"El periodista francés Jean-Baptiste Malet (Toulun, 1987) quería conocer qué se escondía detrás de la página web de Amazon. (...)
Un lugar en el que apenas hay descansos y en el que incluso está
permitida la delación si un empleado ‘trabaja’ más lento. Ese es el
paraíso creado por Jeff Bezos, según este periodista que, finalmente,
decidió convertir ese inicial reportaje en un libro, En los dominios de Amazon (Trama), que acaba de ser publicado en español. (...)
¿Qué le llevó a infiltrarse en el almacén de Amazon?
Al principio era un simple reportaje. Para empezar, intenté encontrar
empleados de Amazon a la salida de su trabajo, en Montélimar (Drôme).
Los trabajadores estaban asustados, aterrorizados.
Ellos me decían: “No
tengo derecho a hablar”, “Podrían despedirme”. El reglamento interno de
Amazon contiene una cláusula contraria al derecho francés, la cual
prohíbe hablar con la prensa de su trabajo. Así que hice que me
contrataran.
Cuando el almacén de Chalon-sur-Saône fue inaugurado, al año
siguiente, por el ministro Arnaud Montebourg, ¡ni los periodistas de la
prensa local fueron autorizados a visitar el almacén! Eso se precisa, se
especifica en la agencia de empleo temporal, ya que me hacen firmar una
cláusula de confidencialidad totalmente ilegal.
En mi reglamento de trabajo estaba escrito que yo no tenía derecho a
hablar con nadie, ni con mi propia familia, de lo que pasaba en el lugar
de trabajo. Los temporeros no tienen, por lo tanto, acceso a ningún
secreto.
Lo que hay que acallar es la dureza. En una democracia, la
labor de un periodista es la de informar a los ciudadanos sobre los
lugares ocultos, como las fábricas que no respetan las leyes sociales,
especialmente el código laboral.
¿Cuáles fueron sus primeras impresiones en esas reuniones
preliminares con Adecco? ¿Le sugerían que iba a encontrar algo ‘peor’ o
‘mejor’ de lo que vio después?
Las agencias de trabajo temporal se dirigen a desempleados, y les
dicen que el trabajo es “físico” pero que es una oportunidad y una
suerte la posibilidad de trabajar. Para ellos, la dureza extrema no es
nada al lado del hecho de que son “privilegiados” por tener trabajo.
En
realidad, los verdaderos “privilegiados” son las agencias de trabajo
temporal, que, gracias al desempleo masivo y a la precariedad de los
trabajadores, y sin respetar todas las leyes francesas en el caso de
Adecco, ganan mucho dinero.
El retrato que hace de cómo se trabaja en Amazon recuerda a las
fábricas del siglo XIX o principios del XX. ¿Por qué Francia, Europa, no
hace nada en relación con los derechos laborales?
Creo que muchos ciudadanos ignoran la realidad. Y pienso que la
realidad no interesa mucho a los políticos que, por ideología más que
por eficacia, acompañan el desarrollo de Amazon.
Amazon no crea empleos,
Amazon construye “fábricas en venta” que destruyen más empleos en los
comercios próximos que los que crea. Es normal. Cuanto más racionalizas
una actividad, más se ahorra, se es más eficaz.
El problema no es el comercio en línea, es el hecho de que Amazon no
respeta las reglas del capitalismo. Las reglas sociales. Las reglas
fiscales: el beneficio y su propio crecimiento.
Alojar en pleno
invierno, en el corazón de Alemania, a trabajadores españoles,
portugueses, griegos o polacos en bungalós sin calefacción, y hacerlos
dormir en camas para niños, no es un problema para Amazon.
Como señala en el libro, Francia o Alemania, donde también se ha
denunciado el trato a los trabajadores, ha permitido sus almacenes.
¿Estamos ante un retroceso en cuanto a los derechos laborales en Europa?
Sí, absolutamente.
En Francia, no obstante, se ha criticado bastante a Amazon por su
política de descuentos, que va en contra de la ley del precio fijo. ¿No
parece insuficiente? ¿Hipocresía?
