"Los más de 200 trabajadores de Fagor Electrodomésticos en su única
planta en Bizkaia, en Basauri, están desde la noche del lunes en un
encierro indefinido a la entrada de la fábrica en defensa de la
viabilidad y sus empleos. (...)
“Este encierro no ha sido nada espontáneo. Cuando vimos
lo que se avecinaba, ya montamos distintos grupos de trabajo para
manifestaciones, prensa.. que siguen trabajando y con muchas ideas que
vamos poniendo en práctica a menudo que salen las malas noticias”,
aseguran casi al unísono. Como para muchos otros trabajadores, la
crisis, para ellos, viene de lejos.
Desde 2008 están en un Expediente de
Regulación de Empleo Temporal, aunque en 2006 ya se encontraban en lo
que llaman “calendarios a la baja”, con reducciones de horas de trabajo.
“No es que se viera venir.
Cuando una de las cooperativas va mal, se
ayuda para remontar. Siempre ha funcionado así. El problema es que ahora
la han dejado caer y no sabemos el por qué. Puede ser un motivo
económico o político”, dice Isa.
“A ver desde 2001,
veo la misma papeleta en las reuniones, que este negocio pierde este
dinero y todos los años ha ido mal. Pero en los años de bonanza se
tapado el agujero del negocio que perdía.
Veíamos que todos los años
seguían perdiendo y comentábamos cómo no se hacía una reestructuración
fuerte en esa planta. Mala gestión, si. Ganas de no querer deslocalizar,
también. Para salvar el empleo. También han pensado de que iba a
remontar”, dice Cristina.
No tienen duda de que a
esta situación drástica se ha llegado por mantener los puestos de
trabajo. “Pero ahora no se pueden mantener”. “Y el problema están las
formas. Que no ha habido transparencia. Eso lo sabemos todos”, tercia
José Ignacio.
Carlos, que ha entrado en el turno del encierro a las 3
de la mañana y se va a descansar una vez terminada esta entrevista, se
refiere a la polémica compra de la firma francesa Brandt, en la que se
sitúa una de las claves para la declive de Fagor Electrodomésticos.
“Recuerdo que la compra nos costó paga y media.
Entonces se vendía. Pero
las ventas empezaron a bajar y en 2008 se fue agudizando, hasta que
llegas a pérdidas de 89 millones de euros y no puedes aguantar. Cuando
perdías 20, 30, decías que cortábamos un poco y nos ayudaban. Y ha ido
esto como una bola de nieve. Mires donde mires, todos son problemas”.
La compra en Francia supuso la absorción de 5.500 trabajadores, “que no
eran socios”, resalta José Ignacio. “Mantener 10.000 personas con el
sueldo de 2.000 no se puede sostener”. Luis comentó que esta operación
coincidió poco después con el reventón de la burbuja inmobiliaria “y ya
nos pilló que estás metido hasta el cuello”.
Aseguran que los
competidores están en una similar situación. “Hemos caído nosotros”,
señala Isa, “pero los otros no están en mejor situación”.
Y la actitud que ha tenido la dirección tanto de Fagor
Electrodomésticos como del Grupo Mondragón entra de lleno en este
coloquio. “Han fallado. No han sido capaces de coger el toro por los
cuernos”, afirma Carlos. “Se les ha escapado de las manos”, dice José
Ignacio.
Relatan la crisis de la rama productiva de frigoríficos, que
“un año perdía 7 millones, otro 12, luego 17. Y había que tomar la
decisión de reubicar a 300 compañeros”. Pero, asegura Luis, el resto de
cooperativas “ponían pegas para acogerlos. ¿Cómo ibas a hacer así un
plan de reestructuración?
Tenían que haber absorbido en esos años de
bonanza. ¿Por qué no se presionó desde la dirección de Fagor a las demás
empresas para que lo hicieran? Se quiso mantener aquí el trabajo porque
no se podía dejar en la calle a esos 300”.
José
Ignacio asegura que, desde 2001, cuando entraron en Fagor Edesa, la rama
de frigoríficos “siempre daba pérdidas. Vamos arrastrando desde allí”.
“Pero eso es una estrategia de empresa”, interviene Isa.
“Podíamos haber
dicho que no. Teníamos que tener cuota de mercado en todo, las gamas
bajas, media, que es donde sacamos dinero, y la alta. La compra de
Brandt fue para vender a los ricos. De hecho los chinos ricos solo
quieren las marcas altas como Fagor”.
“No ha habido
trasparencia”, reitera José Ignacio. “El 99,99% nos enteramos por las
noticias de la deuda multimillonaria de Fagor Electrodomésticos. Nunca
se nos ha dicho la cifra”. Cristina es categórica: “Yo vengo aquí a
poner tornillos. Si me dicen que el cielo es verde me lo tengo que
creer”, afirma, en alusión a las operaciones estratégicas.
“Quien es el
guapo que hace seis años, cuando las cosas iban bien, se planta en una
asamblea ante 1.800 tíos que dice que va a cerrar [la rama de]
frigoríficos. Se monta la del 15 de mayo”. “Las cuentas no se han hecho
bien. No se ha querido deslocalizar y ya está”, añade Cristina.
“El núcleo de la cooperativa, de que todos somos iguales, eso se perdió
hace tiempo”, lamenta Luis. “El modelo cooperativo tiene muchas
ventajas, mucho más que una sociedad anónima”, agrega Cristina. “En
2009, con una sociedad anónima, ya no estábamos aquí, estábamos en
casa”.
“No ha habido ningún gestor valiente que en 2008 dijo que
frigoríficos se cierra. Incluso antes. No ha habido ningún valiente que
se ha plantado delante de la asamblea y ha dicho las cuatro verdades”.
Isa pone un símil. “Esto es como una madre de familia con varios hijos y
uno drogadicto. Y los otros le dicen que le deje de lado. Para la
madre, es su hijo”. Niegan cualquier falta de solidaridad en el resto de
cooperativas, porque han bajado sueldos y han dado ayudas. Los 200 de
Basauri tienen el mismo rango de cooperativistas que los otros 1.600 de
las otras cuatro fábricas en Euskadi, todas ellas en Gipuzkoa.
Pero la
diferencia es que las cotizaciones son de la Seguridad Social (los otros
1.600 lo perciben del fondo del grupo cooperativo) y temen que se
queden los últimos en las posibles soluciones. “Primero van a solucionar
a los que tienen que pagar ahora todos los meses, no a nosotros que nos
paga la Seguridad Social”.
Pese a todo, siguen
optimistas. “Seguimos pensando con ganas de seguir trabajando. Esto se
tiene que arreglar. Que luego no sale, ya veremos”. Y la situación
personal. “Todos tienen hijos e hipotecas. Algunas son situaciones
dramáticas”. Cristina relata que su hermana, trabajadora también en
Basauri, “es el único sustento de la familia”.
Y luego el temor a que
se pueda ver perjudicado incluso su patrimonio. “Ese es el miedo que
tenemos. La deuda [de Fagor Electrodomésticos] se nos puede imputar a
nuestros bienes personales. La ley no lo deja claro”, señala José
Ignacio. “Tenemos claro que nuestras familias es lo primero. Que eso les
quede claro. Como dice la Belen Esteban, por mi hijo mato”. (eldiario.es, 05/11/2013)
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