"(...) Durante mucho tiempo se consideró un trastorno y llegó a ser descrito
como una enfermedad neurológica de causas demoníacas.
Pero la nostalgia vive hoy un renacer gracias
a más de una década de estudios que ven en este sentimiento agridulce
no sólo una inagotable fuente de inspiración para el arte, sino también
un remedio contra no pocas fuentes de malestar como la soledad, el
aburrimiento o la ansiedad.
Las parejas son más felices cuando comparten memorias, según estudios
que también indican que la nostalgia hace a la gente más generosa y
tolerante. Aporta significado a la vida y hace que la muerte parezca menos aterradora.
Cuando
la gente habla melancólicamente sobre su pasado, habitualmente se
convierte en más optimista de cara al futuro. La nostalgia también tiene
su contraparte puramente física: en lugares fríos, la gente puede usar
la nostalgia para sentirse, literalmente, más calentita.
Los
investigadores descubrieron que la música –una de las herramientas
favoritas para inducir a la nostalgia–tiene el potencial de subir la
temperatura del cuerpo a la par que la añoranza (pincha aquí para acceder a la selección musical de los investigadores).
“La nostalgia nos hace más humanos”, resume en este artículo
el profesor Constantine Sedikides, de la Universidad de Southamptom.
Este y otros investigadores pioneros en el estudio de este campo
insisten en la universalidad de un sentimiento extendido por todo el
mundo –a través de reminiscencias sobre amigos y familiares, vacaciones,
canciones, puestas de sol– y alcanza hasta niños de siete años.
A la psicóloga española Mertxe Pasamontes le llama la atención que la nostalgia se interprete de este modo. “En teoría, supone un sentimiento de pena o tristeza por el recuerdo de una pérdida. Sin embargo, estas investigaciones se refieren más bien a la acción de recrearse en recuerdos agradables del pasado”.
Pasamontes cree que está claro que la nostalgia, si la conceptualizamos
en ese sentido, “puede ser positiva. Los momentos que atesoramos nos
ayudan también a construir quiénes somos. Y si a eso le sumamos un
disfrute intenso del presente, entre ambas cosas podemos tener muchos
momentos de dicha”.
¿Te consideras una persona nostálgica? Para caracterizar a los
individuos que participaron en sus estudios, los investigadores de
Southampton desarrollaron una escala de la nostalgia.
La mayoría de la gente confiesa experimentar nostalgia al menos una vez
por semana, y casi la mitad tres o cuatro veces por semana. Estos
encuestados aseguraron que la nostalgia les ayuda a sentirse mejor.
Es importante señalar que no todas las memorias son felices; incluso las agradables están teñidas con un sentimiento de pérdida. A pesar de ello, los elementos positivos pesan más que los negativos.
Estos estudios llegan a decir que la nostalgia tiene una
función existencial crucial, ya que trae a la mente experiencias
preciosas que nos recuerdan el papel de seres queridos que nos valoran, o
nos valoraban en el pasado. Por esta razón, los investigadores creen que la gente que tiende a la nostalgia lidia mejor con los temores ante la muerte.
Con tanta nostalgia, ¿nos escabullimos acaso del momento presente?
“Sería ingenuo pensar que podemos estar todo el tiempo en un estado de
presente”, señala Pasamontes. “Nuestro cerebro necesita planificar en
ciertos momentos y para eso tiene que acudir a experiencias pasadas.
Si
no fuera así tendríamos que volver a aprenderlo todo cada día. Debe
darse un cierto equilibrio entre vivir en el pasado o futuro y vivir en
el presente”.
En este equilibrio, cree Pasamontes, está una de las claves de nuestro
bienestar. La otra cuestión importante es cómo son esos “viajes”
mentales al pasado y al futuro. “Si acudimos al pasado para conectar con
recuerdos tristes o desagradables, no creo que eso tenga el impacto
positivo que hemos visto en los estudios.
Del mismo modo, si pensamos en
el futuro como un lugar amenazante, eso no hará más que provocarnos
ansiedad”. Por tanto, también es importante qué se recuerda, apunta
Pasamontes, y que esto se haga de manera puntual, no como un modo de no
estar nunca en el presente, porque el disfrute más pleno se da en el
aquí y ahora.
Por otra parte, la nostalgia conlleva una desaceleración del ritmo
vital. Cuando va a la carrera, la mente no tiene tiempo para recrearse
en ningún tiempo pasado. Seguramente no sea casual que los estudiosos
vayan al rescate de la nostalgia en un momento de prisas
como el actual. Como señala Pasamontes, es necesario que podamos
recrearnos en el momento que vivimos, respirarlo, dejarnos impregnar por
él.
“En ese estar en el presente sin fisuras, aderezado con esos
recuerdos de otros instantes en que también supimos vivir la vida, es
donde podemos encontrar más momentos de felicidad”. (El País, SModa, 05/08/2013)
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