hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna”,
enfatizó el Papa. Y a los habitantes de Lampedusa les dijo: “Ustedes son
una comunidad pequeña, pero son un ejemplo de solidaridad. Gracias. Que
Lampedusa sea un faro para todo el mundo, porque tiene el coraje de
recibir a los que buscan una vida mejor”. En la misa, Francisco había
utilizado un bastón pastoral y un cáliz realizado con madera de una
barca de inmigrantes, labrados por un artesano de la isla." (Elena Llorente, Página 12, Rebelión, 09/07/2013)
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