La cuestión de las condiciones de trabajo es diferente a la cuestión
legislativa del mercado del libro. Lo que yo sé sobre el tema del libro
es que Amazon prefiere perder dinero con una expedición gratuita y así
poder ganar el día de mañana parte del mercado acabando con los
libreros. No es una competencia legal, eso se llama dumping. (...)
El trabajo en Amazon también recuerda a los regímenes totalitarios
cuando habla, por ejemplo, de que está permitida la “delación” de los
trabajadores.
Sí, esto es lo que más me ha sorprendido. En Amazon, la delación está
bien vista. Denunciar a un compañero que habla o que trabaja lentamente
es una manera de ser bien visto por los superiores.
Además de eso, los
trabajadores son permanentemente localizados por su escáner, están
directamente geolocalizados y los jefes siempre saben dónde se
encuentran, a qué ritmo trabajan, etc. En un almacén de Amazon uno no es
tratado como un ser humano, sino como un robot.
Muchos trabajadores le decían que aunque el trabajo fuera
espantoso, “en este momento, Amazon es lo único que hay”. ¿No muestra
eso un aprovechamiento ‘inmoral’ por parte de las empresas de la
situación de crisis que tenemos? Un aprovechamiento permitido por los
gobiernos.
Sí, todo eso sería imposible sin un alto índice de desempleo. Es totalmente inmoral.
¿Qué puede hacer el trabajador ante esto? ¿Y los sindicatos? ¿No tienen fuerza para contestar?
En Alemania, el sindicato Ver.di está construyendo un contrapoder y
los trabajadores están a menudo en huelga. Creo que Amazon no puede
comprender la relación de fuerza y que los trabajadores son los únicos
que pueden cambiar su destino. Ya que, desgraciadamente, los
consumidores buscan muy a menudo “un buen precio” antes que pensar en
los trabajadores. (...)
¿El éxito de Amazon significa la victoria de las ideas
anarcocapitalistas y neoliberales en la antes conocida como Europa
social?
No sé si la victoria, pero es un claro ejemplo de lo que esa
ideología es capaz de producir. En nombre de la libertad, esa ideología
extremista construye campos de trabajo donde se organiza un nuevo
colectivismo.
¿Es un modelo de “trabajo” que puede expandirse en Europa?
Se propaga ya por todos lados. Además de su desarrollo europeo,
Amazon inspira especialmente los supermercados “drive”, donde las
tiendas desaparecen para convertirse en fábricas donde los trabajadores
hacen picking [recogida de productos] o packing [embalaje].
Una de las cosas más llamativas del libro es cuando habla de que
en Amazon se puede encontrar todo tipo de libros, y muchos de ellos
contrarios a los valores democráticos e incluso filonazis. ¿Es la
aniquilación de las ideas, de los valores?
Amazon considera el libro como una simple mercancía. Están dispuestos
a vender lo que sea para ganar dinero. En mi libro escribo que si
quieres comprarle un juguete a un niño, y en la tienda percibes una gran
cantidad de libros que no corresponden a tus valores, a tu ética,
cambiaras de tienda. En Amazon, se venden esos artículos, pero no los
ves.
En relación con las librerías físicas, ¿acabará Amazon con ellas?
No lo creo. Seguramente cambiarán, pero no desaparecerán.
¿Y qué puede hacer el usuario contra Amazon? ¿Un boicot?
No me gusta dar lecciones de moralidad a la gente, decirle lo que
tienen que hacer. Lo que les propongo es que piensen por ellos mismos,
que descubran lo que pasa en los almacenes: que el dinero que mandan va
directamente a Luxemburgo y no circula en la economía de su propio país,
que comprar en Amazon en su país es empobrecer el país. Es por ello por
lo que comprendo a las personas, cada vez más numerosas, que boicotean a
Amazon.
Por cierto, ¿ha recibido alguna “advertencia” de Amazon por la publicación de este libro?
No. Ellos, en cambio, se niegan a responder a mis preguntas precisas,
se niegan igualmente a responder a los grandes periódicos, a la
televisión. Tengo numerosas preguntas para hacerles sobre los accidentes
laborales, los acosos contra los sindicalistas, el acopio de
información personal de los trabajadores. Prefieren que esa información
permanezca oculta. (...)" (Entrevista a Jean- Baptiste Malet, eldiario.es, 14/10/2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario