"Francisco Collazos dice que su trabajo consiste en "medicalizar la pobreza". (...)
Cada día atiende a decenas de inmigrantes con cuadros de ansiedad y
depresión provocados por sus dificultades económicas y sus escasas
perspectivas de futuro. El mejor medicamento para ello es, según el
doctor, la integración social, (...)
¿Qué es lo que cuentan más a menudo los inmigrantes cuando llegan al psiquiatra?
En
general son personas que llegan con un cuadro ansioso-depresivo
relacionado con problemas graves, problemas como una orden de desahucio,
falta de permiso de trabajo, falta de permiso para reagrupar a sus
familias o situaciones de explotación laboral odiosas.
¿Cuentan con apoyos, al menos afectivos?
Lo
que más me encuentro es la fragilidad de la red de apoyo. El apoyo del
núcleo familiar suele ser mucho más reducido, incluso la red de amigos,
donde, más o menos, suele haber códigos de cierta lealtad, como entre
los paquistaníes.
¿Cuál sería una respuesta eficaz?
Un
médico no tiene recursos para hacer frente a todos los problemas que
escucha, que son sociales. Si fuera omnipotente, mi respuesta debería
ser facilitarles los papeles, un trabajo o la reagrupación familiar.
Mientras no se resuelva todo eso, la persona vive inmersa en un grado de
incertidumbre que genera mucho dolor psíquico y este dolor es
inevitable en estas condiciones de vida. Al final, medicamos la pobreza.
¿Qué le cuentan sobre la decisión de emigrar?
Uno
necesita un sentido. Por ejemplo, poder ayudar a las familias del país
de origen hace que uno no se sienta afectado psíquicamente por sentirse
en minoría o por notar que la gente lo mira de una cierta manera. Vive
en España, pero no vive aquí de forma afectiva, sus motivaciones vitales
se relacionan con la familia de su país.
Muchos se enfrentan luego a
una especie de fracaso vital, porque llega un momento en que no existe
nada que les vincule con nada, son los invisibles de nuestra sociedad,
para empezar, por causas económicas. Y si aquí no encuentran nada, se
van, como una hoja que se la lleva el viento.
Eso supone mucho dolor
mental, no es sano. Y huelga decir que el sistema mismo empuja a las
personas cada vez más a este tipo de enfermedades mentales. Cuando
pregunto a mis pacientes si quieren volver a su país, la mayoría me dice
que no.
¿Por qué?
Algunos me
hablan de la falta de futuro, del hecho de que uno no puede hacer nada
con su vida en su país. Ahora en España se habla de la generación sin
futuro, pero existen lugares en el mundo donde la falta de futuro ha
sido la normalidad para miles de personas desde siempre.
Y en España muchas veces tampoco tienen nada o a nadie.
Sí,
y es cuando les explico que su "enfermedad" tiene mucho que ver con su
situación económica y si regresaran, su "enfermedad" mejoraría.
Además, existe un segundo condicionante muy claro: si el inmigrante está
fracasando en su decisión de traerse aquí a la familia, eso se vive
como un fracaso vital. Cuando llaman a sus familias no cuentan lo que
les pasa de verdad, porque desde allí cuesta entender lo que significa
pasarlo mal aquí.
¿Puede comprenderse la desesperación de alguien que llega en patera?
Existe
un tipo de pobreza que uno de aquí sólo puede imaginarla, la vemos
desde fuera, pero no sabemos cómo se vive por dentro. Países con una
situación de inmovilismo económico y social. Y la sensación de falta de
futuro no se puede juzgar o comprender si uno no vive en una sociedad
donde eso sea un estado habitual.
Aquí, el escaparate brillante está tan
cerca que la persona piensa: "Algo me tocará a mí también". Pero
incluso entre los inmigrantes que no vivieron este tipo de experiencias,
existe también mucha desilusión.
Cuanto más altas son las aspiraciones,
más dolorosas son las caídas mentales que las personas sufren y este
caso se da sobre todo entre los inmigrantes con estudios superiores que,
al llegar a España, vivieron una decepción en el ámbito profesional o
personal.
Los muros en Europa no han caído...
No,
en absoluto, están presentes, sólo que los muros de hoy en día no son
visibles. Además de los muros legales, los inmigrantes que quieren ser
uno más de la nueva sociedad, igual que un autóctono, y disfrutar de las
mismas garantías que ofrece la sociedad a partir del principio de
igualdad, son los que más estrés y depresión padecen porque se
encuentran con los muros sociales.
Existen las puertas invisibles de la
sociedad española, que son las que resultan más difíciles de abrir. Como
te llames Mamadou, tú no vas a ocupar este puesto, por muy preparado
que estés. Y eso está estudiado. La gente que hace este intento de
traspasar los muros sociales vive un nivel de estrés inmenso. Es una
paradoja. Claro, todo el mundo dice: ¿Qué quieres que hagan los
inmigrantes?
"Que se integren", es la respuesta común.
Sí,
pero para que uno se integre, las puertas de tu casa se deben abrir de
verdad. Y en España no se las hemos abierto. Por razones obvias, por
miedo, para empezar. La única sociedad que puede hacer una apuesta
decidida será una sociedad que no tenga miedo al otro, que no tenga
miedo a los paquistaníes, a los rumanos, a los africanos, sino que hable
de ciudadanos iguales, con acceso al trabajo y a los recursos.
Entonces algunos dirán que los recursos son limitados...
Entonces,
si no les damos acceso a lo básico, como formación, vivienda y trabajo,
no podemos decir que queremos que sean parte de nuestra sociedad. Por
ejemplo, en España, relacionamos a la persona con sus orígenes, aunque
creemos que no somos racistas. Entonces reconozcamos que en España
fomentamos dos sociedades paralelas." (Público, 03/10/2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario